Vuelve un gran bético, de Luis Carlos Peris.
En junio de 1993 volvía al Betis Eusebio Ríos, en calidad de secretario técnico. Firmó un contrato por 2 años, aunque serían cuatro los que permanecería en ese puesto.
Su estancia en el club coincide desde luego con la etapa más esplendorosa de los años 90. Lopera fue quien impuso su voluntad para que volviese al Betis, ante la desconfianza de José León y de Sergio Kresic, partidarios de que fuera el técnico quien manejase la política de refuerzos del equipo.
Una magnífica decisión la del máximo accionista, pues la calidad de los refuerzos que hizo el Betis en esos años está más que contrastada, primero con fichajes de futbolistas de escaso nombre, pero que dieron un magnífico resultado (Josete, Alexis, Soler, etc) y después, con la entrada de grandes cantidades de dinero procedentes de la televisión, con futbolistas renombrados y de gran calidad (Finidi, Jarni, Alfonso, etc) que conformaron uno de los mejores Betis de la historia.
Gran parte del éxito deportivo de esos años indudablemente se debe a esa labor de Eusebio Ríos al frente de la secretaría técnica. Muchos de los dislates económicos y fichajes de relumbrón, y con poco rendimiento, que se hicieron en los años posteriores con toda seguridad no se hubieran efectuado…
En las páginas de Diario 16 el periodista Luis Carlos Peris dejó este artículo, en el que abogaba claramente por la vuelta de Eusebio Ríos, así como resaltaba la labor de la secretaría técnica, al margen del papel del entrenador y de la intromisión de los directivos en la política de fichajes, un mal bastante frecuente hasta entonces, y que se volvería a repetir tras la marcha de Eusebio Ríos.
Ocurrió lo normal, que en el Betis primase la voluntad de su dueño por encima del último que llegó. A pesar de las reticencias de Sergio Kresic y de José León, el club de Heliópolis vuelve a fortalecer la figura del secretario técnico, algo que andaba en tenguerengue desde que se torciera para siempre el prestigio de Ramón Tejada ante el beticismo militante. De nuevo, y tras la continua intromisión de algún directivo en materia de fichajes, se le vuelve a confiar la cimentación a un profesional de probada honestidad.
Vuelve a su casa Eusebio Ríos cuando lo normal es que no se hubiese ido nunca. Fundamental en la tarea de salvar al Betis en la 87-88, nunca se lamentó lo suficiente Martínez Retamero de su cese. Es más, puede decirse que con el cese de Ríos comenzó el discutido presidente a cavar su fosa deportiva. Le retiraron el crédito demasiado pronto y eso pesó lo suyo en el devenir de un club que ya no ha levantado la cabeza. Con su marcha en aquellos primeros días de diciembre se precipitaron demasiadas cosas, se cometieron muchísimos dislates—sólo recordar el nombre de Re, su sustituto, pone los pelos como escarpias—y los tumbos tuvieron carácter casi de definitivos.
Ahora vuelve en otra tarea, sin chándal y con teléfono, con despacho y sin tener que pasar por el quinario de hacer la alineación. Si en el Betis hubiese buena voluntad ya habría ido alguien a decirle a Sergio Kresic que se deje de reticencias, porque Eusebio Ríos no le puso una zancadilla a nadie, pues este vasco grande sólo quiere una cosa, que el Betis gane todos los domingos y fiestas de guardar.
Con él en la planta noble, Sergio Kresic podrá manejar con más tranquilidad los designios del plantel. Con Eusebio Ríos en un despacho no tendrá Kresic que desdoblarse ni ir de estajanovista y con Eusebio Ríos en la secretaría técnica, no se olvide que le será muy complicado meter la mano en la lata a algún que otro dirigente. Por lo tanto, señor Kresic, deje las desconfianzas, se le agradece su voluntarismo y mire de frente a Eusebio Ríos, que es nada más y nada menos que todo un bético.