¿Qué es el Betis? Te doy la pintura y no el esbozo, por Miguel Soto
A menudo, a lo largo de mi vida, me he encontrado con gente que me preguntaba, ¿Miguel, y tú de qué equipo eres? Ahh ¿Y por qué?
En realidad la respuesta que daba y sigo dando muchas veces, es un simple esbozo, que nada tiene que ver con la realidad. Ese esbozo que doy, es la respuesta corta, la sencilla, describir una gran pintura no es sencillo. Podría decir que está hecha en oleo, en la mejor tela, y con una gran elaboración, que ha llevado años y años para poder ser completada, y poder decir alto pero bajito, Betis, mucho Betis, o inclusive “musho beti”.
A menudo a ese esbozo, me preguntaban, ¿sólo del Betis? –atónitos-, como si por su cabeza se estuvieran preguntando, ¿Cómo podía ser eso posible?. Mi respuesta clara y concisa, y con una muesca de felicidad bastante visible, era sí (y no por ello despreciaba a otros equipos).
La historia de mi Betis, se me reproduce continuamente, al escuchar estas preguntas, y también viendo a otros béticos, algunos amigos, otros desconocidos que portan la elástica bética, sea en los centros comerciales, sea en la Rambla, sea en mi ciudad, en la televisión etcétera.
A modo de diapositivas, con mucho afecto, un tono sutil y mucha felicidad a la vez que pena, y por supuesto sentimiento, hoy daré más que un esbozo, a esas preguntas aún no contestadas.
Recuerdo, ese “odio” al fútbol, esa incomprensión de no entender, por qué, mi abuelo y resto de familia, mayormente mi tío y mi primo, se ponían a ver en aquella caja (el televisor), a unos tipos golpear el balón. Recuerdo, ese sofoco, ese calor, el ambiente de casa de mi abuelo, donde las orejas se me ponían rojas, y yo me aburría, como una autentica “ostra”. ¿Qué diversión tenía ver a unos tíos pegar patadas al balón durante tanto tiempo, si al final sólo valía meter un gol? Yo al menos, tenía la fórmula definitiva a ese problema, mirar sólo cuando metían un gol, y aclaro, más por curiosidad que por otra cosa.
Y ahora, me apasiona jugarlo, lo veo, y incluso me gusta, ¡QUE LOCURA! Y quién me iba a decir, que sería entrenador de fútbol de chavales, ¿yo? ser entrenador, desde luego nunca se me hubiera pasado por la cabeza. Claro esta que estos cambios, no vienen a así de golpe. Empecé jugando de portero con los “amiguetes” del barrio, o que en realidad puede definirse, como que vas al parque a chutar un balón, vamos que llamarlo fútbol, en la actualidad, es un autentico crimen. Siempre jugaba, porque como mi jugador favorito era Tony Prats, pues ale me metía de portero, y por muy malo que fuera, iba a jugar, eso seguro, ya que nadie se quería meter. Sin duda alguna, los roles fueron cambiando, pero el momento culmine, fue y siempre lo recordaré, ver jugar a Ronaldinho, con un atisbo de Alfonso Pérez, y un poco de Joaquín, y esa España contra Corea. El fútbol me había conquistado. Más tarde, acabarían de rematar la faena, un tal Oliveira, y un individuo llamado Edú, con esa culminación de la copa del Rey. Que tiempos!!!, y no son tan lejanos.
Más adelante, aquel maldito descenso, lloré, vaya si lloré encerrado en mi cuarto, siempre me acordaré de aquel día.
¿Cómo se llega a llorar por algo así? ¿Por algo que había odiado? Siempre dije que era del Betis desde pequeño, siempre, siempre, siempre, pero es eso de que eres de algo, y realmente no sabes por qué, simplemente dices, porque mi abuelo lo es.
Sin duda alguna, sólo hay un culpable, de este sentimiento, de este beticismo, solamente podemos señalar a una persona, sin tapujos sin vergüenza, él me dio ese cariño, ese amor, él me hablo de injusticias, de tantas cosas, de lo que había hecho antes de emigrar a Catalunya, cuando tan sólo era un muchacho, estoy hablando de mi abuelo Pepe. Ese cariño que me dio, él seguro que lo recibió antes, es una herencia, que espero no se pierda nunca, y que ojala algún día pueda entregar a alguien. Ser del Betis, es algo único. No soy del Betis ni fui del Betis, por lo que ganaba o dejaba de ganar, ni lo soy ahora por eso, no es un fanatismo, para mí no.
Es estar con tu abuelo, y gritar juntos exaltados, GOOOL. Es enfadarte porque no se pelea por ganar, y alegrarte que se ha peleado aunque sólo se consiga un empate o una derrota. Es comprender, que los “chicos” (los pequeños) a veces somos los más grandes, y que no todo lo hace el dinero.
Si alguien tan bueno como mi abuelo, una persona que me aconsejó, me ayudó, me brindó ese cariño, y estuvo ahí, eligió el Betis como equipo, pensaba, su decisión no debería haber sido tan mala ¿no?. Absolutamente no, y lo digo con una sonrisa en la cara, y sintiendo tristeza en mi corazón.
Recuerdo, esa primera camiseta de fútbol que me regaló, que apenas he usado -por miedo a romperla- cuando el Betis ascendió a primera división, hace ya unos cuantos años. Como olvidar las llamadas que me hacía, cuando marcaba, nuestro Betis. Llamadas que un día de repente, como quien apaga la luz y se sume en la oscuridad, de repente, desaparecen. Y por un tiempo, ves marcar a los verdiblancos, y esperas esa llamada, que sabes que nunca más va a llegar. Casualidades de la vida, no puede ver el último derbi del Betis-Sevilla, con mi abuelo, pues estaba en el hospital, y a partir del día siguiente supe que nunca más podría ver ninguno con él. No olvidaré, que me dijera algún día iremos a Sevilla a ver al Betis, ni tampoco olvidaré que no me haya podido ver en la universidad. Siempre iba diciéndome tienes que ir a la universidad, debes estudiar, hasta el punto de que ese fue mi pequeño sueño, y no ha podido verlo. Siempre que veo el estadio, tengo esa sensación por dentro de vacío, de un algo más, no importa que se llame Heliópolis, Benito Villamarín, ser de Barcelona entraña esas dificultades para poder ir al Betis.
Pero sí, al final fui al estadio, a ver nada más y nada menos que un Betis-Sevilla, y no he ido sólo una vez, ya son un par. Pero la primera sin duda alguna, fue la más especial, cuando cumplí 18 años. Mi regalo fue un billete de avión, y una entrada para ver el derbi, rápidamente, fue ver el dibujo del avión en aquel sobre, y me desplomé, lloré como un niño pequeño. Mi abuelo no estaba presente, pero su hija, mi madre y mi padre lo hicieron posible. Como curiosidad, al estar allí en Sevilla, en un bar, vieron que yo de acento andaluz tenía poco, pero iba con mi camiseta del Betis. Y el camarero muy simpático él, muy “salao”, como se dice por allí, me dijo: -de donde eres y que haces aquí. Mi respuesta fue Barcelona y a ver el Betis-Sevilla. Obviamente, para variar, él como muchos otros, tendría otra pregunta ¿del Betis ? –extrañado- Pero si eres de Barcelona ¡! ¿Pero sólo, sólo del Betis?, no dudé un segundo, y dije, sólo del Betis. ¿Por qué? Mi abuelo. A los pocos segundos, se marcha el camarero, y me trae pines del Betis, y orgulloso me dice: se siempre sólo del Betis, porque es único, no hay nada más bonito. Y señores lectores, de estas anécdotas tengo miles, miles a lo largo de mi vida (que es bien cortita 22 años).
Saltando de nuevo en el tiempo, me viene a la memoria, ese maldito descenso, del que ya os he hablado, pero ahora, ahora hemos vuelto a primera. Te quiero Betis, es te quiero abuelo, es querer a mis raíces, es no sentir vergüenza de ellas, es ver que el pequeño puede ser grande, y MUY GRANDE, que existe el esfuerzo y también el premio, el cachondeo, otro estilo de vida. Es sentirse orgulloso, y no menos que nadie por más títulos o dinero que tengan, porque hay algo que no se compra, el cariño, el que me han dado, el cariño que se me da, las anécdotas, en definitiva el cariño de la gente, por muy desconocida que sea sólo necesitan una elástica del Betis. Vivir esa guasa, la afición. Esos minutos aburridos, se han convertido en instantes casi fugaces de los que disfruto hasta el último segundo, donde un palo, un gol en contra es vivir lo que viví con mi abuelo, donde un gol a favor, es subir a las nueves y volver a estar con él, con mi abuelo, con el Pepe.
Te quiero abuelo = Te quiero Betis
Miguel Soto López
Es increible, se me han saltado las lágrimas.