… Y el Betis sigue, de Antonio Bustos
En 1982, con motivo de las Bodas de Platino de la entidad bética, se hizo una publicación en la que se rememoraban diversos aspectos de los 75 años de vida del club.
El directivo Antonio Bustos Rodríguez cerraba esta publicación con este relato, en el que, de forma brillante, exponía su confianza en el beticismo y elogiaba su pasado, su presente y su futuro.
Jovenes y mayores, niños y ancianos, formando todos una gran familia; apiñados en su impulso y en su aliento, bajo el pabellón que enarbola los colores más representativos, en cuanto a proyección popular se refiere, del fútbol español de todos los tiempos.
Si es que existe la providencia deportiva, estamos seguros que es de ella de donde mana inagotablemente la savia fecunda y vigorosa del beticismo, esa savia que a golpe de corazones habrá de convertirse en un río desbordado e incontenible hacia el mar de la más pura y auténtica fidelidad futbolística que jamás haya podido existir.
El Betis es SIMPLEMENTE EL BETIS, no necesita ni apelativos, ni parangones, ni similitudes, porque aquello que por su singularidad no tiene ni paralelismo ni siquiera parecido posible puede fundamentarse en sí y en su propia existencia: ¡SIMPLEMENTE EL BETIS¡.
Ante tan sencilla pero al mismo tiempo fabulosa motivación de existencia, es lógico que sus seguidores vayan por el planeta del fútbol imbuidos en un estilo y una norma que los hace diferentes a los aficionados de cualquier otro club; porque el ser bético es como un sacerdocio, un voto, una vivencia, una fe irreductible, una guardia permanente, un talante de lealtades, una manera de ser. En suma, casi una filosofía o una espiritualidad que conforma e imprime carácter.
La noble escuela del beticismo, forja de hombría de bien y de tenaces voluntades para en cuantas ocasiones haya que superar las adversidades, hacen augurar con certeza que el Real Betis Balompié existirá siempre, ni más ni menos que porque está muy por encima de los tiempos y de las circunstancias.