Verdiblanco, de moda, de Luis Arnáiz

El sorteo de Liga de la temporada 1977-78 señaló para el Betis enfrentarse en la primera jornada al mismo rival con el que finalizó la campaña anterior la noche del 25 de junio de 1977: el Athletic Club.
En Bilbao el partido se encaró, lógicamente, como la revancha de la final copera, y la oportunidad de desquitarse del mal sabor de boca que en las filas rojiblancas dejó el partido a orillas del Manzanares.
El 4 de septiembre de 1977 Athletic y Betis volvieron a empatar, a 0 en esta ocasión, sobre el terreno de San Mamés. El Betis demostraba que estaba capacitado para soportar la presión de la Catedral y que el equipo que dirigía Rafael Iriondo no estaba ahí por casualidad.
Así lo recogió el periodista Luis Arnáiz en el diario deportivo AS en este artículo del 9 de septiembre de 1977.
Cuando el Betis de Iriondo, tan prudente como práctico, le arrebató en sus mismas barbas al león vasco la final de la pasada Copa, entre la intensa serie de comentarios surgidos, uno se repitió con incesante fuerza: “De diez partidos como éste, el Athletic se lleva nueve”. Y el Betis, humilde, simpático y serio de raza, apechugó con ello, y con la losa que quería mermar sus merecimientos.
La Liga podía darle le vuelta al comentario. Y lo ha hecho. Los del Villamarín se han plantado, a las primeras de cambio, en San Mamés frente a un equipo reforzado y le han aguado la tarde como le amargaron la noche madrileña. ¿Dónde estaba lo de la casualidad? ¿Dónde están ahora los “listos”? Los verdiblancos son bastante más de lo que se ha dicho, se diga y se dirá. Vamos a ver los que empatan esta Liga en la catedral. Vamos a verlo, sí.
Ahora está claro que el éxito de la inacabable final de Copa no fue producto del azar, de la fortuna de Esnaola parándole el penalti a Dani, o del error de Iríbar, lanzándolo tan mal como suelen tirarlos los porteros.
El domingo se demostró en pleno Bocho que lo de Madrid no había sido un accidente, sino el fruto de un trabajo bien maquetado, de un planteamiento espléndidamente dirigido, de una plantilla homogénea, honesta y con las suficientes cualidades para ganarle al más pintado, al Athletic incluido, a pesar de su condición de eterno gallo de peles en el Torneo del K.O.
El comienzo liguero no podía ser mejor para Iriondo, un hombre competente, sencillo y que ya llevó al título de Copa al mismísimo Athletic. Iriondo tenía tras esa final copera una cuenta pendiente. Y la tenían los verdiblancos, que la han saldado con creces, con un fútbol que llegó a asombrar y que hizo inútiles los esfuerzos bilbaínos. No; el azar no había jugado en junio en favor del más débil, aunque en ciertos momentos la fortuna fuera su aliada. Aquel Betis, disminuido en el análisis de muchos, ha vuelto a poner en la picota a algunos comentarios “profundos”, algunos análisis a toro pasado. El equipo que fuera del “manquepierda” empieza a ser otra cosa: el del “manquegane”. Ya no hay humildes en el fútbol. Hasta los marginados de siempre empiezan a levantar cabeza. Para desgracia de los clásicos.
Tiene el Betis del binomio Núñez Naranjo-Rafa Iriondo hechuras de equipo sólido, compacto, sin fisuras, con empaque y seriedad. Lo que tantos intentan conseguir a golpe de millones lo han logrado los del Villamarín a costa de saber lo que hacían, razonando unos pocos fichajes, cuidando la cantera y repescando de aquí y de allá hombres que no valían o que no encontraron hueco en otros clubs. Así, el Betis empezó haciéndose con Esnaola a costa de un desembolso importante; con López, que era un producto de desecho del Atlético de Madrid, y con Alabanda, que no había brillado siquiera en el Rayo; con Anzarda, que salió del Madrid por un lío de papeles; con Cardeñosa, al que vieron una y cien veces intermediarios poderosos, sin ver más allá de sus narices; con Benítez, ahora eficaz defensa, como Biosca; con Muhren, Ladinsky y Hugo Cabezas, tres foráneos que dan el tipo y la cara…
Todo eso, amén de las, amén de la capacidad técnica, la directiva y la hinchada ejemplar, han obrado algo que sólo un insensato podría llamar milagro. No; no es un milagro, sino todo lo contrario: lo lógico. Cuando se trabaja bien y con ganas, las cosas salen. De otro modo, adiós.
El Betis empieza a madurar ahora, después de ser desde hace muchos años sólo un equipo con gracia. La que tenía su fútbol se queda hoy en las palmas de su público, porque su juego ha adquirido madurez, aire europeo, que puede que no vaya con el Guadalquivir o con la Giralda, que ha puesto en marcha un vasco concentrado y poco amigo del blanco; pero que resulta tan necesario como está resultando eficaz. Por eso, los sevillanos tienen poco que ver con la Bética romana, sino mucho más con la Europa del Mercado Común, al que nosotros no nos hemos incorporado, mas sí los verdiblancos.