Clemente y Denilson. Aquí hay morbo, de Alfredo Relaño
La llegada de Javier Clemente al banquiilo bético a finales de octubre de 1998 levantó muchísima expectación. A su habitual y llamativa presencia en los medios de comunicación se unía el hecho de ir a dirigir a una plantilla que en solo tres meses había fagocitado ya tres técnicos (Luis, Oliveira y Cantatore).
Era el año del debut de Denilson, el fichaje galáctico de Lopera, a quien puso una cláusula de rescisión estrambótica, y cuya imposición para que contase con él fue la mecha que prendió el conflicto con Luis Aragonés.
Ya antes de que Clemente debutase en el banquillo la prensa comenzó a especular con las difíciles relaciones que se auguraban entre el carácter y la exigencia del técnico de Baracaldo y la mediática figura brasileña. Así, por ejemplo, lo reflejó en su columna de AS el periodista Alfredo Relaño. Unos augurios que se harían realidad a lo largo de toda la temporada.
La causa de la gran crisis entre Luis Aragonés y Lopera fue Denilson. Aquel no estaba interesado en el jugador, del que pensaba que sería difícilmente adaptable y cuentan que hasta llegó a decirle a Lopera: “Por mucho Denilson que venga, el titular seguirá siendo Jarni”. Y Lopera le contestó: “Pues no, porque a Jarni lo vamos a vender”. Y ahí se rompió todo.
Desde entonces, ya saben: Oliveira, que duró lo que un pastel en la puerta de un colegio, y Cantatore, que no es el que fue. Resultado, el Betis último y una atrevida terapia de choque de Lopera al contratar a Clemente.
A todos los riesgos que per se supone este entrenador, en el caso del Betis se añaden dos: en Sevilla se le quiere menos que en ningún sitio (él sacó a la selección de la ciudad, donde jugaba desde hace muchos años todos los partidos oficiales), y los jugadores como Denilson no son su especialidad. Recuerden los casos de Sarabia, Lauridsen o Iván de la Peña.
Da la impresión de que el Betis camina sobre dos pastillas de jabón: Denilson y Clemente. Me cuentan también que ayer mismo Lopera dijo en el vestuario que el que no corra no va a jugar. Y muy probablemente va a ser así.
Resultaría un sarcasmo que después de haber provocado el sacrificio de Luis Aragonés, Denilson se quedara ahora fuera. En todo caso, el morbo está servido. Y hay que saludar con interés el regreso de Clemente, ahora a la empresa privada (ésta sí que es privada, casi diría que privadísima) donde se exige más.
Fuente: AS 28 de octubre de 1998