Del Recreativo al Granada CF, toda una vida, de Manuel Sarmiento
En 1987 el Granada CF volvía a la Segunda División tras 2 temporadas en Segunda B de la mano de Joaquín Peiró.
Por este motivo el periodista Manuel Sarmiento escribió en el diario deportivo AS en el que rememoraba los tiempos fundacionales del equipo granadino, primero llamado Recreativo de Granada, su primer ascenso a la Primera División en 1941 e incluso cuando llegó a la final de Copa en 1959.
Cuando el cronista era un niño, aficionado al fútbol por la lectura continuada del semanario AS, de don Luis Montiel Balanzat, se enteró de que en Granada había un equipo al que denominaban Recreativo. No estaba en la clásica Segunda División de entonces y ni siquiera aparecía en competiciones a nivel nacional. Para mí era el Recreativo de Granada y tenía gracia el hecho de que mantenía una rivalidad creciente con otro equipo, que ahora también lleve el nombre de una hermosa ciudad como es Málaga, pero al que en dicho tiempo denominaban Malacitano. Es decir, el Granada actual era el Recreativo y el Málaga actual era el Malacitano.
Yo sé que en 1931 un gran aficionado, don José Amigó Vicó, en unión de otros amigos, entre los cuales estaba el que luego sería gran “factótum” granadino en el fútbol, Ricardo Martín Campos, pusieron la primera piedra de una directiva para fundar el Recreativo de Granada. Se había jugado al fútbol en la ciudad de la Alhambra ya anteriormente, pero de una manera informal. El nuevo Recreativo juega su primer partido en serio con la UD Andújar, que me supongo que debía ser el antecedente del actual CD Iliturgi, metido actualmente de lleno en una etapa difícil, máxime desde que se tuvo que ir de su centrísimo estadio de San Eufrasio. De eso podría hablar mucho el gran Casuso, el que en su tiempo fue medio ala del Racing de Santander y del propio Iliturgi, y que se ha quedado a vivir para siempre en la bella población jiennense.
El Granada apenas hace nada hasta el comienzo de la guerra civil en España. Tres años de inactividad que transforman a la afición de la bella ciudad y donde se jugó un partido internacional informal en plena guerra con una selección nacional donde formaron, entre otros, Inchausti, Ciriaco, Herrerita, Soladrero, Guzmán, etc
Es después de la guerra cuando el Granada, que ya no se llama Recreativo, da el gran salto. Ha dejado a un lado sus primitivos colores azul y blanco a rayas verticales por los actuales rojiblancos. Y en la temporada 1940-41 da la gran sorpresa en el fútbol español. Se había llevado de Madrid a Valderrama como entrenador, y a una pléyade de jugadores de los clubs modestos de la capital. Tales como Maside, Floro, González, Trompi, Sierra. Aparte los consagrados como Bonet y Marín, que habían destacado antes de la guerra en el Madrid y Atlético de Madrid respectivamente. Y con otras aportaciones, como los gallegos Bachiller y Liz, más el barcelonista César, que actuó como cedido, y la gloria donostiarra Cholín, armar un equipazo donde entraba el granadino Millán como único jugador local en la defensa. También era alta un delantero vasco de apellido Gárate y el medio canario Sosa, hermano de los Jorge Sosa, que tanto destacaron en el Español y Atlético de Madrid. Y por añadidura, padre del medio Robi, que sobresalió hace pocos años en el Salamanca y Atlético de Madrid. Era un Granada que se clasificó en su grupo de Segunda para jugar la liguilla de ascenso a Primera División. Cosa que hizo con la Real Sociedad de San Sebastián, que le acompañó en el salto, y el Deportivo de La Coruña y Castellón, que no clasificados directamente, ascenderían así mismo al superar en partidos únicos de promoción, jugados en Madrid, a Murcia y Zaragoza respectivamente.
Aquel Granada de delantera tan resolutiva como la integrada por Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz fue excepcional. Y su bautismo en Primera en 1941-42 lo hizo con un cuadro donde estaban el húngaro Alberty, que luego fallecería en esa ciudad, y Floro como portero. Sí, el gran Floro, que es habitual contertulio en la actualidad en el barrio de Cuatro caminos en Madrid, en una taberna excepcional denominada San Mamés, y donde yo he vivido jornada inolvidables. En la defensa, Millán, González, Benítez y el gallego Alejandro, que había actuado en el Coruña, Atlético de Madrid y Barcelona. En la línea de medios Maside, Bonet, Sierra, Fernández, Sosa, Conde, antes en el Valencia y en el Hércules, y en el ataque Marín, Trompi, Cholín, César, Bachiller, hoy afincado en Gijón, Camilo Liz, hasta hace poco gerente del Cádiz, Gárate y Muñoz. Era un Granada excelente.
Un equipo que con el tiempo disputaría en su mejor gesta la final de la Copa de España en Madrid, en 1959, ante el Barcelona, perdiendo por cuatro goles a uno ante los discípulos entonces de Helenio Herrera. Los finalistas del Granada fueron: Piris, en la portería; Becerril, Vicente y Larrabeiti en la defensa; en la media Ramoní y Pellejero; en el ataque J. Vázquez, Carranza, Loren, Benavides y Arsenio. Sí, el mismo Arsenio Iglesias, el entrenador filósofo gallego.
Es justo que glosemos esto del actual Granada de Joaquín Peiró, que ha entrado de lleno nuevamente en la Segunda División, categoría que merece con creces el figurar en ella y, como es lógico, aún no fenecerán aquí las aspiraciones de los granadinos que añoran sus viejos tiempos en la Primera División, a la que desean volver algún día. Joaquín Peiró, un formidable entrenador, un ex jugador excepcional en sus días del Atlético de Madrid y en sus etapas italianas, un buen amigo, ha logrado el éxito que indudablemente merece. Un Granada al que AS felicita por su retorno.
Fuente: Manuel Sarmiento en AS 6 de julio de 1987