Chus Herrera y Chus Alonso, de nuevo juntos, de Manuel Sarmiento Birba
Chus Alonso fue futbolista del Real Madrid entre 1935 y 1948, al que llegó procedente del Oviedo. Jugaba de interior y destacó por un gran remate de cabeza. Entre sus honores, ser el autor del primero gol oficial marcado en el estadio Santiago Bernabéu, un 28 de diciembre de 1947 ante el Athletic Club.
Falleció el 10 de agosto de 1979 y el periodista gallego del diario deportivo AS Manuel Sarmiento Birba le dedicó este emotivo artículo, en el que también recordaba a Chus Herrera, sobrino de Chus Alonso, y que había fallecido 17 años antes a los 24 años, debido a un cáncer fulgurante. Chus Herrrera también empezó jugando en el Oviedo y pasó,como su tío, del equipo asturiano al Real Madrid. Era hijo de Herrerita, una de las grandes figuras del Oviedo de todos los tiempos.
En octubre próximo hará diecisiete años que murió aquel formidable muchacho, excelente jugador y figura ya consagrada del Real Madrid, Chus Herrera. Para quienes le habíamos visto crecer y medrar por los alrededores de la plaza de América, de Oviedo, era simplemente Susi.
Desde aquel 20 de octubre de 1962, fecha en que Chus Herrera, en plena juventud, entregó su alma a Dios, los ojos de Jesús Alonso Fernández comenzaron a secarse. Jesús Alonso Fernández era tío de Chus Herrera. Y éste, hijo de Eduardo Herrera “Herrerita” y de Mercedes Alonso.
Aquel, gran extremo malogrado del Real Madrid, tenía que haber sido un fenómeno, ya lo era cuando murió, porque de raza le venía el fútbol. Hijo de Herrerita, uno de los mejores interiores que ha tenido España y sobrino de Chus Alonso, otro gran interior de cuerpo entero. Chus Herrera se murió en el silencio de un Oviedo triste en un sábado de octubre de 1962. Pronto van a cumplirse diecisiete años. Me acuerdo perfectamente que estaba yo con Pepe Samitier, Antonio Carrasco y Luis Casas “Pasarín” en la Peña Baviera cuando nos dio la noticia el fallecido y querido amigo Fernando Ors. No supe qué decir ni hacer. Hubiese querido ir a Oviedo, pero me retenía mi profesión en Madrid. Opté por irme hasta Alcalá de Henares con Angel Arce Zubieta y tratar de olvidar. En más de una ocasión en el Oviedo que conocí, calle Marqués de Teverga arriba, tenía llevado de la mano al pequeño Susi, que ni soñaba por aquel entonces que en una noche de 1960, en septiembre, iba a volver loco al defensa Aguerre, del Peñarol, y proclamarse campeón mundial de clubs.
Durante todos estos años transcurridos, insisto que van a cumplirse diecisiete, veía cada quince días, por lo menos, a este gran Chus Alonso que acaba de morirse. Y lo veía porque yo ocupo un asiento del palco A del estadio Bernabéu en el sector de prensa. Y antes del partido o durante el descanso, Chus Alonso siempre estaba en la zona vecina al mismo formando tertulia con otros amigos o colegas. Siempre era la misma pregunta:
– Manolo, ¿qué tal por allá arriba?
– Pues sé poco; creo que llueve mucho. Ya sabes que se murió fulano o que está grave zutano. En cuanto al Oviedo, una de cal y otra de arena. Desde que se retiraron Antón, Emilín y tu cuñado, el equipo no carbura
Y así día tras día, o mejor dicho, domingo tras domingo. Alguna vez lo veía por la zona de Ibiza, fuimos vecinos muchos años, con alguno de sus sobrinos, Roberto, Fernando, Enrique, hijos de Herrerita, cambiábamos cuatro impresiones, se reía con fuerza de alguna cosa que le decía yo, me daba una palmada y se iba a su negocio de la calle Goya.
Pobre amigo mío, Chus Alonso. Postrado por una cruel enfermedad, se murió en un jueves de este agosto de calor. Yo supe la noticia a la par que Luis Molowny, pero estábamos algo alejados de Madrid. Luis Molowny, que llegó a jugar con él como compañero, aunque fuese sólo un par de años, se sintió afectado. Yo, como es natural, hubiese querido escribir esto ayer, pero me era imposible. La redacción me quedaba a unos pocos kilómetros. Pero lo hago hoy con la misma pena y el mismo afecto y cariño que le tuve en la vida. Chus Alonso ya está en el cielo, que es el premio para los que como él han sido un ejemplo de comportamiento en su existencia.
Ahora se recordarán sus escarceos en el Oviedo de antes de la guerra, en el Valladolid, en el Madrid y en su malogrado pase al Barcelona, en su afección de corazón que le retiró dos años y su vuelta al fútbol con el Zaragoza. De sus tres aportaciones a la selección española ante Francia, en Sevilla, Alemania, en Berlín, e Italia, en Milán. Más de un veterano seguidor del Madrid le recordará con nostalgia en sus jugadas, con una zancada limpia, con un gran estilo, con un buen remate de cabeza y con un dribling corto y ceñido. El Chus Alonso de la delantera de las tres y las cuatro “aes” en el viejo Madrid del viejo Chamartín: Alsúa, Alonso, Alday, Arbiza…
En octubre hará diecisiete años que se murió Chus Herrera, quizá su sobrino predilecto. Ahora se ha muerto él. Desde el jueves, los dos Chus ya están juntos en el cielo y los ojos de Alonso, que se habían secado de tanto llorar la muerte de su sobrino, se habrán alegrado otra vez por estar de nuevo frente a frente. Desde hoy, San Pedro no tiene problemas en el ataque de su equipo celestial. Cinco amigos míos están en línea: Chus Herrera, Chus Alonso, Cholo Dindurra, Areitio y Emilín. Cuando yo me vaya con ellos ya no nos ganará nadie.