De palmar en Isla Cristina a ganar un título europeo: Crónica de un viaje increíble

Foto: malagacf.com
Muchos saben que nuestro rival de esta semana, el Málaga, fue realmente el primer equipo andaluz que ganó un título continental: campeonó en la extinta Intertoto, competición que tenía un trofeo del tamaño de un botellín de Mirinda y que catapultaba a quienes lo hacían, a la también desaparecida UEFA. Menos recordarán que, los costasoleños, son verdaderamente la continuación de otro club, el Club Deportivo, entidad que feneció víctima de las deudas en los primeros noventa.
Finalmente, pocos, muy pocos, tendrán conocimiento que, como nuestro Betis, el equipo mediterráneo es campeón de tres categorías nacionales distintas, Tercera, Segunda B y Segunda A. La diferencia fundamental estriba en que la escalera verdiblanca -disculpen el símil traído del juego de naipes- arranca en el mismo escalón pero termina con el cetro de la Primera División.
El increíble viaje de la entidad de Martiricos hasta lo que hoy es, se inició hace unos diecisiete veranos en la costa onubense. Concretamente en la localidad de Isla Cristina. Allí, los Basti, Bravo y compañía se llevaron el primer gran chasco de su recién iniciada historia. Como campeones de su grupo de la cuarta división del balompié patrio, a los blanquiazules les tocó, en la fase de ascenso, un segundo, el subcampeón del grupo X, Club Deportivo Isla Cristina; un tercero, el manchego Puertollano Industrial y un cuarto, el Jerez de los Caballeros extremeño. La competición era una liguilla donde todos visitaban y recibían a todos.
Pronto se comprobó que, el premio de ser de Segunda B, iban a jugárselo choqueros y boquerones. Lo que no entraba en los cálculos de nadie era que, la luego conocida como «Mojama mecánica» arrancara en su comparecencia en La Rosaleda un dos a dos. Y muchísimo menos que, los luego entrenados por Paco Chaparro y en ese instante por Martínez Gámez y el verdadero arquitecto de esa escuadra, Navarro Cansino, don Miguel, vencieran en su abarrotado Municipal por un dos cero que, a tenor de como se desarrolló el partido, tuvo que ser un cuatro o cinco cero.
De esa forma, se llegó al último día con isleños y malaguistas separados por un punto con lo que, a los auriazules de Huelva, les valía con hacer en su visita al Puertollano, lo mismo que a los de Málaga en su casa. Pero miren por donde, los astros empezaron a confabularse para que, el premio gordo, cayera en el décimo de los orientales. Para empezar, un club que ya no se jugaba absolutamente nada, se puso al corriente en lo tocante a sus pagos por lo que, jugadores que ya ni entrenaban, fueron de la partida. Para continuar, un cierre de campo no cumplido, hizo que la contienda se trasladase a Almagro, vecina población famosa por su Festival de Teatro.
Y, para terminar, la imposibilidad de coordinar horarios, hizo que las dos disputas comenzasen con veinte minutos de diferencia. Se emplearon con sospechosa intensidad los ciudarrealeños y los nervios atenazaron a los andaluces Así las cosas, el cero cero final de los unos y la holgada victoria, remachada en los minutos finales ante una grada enfervorizada de los otros, hizo que el primer salto fuese posible. El Málaga dejaba atrás las polvaredas y subía a la categoría de bronce.
Ahí, precisamente ahí, comenzó un viaje hacia la élite que, con la llegada de un jeque de nombre impronunciable, no somos capaces de vislumbrar donde terminará.
Esperemos, en cualquier caso, que no tenga un capítulo victorioso en la noche de este sábado.
José Miguel Navarro
Si la Intertoto es un título europeo entonces hacía bien Manolo contando los Carranzas.