En plato frío
Dicen que la venganza se sirve en plato frío, y tiene toda la razón aunque futbolísticamente cueste incluso pensarlo. Pero no es motivo para no poder servirme una buena ración de plato frío y acordarme de las maneras de ganar los partidos un Hércules hace un año. El mismo que ha tardado en devolvérnoslo, si me apura, quizás un poco antes.
También me la sirvo para cierto futbolista de pasado bético. Ahora jugará donde nosotros no lo haremos. Para él nuestros campos de Soria, que diría Machado, con todos mis respetos a los aficionados del Numancia y a los habitantes de tan hermosa ciudad.
También pido una buena ración de plato frío cuando he recordado aquel partido de hace veinte años, cuando quien os escribe tenía veinte años de igual manera, y vivió en aquellos la habilidad de un despiadado Rommel Fernández que nos apeaba de la división de oro en aquellos desafortunados partidos de play off tan lejanos en el recuerdo de muchos. Ahora hemos vengado la crueldad tinerfeña con un soberbio gol, entre otros, de Salva Sevilla y una excelente actuación de Casto, arropados por la afición entre las que me encuentro que empieza a creerse que está donde nunca debió de salir.
Pero de ello hablaré cuando sea oficial, como mi entrenador, que con un nudo en la garganta expresaba la satisfacción que sentía sin querer demostrarlo hasta que no fuese oficial. Como él, escribo estas líneas con un nudo en la garganta tras llegar de Villamarín a horas impropias de regresar de un partido de fútbol.
Aguantaré aunque sea difícil y lo celebraré cuando sea oficial de todas las maneras que puedo celebrarlo como bética, en mi peña, en la Plaza Nueva, en el Villamarín y por supuesto, con las letras que cada post partido me deja mi corazón verdiblanco reflejado en esa crónica que de pura emoción, está escrita con un nudo en la garganta, pero desde luego, escrita con el corazón de trece barras y en plato frío, por qué no.