¿Y nuestro trofeo?, de Emilio Vara

Con este llamativo titular encabezaba su artículo en la sección Trazos de la Hoja del Lunes del 28 de julio de 1980 el periodista Emilio Vara, quien demandaba en él información sobre la IX edición del Trofeo Ciudad de Sevilla que se tenía que jugar en menos de un mes y sobre el que poco se sabía.
Realmente era una situación atípica porque cualquiera que haya vivido ese tiempo, o lo haya rememorado a través de las páginas de las hemerotecas, sabe cómo se ambientaba cada edición del trofeo veraniego sevillano con bastante antelación a su celebración. Era la gran cita del verano futbolístico en la ciudad.
Emilio Vara denunciaba esta falta de «ambiente» y no iba nada desencaminado cuando dejaba caer lo que se temía, que no era otra cosa que el intento por parte de la entidad sevillista de dejar de jugar el Trofeo en la forma en que fue concebido, es decir, con la participación de los dos clubs de forma alternativa en cada uno de sus respectivos terrenos de juego.
De hecho esta edición de 1980 fue la última ocasión en que así se celebró en terreno sevillista, pues ya en 1982 lo que se jugó en el Sánchez Pizjuán no era realmente el Trofeo de la ciudad tal y como fue diseñado. La victoria verdiblanca en terreno del eterno rival 1-2 fue la puntilla para el Trofeo Ciudad de Sevilla.
¿Ustedes tienen noticia del Trofeo Ciudad de Sevilla de este año? Yo tampoco. Ni he visto el cartel por ningún sitio, suponiendo que este año haya cartel; ni sé si Marmolejo ha hecho ya la Copa, aunque es de suponer que esté en ello; ni conozco de un modo definitivo qué equipos extranjeros vienen, ni se ha verificado todavía el correspondiente sorteo para determinar quiénes han de jugar los dos primeros encuentros, que son los que marcan la pauta del torneo. Lo que se esté haciendo—que algo se hará, digo yo—se realiza en el más absoluto silencio, de tal manera que, por primera vez en la historia del trofeo, cuando falta menos de un mes para la competición, aquí nadie habla ni comenta lo más mínimo del Ciudad de Sevilla de turno. No hay “ambiente”.
¿Qué es lo que sucede para que esta vez se esté montando con tan poco entusiasmo “nuestro” trofeo? Por supuesto que puede bastar que una semana antes se anuncie todo para que la afición reaccione y vuelva a llenar, una vez más, el escenario del torneo como ha ocurrido hasta ahora. Pero también podría suceder que la falta de “ambiente” que se aprecia a estas alturas, porque no se ha creado, repercutiera este año en la taquilla, máxime cuando la situación económica no es boyante, ni tampoco está en alza, por diversas razones de todos conocidas, el ánimo futbolístico de los aficionados.
En cualquier caso, lo que uno sí piensa es que la forma actual de llevar el montaje del trofeo da la impresión de que se le quiera desvalorizar, quizás buscando la ruptura del molde con que fue creado para hacer realidad ese nuevo criterio, que se “cuece” desde hace algún tiempo, que apunta a que el Sevilla organice su torneo por separado y el Betis el suyo por su cuenta. Y si éste es el objetivo que se persigue, vaya por delante mi opinión personal de que ese enfoque sería una equivocación, porque no creo que el Sevilla y el Betis, con sus respectivos torneos independientes, lleguen a ganar los millones que hasta ahora les ha venido reportando el Ciudad de Sevilla cada año. Es más, me atrevería a decir, incluso, que podría ocurrir que alguna vez esos trofeos “particulares” resultarán deficitarios, porque no debemos olvidar que el éxito económico del Ciudad de Sevilla, éxito de millones, radica precisamente en que intervienen conjuntamente en la competición los dos clubs sevillanos, que es lo que le da al torneo un atractivo especial que hace que Sánchez Pizjuán y Villamarín se llenen. Es la “salsa” que le falta a esos otros trofeos que, por ello, no son tan rentables como el sevillano.
Por tanto, piénsese bien, antes de tomarse una decisión definitiva, el cambiar una fórmula que era buena, no vaya a ser que, al final, lo que se haga sea “secar” una valiosa fuente de ingresos que tanto al Sevilla como al Betis le venían muy bien al principio de la temporada.
Ya, ya sé que todo parte de esa rivalidad mal entendida entre algunos sevillistas y béticos que últimamente han protagonizado hechos lamentables. Pero, antes de tratar de solucionar este problema tirando por la calle de en medio, que sería lo fácil, luchemos por que esos aficionados, que en el fondo son todos sevillanos, vuelvan al camino de la noble rivalidad y salvemos el Ciudad de Sevilla, que merece la pena.