Empate con sabor a victoria (1-1)

Marco Rosa, golpeando de cara al marco, gobernado por Ángel de la Calzada. Fotografía: Antonio Fernández Ocaña.
El derbi de vuelta volvió, con alicientes de sobra, a las gradas de cemento de la Ciudad Deportiva Luis del Sol. Aforo hasta la bandera, incluso con espectadores que disfrutaron del partido a pie. El conjunto verdiblanco contó con el dominio del balón durante todo el primer tiempo. Aun así, el entramado táctico sevillista impidió alguna que otra ocasión medianamente peligrosa para Ángel de la Calzada.
En cambio, la rapidez en la contra de los rivales, por medio de Juanje, Rafa y Carlos, hicieron mella en la zaga heliopolitana, mermada por las bajas y recompuesta con la ocupación del lateral izquierdo por parte de Vélez. Ni Docsion, ni Nacho González tuvieron su partido más sobresaliente. Sobre todo, gracias a la presión de la línea ofensiva rojiblanca.
El eterno rival también fue superior en lo que a juego aéreo se refiere. Cada falta, botada por Borja Lasso, supuso un peligro para el arco de Pedro López, seguro en sus intervenciones. En uno de los numerosos contraataques, por medio de un exceso de basculación hacia el flanco izquierdo del césped, Mode, lateral derecho, se planta sólo frente al meta emeritense, definiendo con una sangre fría, más propia de un ariete que de un zaguero.
Los pupilos de Agustín López fueron conscientes, en todo momento, de la vital importancia del encuentro. A pesar de ello, jugadores como Curro estuvieron más centrados en desquiciar al rival, por rencillas personales, que colaborar a la victoria de su equipo. La atmósfera, ya caliente en un derbi de por sí, la templó más el árbitro, con una permisividad inaudita.
El Betis no se arrugó y, con la salida de Ignacio Abeledo, flamante internacional Sub-17, la revitalización fue posible. Un centro del onubense, válido por más de la mitad del tanto, fue rematado con poderío por Pepelu Vidal. Importantísimo gol del lebrijano, anotando ante el que fuera su equipo en categoría Alevín.
Menos se arrugó el conjunto rojiblanco que, tras el mazazo del empate, se recompuso idóneamente. Los cambios aportaron la frescura suficiente como para pensar en clave de tres puntos. Sumado a la expulsión de Pepelu y la lesión de Álvaro Vélez, el último tramo del encuentro fue un auténtico quinario para los de Juanmi Puentenueva. Todo acabó en tablas.
Ficha técnica
Real Betis Balompié: Pedro López, Rafa Navarro, José Docsion, Nacho González (C), Álvaro Vélez (Jesús Braganza, 84′), Adrián, Álex Barrera (Ignacio Abeledo, 53′), Fran Díaz (Alvarito, 89′), Ismael (Adrián Wójcik, 68′) y Pepelu Vidal.
Sevilla Fútbol Club: Ángel, Mode, Garrido, Juanlu (C), Moi, Antonio, Mato, Curro, Juanje (Pavón, 67′), Borja y Carlos (Juan, 80′).
Árbitro: José María Díaz Moga. Amonestó a: Pepelu (Expulsión por doble amarilla: 34′ y 78′), Mode (39′), Garrido (39′), Nacho González (64′) y Antonio (75′).
Goles: Mode (0-1, 50′) y Pepelu Vidal (1-1, 60′).
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Noticia por Antonio Fernández Ocaña
Nací una gélida noche de diciembre del 1993. Desde entonces, tuve claro que quería dedicarme al tan romántico como complicado oficio del periodismo deportivo. Estudio el Grado de Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. Por aquí, dicen que soy el encargado de la Sección de Cantera.
LOS EXTREMOS PUROS: ESA “ESPECIE” EN PELIGRO DE EXTINCIÓN
Manel Torrejón Perea (efecto fútbol)
Robo de balón en el medio del campo y salida rápida buscando sorprender al rival. La pelota llega al extremo izquierdo, controla el pase con el interior, el esférico queda parado y por un momento el tiempo también. En décimas de segundo, por la cabeza del jugador pasan miles de cosas y su cuerpo experimenta sensaciones muy contradictorias. Pegado a la línea de banda, con el lateral derecho encima, la grada sobre sus hombros, voces y susurros entran sin parar por sus oídos y la sangre le bulle. Va a mil revoluciones, pero intenta serenarse y pensar que hacer, todo en décimas de segundo.
El rival es como un toro que viene a embestir y el debe sortearlo con maestría, e intentar acabar la faena dignamente para poder conseguir el ansiado premio del gol, con la ayuda de sus compañeros. En ese momento, todo vuelve a la realidad, el extremo amaga con el cuerpo, hace una media bicicleta con la que desequilibra al lateral y consigue marcharse por velocidad con el balón pegado a la cal y a escasos centímetros la línea de córner.
En ese momento, el delantero de su equipo hace un desmarque al defensa rival y consigue adelantarse en la carrera unos centímetros. El extremo levanta la cabeza y lo ve, en ese momento y sin pensarlo, pone un centro desde la línea de fondo con el interior del pie, que se va abriendo para que el portero no llegue y medido a la cabeza de su compañero desmarcado. El delantero impacta con su cabeza al balón con mucha potencia y el esférico entra en la portería como un rayo, sin que los defensas ni el portero rival puedan hacer nada para impedirlo.
Fútbol en estado puro, sin duda, pero un fútbol que se está perdiendo a una velocidad de vértigo.
Hoy hemos visto reflejado este artículo en el gol del Betis.
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