Volver a San Pablo, crónica del regreso a casa de un viejo aficionado
Primero quisiera agradecer a Manquepierda la confianza depositada en mi para informar a nuestros lectores y seguidores en redes sociales del baloncesto verdiblanco, espero estar a la altura y no decepcionar a nadie. Como buen balcánico, exigencia máxima.
Parecía mentira que a mi edad tuviera ayer gusanillos en la tripa, sensaciones extrañas de una persona que ha vivido cosas y que volvía al lugar que tantas alegrías y decepciones me hizo sentir. Me preparé para la ocasión, no en vano llevaba una camiseta que solía llevar a los partidos antes de tener prendas del equipo, una camiseta de la película “Space Jam” con 20 años y muchos momentos en sus costuras.
Andaba algo desorientado, y mira que conozco bien el pabellón de San Pablo. Conozco sus gradas, sus pasillos, algún vestuario, su pista subterránea, su gimnasio, hasta he jugado en la pista principal, que vale que fuera un entrenamiento con mi equipo, pero son cosas que no se olvidan fácilmente.
Una vez dentro tomaba asiento en la zona correspondiente a prensa, pegada al fondo sur, grada que fuera mi lugar en mi primera temporada de abonado. Al año siguiente me pasaría al fondo norte, donde la peña Fondo Siux hacía vivir el baloncesto de otra forma, a otro nivel. Miraba de soslayo la grada norte y no podía evitar sentir cierta nostalgia, grandes momentos vividos allí, muchas afonías sufridas, muchos saltos de alegría. Ahora mi posición me impedía saltar igual, pero siendo transparente como soy me resulta imposible no exteriorizar los sentimientos y la pasión que se desatan en un partido de baloncesto.
Hace algo más de una década que por trabajo, y desapasionamiento, dejé de hacerme socio del Caja y vaya si ha cambiado desde entonces. La base es muy similar a la de entonces, pero como me decía ayer un amigo, se ha americanizado bastante en pos de hacerlo más espectáculo. Banquillos en sitio diferente, mesa de anotación en lugar diferente, aunque en mis tiempos ya decíamos muchos que donde estaban no era el mejor lugar. El momento más extraño fue cuando sonó el himno del Betis, extraño en el buen sentido no me malinterpreten.
En mis casi 15 años yendo al baloncesto de forma regular lo más parecido a un himno que sonó en San Pablo fue cuando le encargaron una sevillana a un integrante del grupo “Siempre así”, si mal no recuerdo. “Vuela mi Caja” repetía cansinamente aquella cuarteta que no tuvo mucho éxito ni caló en el aficionado, de hecho hace poco intenté buscar referencias por Internet y no aparecía nada, pero no les engaño, hay una sevillana que se titula “Vuela mi Caja” que se encargó como himno del club hará cosa de 14 años aproximadamente.
La grada, en fin, presentaba el aspecto de siempre. 4100 espectadores el dato de asistencia, más o menos igual que siempre, y es que algo que no he visto nunca en un partido del Caja ha sido las gradas llenas. Muchas entradas de protocolo que se quedaba el ayuntamiento, la Junta, la Caja San Fernando, etc., hacía que fuese imposible llenar nunca San Pablo, y es que San Pablo fue siempre lugar para el postureo político.
El partido, bueno, como tantos otros de los casi mil partidos que lleva el Caja en ACB en toda su historia. La grada empujó a más no poder, como suele ser habitual, pero el Betis ayer no entró en el partido en ningún momento.
Final del partido y a vestuarios, otra novedad de la americanización del baloncesto. La prensa entra en vestuarios para entrevistar a los jugadores tras el partido, pero las caras no invitaban a preguntar mucho. Los recuerdos en aquellos pasillos me llevaron a 1996, cuando el Caja San Fernando de Asa Petrovic se merendó al Real Madrid en octavos de final de la ACB. Dio la sorpresa en Madrid el Caja, luego remató la faena en Sevilla ganando la eliminatoria 2-0 cuando los octavos eran al mejor de 3 partidos, al año siguiente lo cambiaron. El Madrid partía como favorito al haber quedado segundo en liga regular, el Caja había quedado séptimo. Recuerdo que me colé en los pasillos en los que ahora estaba y vi a un cariacontecido Zeljko Obradovic, al que le pedí un autógrafo sin saber de su carácter, aunque conmigo fue amable para lo que le he visto después. También me cruzaría con Joe Arlauckas, bellísima persona y enorme jugador de baloncesto que tuve la suerte de ver jugar.
Luego la rueda de prensa y finalmente para casa. Al salir veía a algunos aficionados en la puerta de vestuarios esperando a los jugadores, como hacía yo años atrás, y no podía evitar sonreír. Horas allí esperando a los Anderson, Petrovic, Turner, Scott, Kornegay, Smith, Imbroda, etc. Puertas por las que vi salir a un imberbe Pau Gasol que junto con Navarro cargaban con las maletas del equipo, como novatos que eran.
Si me permiten la licencia, anoche cumplí un sueño, y es que en mis años de abonado del Caja San Fernando, que disfruté y viví como el que más, con viajes a Madrid, Cáceres o Málaga a ver al equipo, siempre tenía en mi corazón verdiblanco esa sempiterna duda que pensé que me llevaría a la tumba sin resolver…¿Cómo sería un partido del Betis, equipo que amo con locura antes incluso de nacer, de baloncesto, deporte que me embaucó desde muy muy pequeñito? Ahora ya se la respuesta, y la sensación de paz interior choca con los altibajos que se suceden en un partido de baloncesto. Como se dice en Estados Unidos “I love this game”, y como decimos por aquí ¡Viva el Betis Manquepierda!

Noticia por Dejan Boyerovic
Amante del baloncesto y bético de nacimiento. Escritor aficionado y periodista frustrado, que desahoga sus ganas de escribir colaborando en la web. Ahora con el Betis Energía Plus intento despertar la pasión por el baloncesto entre los béticos de Manquepierda.