El caso Betis, de Nicolás Salas

La temporada 1952-53 fue un fracaso en el intento del Betis por abandonar la Tercera División. La sexta temporada en la categoría de bronce fue una nueva decepción para los seguidores verdiblancos. A pesar de la inversión económica realizada, incluso con la contratación de un entrenador como Manuel Olivares, el equipo no consiguió en ningún momento pelear por las plazas de ascenso y terminó en un discreto sexto puesto, lejos del Jerez Deportivo que ascendió y del España de Tánger que luchó por la promoción.
La venta de Espina, la gran figura del equipo, al Real Madrid a mediados de temporada, por la que se ingresó una buena cantidad de dinero y la cesión de jugadores como Campa, Granés y Cedrés, fue también otro aspecto cuestionable de la gestión de la directiva bética en esa temporada 1952-53.
Al final de la campaña liguera, en el mes de mayo, se especuló mucho con la posible dimisión de Manuel Ruiz y su directiva. Los rumores sobre la retirada del presidente coriano se sucedieron, así como diversos movimientos en torno a un posible relevo en la presidencia bética. El más importante fue el protagonizado en torno a la figura de Antonio Marras, que movilizó a una parte importante de la afición, recogiendo un pliego de firmas entre los socios verdiblancos y que contó con importantes apoyos entre ex presidentes y ex directivos, para solicitar la convocatoria de una asamblea extraordinaria que debatiese la situación en que se hallaba el club.
El 11 de mayo en el diario vespertino Sevilla el periodista Nicolás Salas se hacía eco de la situación, con este artículo dedicado al «caso» Betis, y en el que exponía el asunto desde un punto de vista muy comprensivo hacia la oposición articulada en torno a Antonio Marras.
Dos días después, el 13 de mayo, la directiva en una nota pública rechazó la posibilidad de esa asamblea extraordinaria, remitiendo la cuestión a la Junta general de la Sociedad que se celebraría una vez finalizada la temporada, para «que sea ella, en su soberana voluntad, la que juzgue nuestra gestión y adopte los acuerdos que puedan estimarse más beneficiosos para el porvenir del Club».
Pues bien, hasta aquí las noticias recogidas al vuelo en la calle, y cuyo comentario publicamos en las ediciones del pasado viernes y sábado. El llamado “caso” Betis, ¡que desde luego es un caso¡, va tomando forma y cada día se da un paso más hacia el fin propuesto.
Indiscutiblemente, el punto de vista crítico nos une a los que piensan que la labor de la actual directiva bética ha sido desafortunada, sin olvidar, desde luego, que no dudamos de sus buenos propósitos y principios. Estos buenos propósitos a que aludimos han resultado luego ser nefastos para el Club. Pongamos por caso que en esta temporada el Betis ha contado con el apoyo de la afición. Apoyo que se ha traducido en muchas pesetas, fruto de los taquillajes records. Además, la afición nunca protestó ninguna de las medidas que la Directiva adoptara. El traspaso de Espina—cuando se pretendía ascender a Segunda División—es la más fehaciente prueba del poco conocimiento. El aceptar, en parte, a cambio la ayuda del Real Madrid, fracaso rotundo. ¿Motivos? Porque en el Betis lo que hace falta es “cantera sevillana”, no injertos que luego han de ser trasplantados.
Por este motivo—que no es poco—varios béticos, no importa ahora sus nombres, están dispuestos a cambiar el sesgo de las directrices del Club. ¿Cómo lo conseguirán? Este es el dilema. Por los comentarios últimamente escuchados, tenemos entendido que don Manuel Ruiz quiso abandonar la presidencia del Club. Ahora—cuando cuenta con el ofrecimiento de un señor—dice que no. Pero ese “no” no resulta válido a los ojos de la afición, porque también se conoce que el puesto de presidente del Betis le ha sido ofrecido a más de un señor, pero que no lo han querido. De ahí la “heroica” posición del señor Ruiz, que, dispuesto a ofrecer el puesto de presidente al mejor postor, se niega a darlo a quien va a pedírselo—don Antonio Marras—sólo con el sano propósito de hacer un “Betis nuevo” y de otras muchas cosas más de que también estamos enterados.
La oposición a la actual Directiva es completa, pues no sólo son los seguidores del Club los que no están dispuestos a hacer de “carne de cañón” otra vez, sino que un destacado núcleo de personalidades los apoya. Más aún: se está formando una colecta de firmas entre los socios del Club para celebrar—quizá el martes—un consejo de socios con carácter extraordinario para tratar de la gestión de la actual Directiva. Dicho consejo reúne la máxima legalidad, puesto que así ha sido expuesta en la Federación Andaluza de Fútbol. Son ya más de cuatrocientas las firmas recogidas; y en el primer pliego figuran las firmas de tres ex presidentes y unos cuarenta ex directivos. Y, ante todo, es cuestión de hacer patente que los gestores de esta asamblea o consejo han agotado, hasta aquí, todos los medios de llegar a un sano acuerdo en concordia.
Esto es todo lo que hasta ahora, con carácter fidedigno, podemos ofrecer del “caso Betis”. Pero la verdad es que la serie de circunstancias que se vienen dando cita nos hace sugerir dos consignas: la primera, el total desenvolvimiento de la masa de seguidores, que es la vida del Club, si se sigue empeñado en seguir adelante en un absurdo; o bien una nueva etapa que, saneada de todos estos elementos “fósiles”—copio—marque una nueva era en los anales de este Club. Y entonces es cuando podrán contar los béticos con la esperanza de conseguir el tan ansiado ascenso y la permanencia en un puesto que, por historia, se merecen ellos y el Club.
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