Viajar y contar. Vitoria 1979.

En febrero de 1979 el Betis se desplazó a Vitoria para jugar contra el Deportivo Alavés; un partido que terminó mal para el conjunto verdiblanco, que fue goleado 5-2 en un pésimo encuentro que ponía de manifiesto la crisis larvada que daría al traste con el entrenador José Luis García Traid meses después.
En las páginas de la Hoja del Lunes el periodista Santiago Sánchez Traver, en la sección Viajar y contar, narró al día siguiente las peripecias del viaje verdiblanco, una vez más mal planificado y con los inconvenientes de huelgas aéreas y mal tiempo, que terminaron con el equipo llegando a Vitoria a las 2 de la madrugada de la noche del sábado al domingo.
También se relata en el texto el viaje compartido hasta Madrid con la expedición del Recreativo de Huelva, que jugaba en Vallecas. Estaba en pleno auge en ese momento la polémica que supuso el cierre del estadio Municipal de Huelva por un partido, el que debía jugar contra el Sevilla FC, y para el que el club recreativista solicitó jugar como local en el Villamarín, con el apoyo para ello del club bético. La Federación Española de Fútbol negó al Recreativo jugar esa posibilidad en el Villamarín, y el partido tuvo que jugarse en Badajoz. En esa decisión se vio la actividad de una «mano negra» (más bien blanca) que maniobró en Madrid en el ámbito federativo para que no se jugase en Heliópolis.
También se alude en el texto a otros temas, como la futurible sucesión de Núñez Naranjo o la convocatoria de Rafael Gordillo para un entrenamiento con la selección que dirigía Ladislao Kubala.
El viaje de los béticos a Vitoria empezó con el considerable retraso de todos los viajes. La huelga de celo de los controladores obligó a retrasar el vuelo a Madrid seis horas, durante las cuales se pensó en cualquier posibilidad que llevara al Betis a Vitoria. Vuelo directo a Bilbao, viaje en autobús desde Madrid, si se perdía el Talgo, etc Todo fruto de una imprevisión que ya jugó una mala pasada en el desplazamiento a Baracaldo quince días antes-
Gerardo Martínez Retamero se deshacía el hombre, buscando soluciones y echándose las responsabilidades de las decisiones que se tomasen. El vuelo que debía llevarnos no llegó a Sevilla y aterrizó en Málaga, y por fin a las cinco embarcamos en el primer avión que llegó de Madrid. Antes falló el intento de ir en el directo de Bilbao, porque el piloto que venía de Las Palmas prefirió aterrizar en Madrid. Por fin, salida a Madrid y tras muchas dudas se decidió que se continuaría en autocar a Vitoria, como mal menor, en vez de tomar el expres que podía hacer más mella en el estado de los jugadores.
Antes de salir, incidente con un polizón que se coló a bordo con una tarjeta de bingo, al que hubo que desalojar por la fuerza y que se tumbó en medio de la pista, preso de un ataque de algo y que tuvo que ser evacuado de modo no muy ortodoxo. No parecía estar muy normal. No tenía billete por supuesto, y alegaba ser hermano de Zambrano, el jugador onubense, al que había visto en la terminal de San Pablo. Como a toda la expedición del Recre, que marchó con nosotros hacia Madrid, donde se enfrentó al Rayo Vallecano.
Antes pudimos hablar con Rafael Blanco, vicepresidente del Recre, que largaba “fiesta” de todos por la faena federativa. Por una parte pedía la dimisión de Vara del Rey, “por inútil e inepto”, por otro se quejaba de la parcialidad de TVE, cuyo montaje desvirtuó la realidad de lo que pasó en el campo y del árbitro que cortó aquello a destiempo. Pero sus máximas censuras iban para el presidente sevillista, al que acusaba de haber logrado en Madrid que el encuentro no se celebrara en el Villamarín.
Volviendo al Sevilla, hay que decir que Eugenio Montes, que habló con Núñez Naranjo y estuvo en Madrid, según reconoció, desmintió que interviniese en el asunto, pero el problema es que a alguno de sus directivos se le escapó la lengua y calificó en la prensa lo de jugar en Heliópolis en términos muy sugerentes. Ay, que cruz, don Eugenio. En fin, que lo censurable, como dijo el amigo José Antonio Bonachera, es que todos los campos cerrados sean andaluces cuando ha habido más motivos en otros. Y eso de la mano de Fernando Vara del Rey, hombre ligado al Sur, y con muchas amistades por aquí, entre ellas las del presidente sevillista.
En fin, que uno esperaba descansar un domingo, que aunque gusta viajar un descanso no viene mal, y saldremos adonde sea. A viajes como éste hay que tener mucha moral para apuntarse. Y sigamos con él. Poco después de la seis tomábamos el autobús en Madrid por deferencia del delegado bético, que se agradece. Acompañamos a la expedición en el autocar más lento de España, con el conductor más lento también. La agencia, o quien sea, falló, porque Martínez Retamero, un hombre al quite que resolvió bien y no perdió la calma ni el buen humor, antes de salir de Sevilla pidió que en Barajas estuviese “el mejor autocar de España”.
A las once lográbamos llegar a Burgos y allí fue la cena. Una hora después en marcha hacia Vitoria, donde se llegó poco antes de las dos de la madrugada. Los que no teníamos que jugar tuvimos aún tiempo de tomar una copa porque en Vitoria, pase lo que pase, la gente sale mucho y en la zona del hotel había ambiente hasta bastante tarde. Los demás a la cama y a dormir hasta la hora de comer.
Uno de los esforzados de la ruta fue Juan Salas Tirado, que anda más que preocupado por ese tiempo que tenemos, que tiene paradas las obras de la futura ciudad deportiva del Betis desde hace dos meses. “Necesitamos allí muchos campos, por lo menos tres de hierba y uno de albero, pero este tiempo…” Ese mismo tiempo que es perenne en Sevilla era el mismo que había en la capital alavesa en la mañana del domingo.
En el hotel que ocupaban los béticos estaban citados para comer los jugadores del Alavés. Allí pudimos ver a Eloy, un futbolista de por allí abajo, nada menos que de Camas y que escapó a la órbita de los equipos andaluces. Tras su paso por el Valencia “preferí venir aquí, porque esto son diez años, y hay que jugar y aprovecharlos”. Le dimos recuerdo de todos sus paisanos y el hombre, que se ha casado recientemente, está contento aquí, pero deseoso por volver abajo, “aquí son muy suyos y si pueden prefieren que juegue el jugador vasco…” Con todo, Eloy, un hombre técnico y habilidoso, que lo da el pueblo del arte, es un puntal del Alavés de Aranguren.
En el viaje hubo para hablar de todo, porque a pesar de las adversidades no se perdió el buen humor, y se recordaron los viajes más desesperados del Betis, los otros tiempos y esas concentraciones de pretemporada cargadas de anécdotas. También se habló de la sucesión, que se presenta más que difícil en el seno de la entidad verdiblanca. A pocos meses vista sólo queda por saber si el candidato que contaría con más apoyo está decidido a aceptar y a dedicarse al cargo, que por otra parte varios apetecen. Más claro, todos a la espera de que Juan Mauduit se decida.
Gordillo está contento con la llamada del seleccionador, pero desconfiaba de que sería incluido en la lista definitiva. “Vuelvo a Sevilla y el martes tengo que estar en Madrid porque no me traído nada, ya que oficialmente no se me ha comunicado nada todavía”. Y sobre sus posibilidades añadía “ha llamado a Cundi y a Sanjosé que pueden ir de lateral, y a López Ufarte, que es un jugador extraordinario, de extremo. Alguno tiene que caerse de la lista”. Comentando las aspiraciones del Madrid de formar para la temporada próxima con una retaguardia como Sanjosé-Canito-Camacho-Gordillo, comentaba tímidamente “si ellos lo dicen, pues venga…”
El colofón a tan accidentado viaje no puede ser más que reseñar la absoluta necesidad de que los viajes a esta zona, en este tiempo y con los problemas laborales de la aviación, deben iniciarse los viernes para que si algo falla se llegue siempre el sábado pero no el domingo. El Betis lleva tres desastres seguidos en sus últimos desplazamientos, y esto indica que hay alguien que no acepta que se viaje antes. Y que se tiene que caer del burro.