Encuentro y depresión
Últimamente, cada encuentro que disputa el Betis viene acompañado de su correspondiente depresión. Ayer se repitió la historia. Dejó pasar la oportunidad de mirar más arriba y murió en la orilla, como tantas otras veces. Llegó a un encuentro que no era clave. No. Pues aún queda toda una segunda vuelta por disputar y el descenso, por ahora, queda lejos. Pero si significaba el hecho de poder olvidarse de todo lo que sea pelear hasta el final por evitar el descenso. Hoy a nueve puntos. No por méritos propios. Si por demérito de una competición que está poniendo demasiado fácil el objetivo de la salvación. O eso parece, de momento.
El Betis puso fin al primer tramo de la temporada siguiendo una misma línea. Inundado en la mediocridad. Con toda una segunda vuelta aún por disputarse donde, por cierto, los equipos de abajo suelen apretar más y suelen sumar más puntos en busca de sus objetivos, los verdiblancos se adentran en ella con la sensación de que el cambio, aún, queda lejos, pese a que han mejorado su puntuación con respecto al pasado curso. Dos puntos más. Aunque mismas sensaciones.
La grada está cansada y ayer el Benito Villamarín vivió su enésimo enfado. El empate a cero frente al Sporting de Gijón chirría. Pero también lo hacía el empate a dos frente al Granada en las primeras jornadas de la competición. El Betis no ha sido capaz de superar a dos de los peores equipos de la categoría (decimoctavo y decimonoveno, respectivamente) ante su gente. Volvió a ofrecer esa imagen fría, poco atractiva y nada convincente, la que ya ofreció antes de finalizar el pasado año. Encuentros que se suman a las piernas de una plantilla que evita de nuevo caer en la depresión. Ya lo hizo con Poyet.
Pero ello viene de lejos. La planificación deportiva iba sobre ruedas a comienzos de verano. Los fichajes ilusionaban y los primeros encuentros de la pretemporada invitaban al optimismo. Pero la dirección deportiva no remató la faena de manera correcta, contratando de manera apresurada y apurando el dinero disponible en las arcas verdiblancas. Cantidad antes que calidad. Prueba de ello, Roman Zozulia, ayer titular para asombro de los presentes. Se esforzó, pero confirmó que su contratación será una de las jugadas más recordadas de la dirección deportiva. Y no precisamente por ser positiva. Sus tres años de contrato y su nivel sobre el césped hablan por sí solos.
Es obvio que cuando un club hace más de una decena de contrataciones por temporada, el rango de fallos es mucho mayor. Pero de ahí a lo que el bético pudo ver sobre el césped del Villamarín en la tarde de ayer, hay un paso enorme que roza la depresión.
Pitada atronadora a la conclusión de un encuentro con muchas lecturas. Casi todas negativas. El Betis, sobre el césped, fue superior al Sporting. Aunque eso no es suficiente. Se pedía ambición y el equipo no reflejó lo que la afición demanda. Se pedía intensidad y, en los minutos finales, parecían no saber dónde estaban. Se pedía huir de mediocridades y los fantasmas volvieron a aparecer.
El mercado de invierno sigue abierto y hoy más que nunca resulta necesario acudir a él. Sanabria, Felipe Gutiérrez, Joaquín, Mandi, Brasanac… Son muchas las bajas con las que cuentan los verdiblancos para afrontar unas jornadas decisivas. La previsión se antoja fundamental. Subir el nivel de la plantilla, una obligación para no volver a vivir encuentros mediocres, acompañados de sus correspondiente y ya tradicional depresión.