¿Brindis al sol o estupidez?, de Luis Carlos Peris
El 5 de enero de 1999 el Sevilla FC procedía a la destitución del técnico Fernando Castro Santos y su sustitución por Marcos Alonso. Después de 18 jornadas de Liga el equipo sevillista era el octavo en la tabla de clasificación de la Segunda División y la lucha por el ascenso cada vez era más complicada.
Dentro de las habituales declaraciones con las que los técnicos se pronuncian siempre en este tipo de asuntos («Vengo con unas ganas enormes de lograr el único objetivo que tenemos», «El Sevilla está en Segunda, pero es un equipo de Primera», «Esta afición es una de las mejores, y es la que me ha hecho fichar por el club», «Es importante que cada domingo vayan al campo como mínimo 25.000 seguidores», etc) llamó la atención que declarase que estaba deseando eliminar al Villarreal en la Copa para tener la posibilidad de enfrentarse al Betis, por entonces en Primera División.
Esta forma de ganarse la adhesión de la afición propia metiéndose en terrenos de la rivalidad particular entre los equipos sevillanos, suele ser una constante entre los recién llegados que quieren hacerse rápidamente con el fervor de los más adeptos. Una práctica que también tuvimos ocasión de ver algunos años más tarde con la llegada de algún otro jugador, como un delantero uruguayo llegado desde la Costa del Sol.
Esta intervención de Marcos Alonso fue comentada en los días siguientes en este artículo del periodista Luis Carlos Peris en Diario de Andalucía.
Narrada ayer con muchos más pelos que señales la historia de desamor entre Fernando Castro Santos y el Sevilla viene a colación el brindis al sol que ha realizado su sucesor en el banquillo de Nervión, Marcos Alonso.
Dijo, sin que nadie le preguntase, el mejor amigo azulgrana de Maradona, que estaba deseando eliminar al Villarreal de la Copa del Rey para contar con la posibilidad de enfrentarse al Betis. Y habiendo días enteros, ¿para qué esa preocupación con los medios días?
No es la primera vez que alguien que llega a la corte de Nervión le paga una coz gratuita al otro equipo de la ciudad. Era moneda de curso legal en aquel tiempo expansivo de Luis Cuervas en la presidencia del club. Y si entonces se veía como un brindis al sol en estado puro, ahora que el Sevilla anda como anda, la salida de pata de banco de Marcos se ve como una estupidez. Ni brindis al sol ni leches, una solemne estupidez, ganas de hacerse con el fervor de la grada antes de ganarle a nadie. Estas son cuestiones que a los nacidos en Sevilla nos repatean. Eso de que venga uno de donde su madre lo echó al mundo y quiera parecer más sevillista que nadie no cuela bien. Es más, no cuela absolutamente nada, si exceptuamos a algún que otro descerebrado que contempla el fútbol desde la cerrazón, como un Montesco que ve acercarse a un Capuleto.
Usted, recién llegado Marcos Alonso, tiene por delante una tarea tan laboriosa, tan complicada, que bastante será lo de afrontar cada cita como si fuese una final, y de nada le valdrá una hazaña copera si en junio el Sevilla sigue en el pudridero de la Segunda. Y usted me dirá que ambas cosas son posibles y yo le digo que sí, que tiene usted muchísima razón, pero permítame aclararle que la afición del Sevilla está harta de faraonismos y de promesas sin fundamento. Qué más quisiera que coger al Betis y despanzurrarlo, pero vayamos por partes y la primera de todas es que el que dirija al Sevilla desde el banquillo no se comporte como esos consejeros con vocación de hincha que siempre están más pendientes del otro que del Sevilla, el suyo.