Centenario de Alfonso Jaramillo
El 2 de junio de 1914 en el corral de vecinos Rosario, de la trianera calle Pagés del Corro 65, vino al mundo Alfonso Jaramillo González, dentro de una modesta familia trianera. Su padre aderezador de aceitunas, su madre cigarrera, antes de dedicarse a las tareas de sacar una familia de cinco hijos adelante.
Como era corriente en esta época entre las familias trabajadoras, a los 12 años dejó la escuela y comenzó a trabajar para comenzar a ayudar a la modesta economía familiar. Primero como dependiente en una taberna en la calle San Jacinto, posteriormente en la fábrica de cerámica que la familia Mensaque tenía en Triana. En este oficio se desenvolvería gran parte de su juventud, entrando luego a formar parte de la administración de la empresa. En los años 40 se estableció por su cuenta, con un negocio de venta de materiales de construcción.
Como el mismo Alfonso Jaramillo relata sus primeros pasos en relación con el Real Betis Balompié, los dio en la segunda mitad de los años 20, cuando acudía al campo del Patronato acompañando a su cuñado. Recordaba con especial énfasis una derrota por 3 a 0 en el campo del eterno rival, en la que su cuñado le preguntó: «¿Qué te parece haber perdido de esta forma?» y su respuesta fue contundente: «Ahora soy más bético que nunca».
En esa respuesta Alfondo Jaramillo refleja ya una de las bases del beticismo que guió toda su vida, y un sentido de la fidelidad ajeno a los puntuales resultados deportivos. Un beticismo a prueba de derrotas y sinsabores, de adversidades y desengaños.
Comenzó a colaborar con el club en labores secundarias, trabajando junto a Manuel Simó, por entonces encargado de la faceta burocrática y administrativa, en la secretaría del club. Asistió por entonces a los grandes triunfos béticos en la primera mitad de los años 30, así como al declive posterior a la guerra civil y los duros años 40.
Es precisamente en 1949 cuando entra a formar parte de la directiva bética encabezada por Pascual Aparicio, en los tiempos más sufridos y amargos en la trayectoria por la Tercera División.
Con la salida de Pascual Aparicio en 1951 Alfonso Jaramillo pasa a un segundo plano. Será a finales de la década de los años 50 cuando retoma su labor en pro del Betis. Como concejal del Ayuntamiento sevillano facilita los contactos entre Benito Villamarín y la entidad local, que culminan con la compra del estadio de Heliópolis en 1961.
Es incansable su labor en esos años, concretada en la fundación de la Peña Bética de Triana en 1959, la Federación de Peñas Béticas en 1961 o la presidencia de la Federación Andaluza de Boxeo en 1962. Desde ese mismo año de 1962 Alfonso Jaramillo se reintegra a la directiva del Betis, como vocal en las directivas presididas por Benito Vilamarín hasta 1966.
A destacar también que en 1962 se pone en marcha el Triana Balompié, equipo filial del Real Betis Balompié, y que Alfonso Jaramillo será su primer presidente.
Ya en los años 80 Jaramillo es todo un referente dentro de la mítica en verde y blanco. Formará parte de la Junta Consultiva y de la Junta Económica el club, organismos dedicados al asesoramiento de las directivas e integrados por destacados béticos. En 1985 también presidió la Comisión que celebró el 50 aniversario del título de Liga del año 1935, y en los 90 formó parte destacada de la constituida Agrupación de Béticos Veteranos.
Para terminar unas palabras del propio Alfonso Jaramillo que nos relata Rafael Medina en su obra «Alfonso Jaramillo, entre Triana y el Betis», de la que hemos sacado bastantes datos sobre la biografía bética de Jaramillo: «Es verdad que he dedicado parte de mi vida al Club de mis amores, y también es verdad que a cambio de ello, o mejor dicho como premio por mi dedicación, he recibido la fortuna del cariño y la admiración de un elevado porcentaje de la familia bética, recibiendo muestras de ello diariamente cuando voy por la calle. Ni soy vanidoso ni tampoco creo que sea el preferido, pero lo cierto y verdad es que soy el bético más feliz del mundo».
Desde hace ya casi dos años don Alfonso ya no está entre nosotros. Su querida Virgen de la Esperanza de Triana lo llamó a su presencia, pero seguro que desde el balcón que los béticos tienen en el cielo se asoma cada quince días para ver al equipo de sus amores.