El Bilbao de los ingleses, de Jacinto Miquelarena

Como preparación para el inminente Campeonato Mundial de Fútbol que se iba a celebrar en Italia desde finales de mayo de 1934 la selección española, dirigida por Amadeo García Salazar, disputó dos partidos contra el equipo inglés del Sunderland.
El primero se jugó en Bilbao el 13 de mayo y finalizó con empate a 3 y el segundo en Madrid dos días después, repitiéndose el empate esta vez a 2.
En el diario deportivo bilbaíno Excelsius el periodista Jacinto Miquelarena publicó el artículo que hoy reproducimos el día 15 de mayo. En él se ponían de manifiesto los tradicionales lazos que desde siempre unieron a Bilbao con el fútbol británico, más concretamente con el inglés. Conocida es la conexión del fútbol británico con Bilbao a través del frecuente contacto comercial y marítimo mantenido con las Islas Británicas, un contacto en la doble dirección: el de los hijos de los industriales bilbaínos que iban a estudiar a Inglaterra y allí aprendían el popular juego, y el de los numerosos marineros, mineros y trabajadores de astilleros que desde las Islas se establecieron en la ría bilbaína, popularizando y dando a conocer el juego del fútbol.
Sólo una matización al texto de Miquelarena, y es que el fútbol en España no sólo entró por Bilbao. Hoy sabemos que el desarrollo se produjo de forma simultánea en diversas localidades, y que la semilla, como en el caso de Bilbao, también fue doble: la procedente directamente de las colonias comerciales o industriales asentadas en España y con origen en las Islas Británicas, y la de aquellos hijos de las clases acomodadas que como parte de su educación estudiaron en el extranjero, no sólo en Gran Bretaña, y que allí conocieron este sport propio del estilo de vida británico que entonces dominaba el mundo.
La llegada a Bilbao de los del Sunderland ha despertado, por lo visto, una serie de nostalgias. Y lo que es más aún, ha despertado una guirnalda de simpatías. El fútbol entró en España por Bilbao, no hay duda alguna. Por el Bilbao de las campas y el ferrocarril de Portugalete y los almacenes de maderas. Al lado estaba la ría. Fue cuando triunfaba Pepita en su puesto del Arenal, rodeada de riquezas: chufas, palo de regaliz, caramelones y Nick Carter. Fue cuando se “afanaba coco en Ripa”; cuando Gustavo de Maeztu empezaba a ser considerado como el mejor delantero centro de Averly y cuando Pichichi hizo su primera pira a los Escolapios.
Nosotros recordamos que entonces los “culines” eran despreciados en los colegios, y no podemos olvidar que todos envidiábamos un poco al hijo de un capitán de barco que fumaba tabaco inglés…
Cada familia tenía entonces un hijo en Inglaterra. En Liverpool, en Cardiff, en Glasgow… Todo era Inglaterra para los bilbaínos, y Glasgow, por ejemplo, era más Inglaterra que nada.
Hace dos años llegamos a Liverpool en un barco mercante. Atracamos cerca de Bootle y nos dedicamos a recorrer las calles por donde habíamos lucido había veinte años el primer sombrero hongo y el primer “waterproof”.
Una noche, al regresar a bordo, nos dijo el mayordomo:
– He encontrado a un amigo de usted
– ¿De verdad?
– Sí. Muy cerca de aquí. Estaba viendo cómo jugaban al cricket unos obreros parados. Me ha dicho que le saludara a usted y que vendrá a bordo mañana. Se llama Ramón Silva.
¿Os acordáis de Ramón Silva? Uno de los primeros “soccers” del bocho. Contemporáneo de Langford, de Luisón Arana, de Enrique Careaga, de Evans, de Juan Astorquia, de los Castellanos…
Ramón Silva nos enseñó Liverpool por primera vez en 1909. Pequeño, nervioso, activo, trabajaba en una oficina de algodones. Sus glorias futbolísticas no le habían envanecido. Conocía algunas combinaciones para pagar menos en los “Lyons” y estaba enamorado de la hija de un marino vasco, con la que se casó poco después.
Nos recordaba Bilbao. Nos recordaba los primeros partidos con el Burdigala.
Con él entramos por primera vez en los almacenes “Lewis” y con él conocimos todos los rincones de Sefton Park.
Para los bilbaínos de buena cepa debe ser una emoción siempre la llegada de un equipo de Inglaterra.
Por este puerto, se les podrá decir a los muchachos, entró vuestro fútbol. De aquí salieron los primeros jugadores del país. Vamos a Averly y veréis la caseta de un guarda, que sirvió de vestuario a los primeros equipos. Muy cerca está, o estaba, la casa de madera transportable y el cementerio de los Ingleses. Es posible que a vosotros no os produzca esto ninguna emoción; pero a nosotros, sí… Ahora pasaremos la vía del ferrocarril de Portugalete. Allí estaba el jaro de Cherri, adonde íbamos, después de un partido, a cortar juncos y cañas. Luego volvíamos por Ripa. Aquí solía atracar el Rhenania. Y desde este otro punto salté yo al Donata, para hacer un viaje a Inglaterra. El Donata, contemporáneo del elegante Luchanita…
Este año el Athletic de Bilbao no ha sido campeón de España. Era, precisamente, la ocasión de ofrecer un homenaje a los supervivientes de aquel Vizcaya que trajo a Bilbao la primera Copa…