El secreto del gol está en la barba.

La superstición y el mundo del fútbol están unidos desde los orígenes, y son muchísimos los ejemplos que existen para ello. Desde simples gestos que realizan los futbolistas al saltar al terreno de juego, los aficionados al vestir la prenda con la que se ganó el partido anterior, o los clubs cuando se entierra un ajo en las inmediaciones de la portería maldita en la que nunca se consigue marcar.
Hoy traemos un ejemplo relacionado con el Betis y relativamente reciente, pues sólo tiene 10 años. Su protagonista el delantero bético Jorge Molina, quien en la primera parte de la temporada 2014-15 se vio relegado a jugar poco y marcar menos, aunque en la segunda parte con el relevo en el banquillo sí intervino de forma decisiva en el ascenso de esta temporada, marcando muchos goles.
Como nos cuenta este artículo del periodista Miguel Ángel Morán en las páginas de Marca en el mes de mayo de 2015 también tuvo mucho que ver en ello la decisión del delantero bético de dejarse una tupida barba a partir de las Navidades de esa temporada, que le aseguraron la vuelta a la titularidad y la máxima efectividad ante la portería contraria.
En el mundo del fútbol las supersticiones están a la orden del día. Las hay de todo tipo. Tatuajes, amuletos, rezos, gestos…Unos entran al césped pisando siempre con su pie derecho, otros con el izquierdo. Algunos incluso saltando. Cualquier cosa con tal de ahuyentar la mala suerte. O mejor dicho, de atraer la fortuna, tan necesaria en cualquier deporte para conseguir los objetivos.
En el Betis, como no podía ser de otra forma, también hay algunos futbolistas que creen en este tipo de cuestiones. Sin ir más lejos, la temporada pasada, Rubén Castro empezó a fotografiarse con un amigo antes de cada partido porque le daba suerte y siempre marcaba goles. Aunque, en esta ocasión, el supersticioso es su compañero en la delantera verdiblanca, el alcoyano Jorge Molina.
El ex jugador del Elche no pasó por un buen momento en los primeros meses de esta temporada. Después de cuatro años seguidos como titular en el Betis, vio cómo en pocas semanas no sólo perdía su sitio en el once, con Julio Velázquez en el banquillo, sino que incluso se quedaba fuera de algunas convocatorias. Pero, por suerte para él y a la postre para su equipo, las cosas cambiaron radicalmente el pasado mes de diciembre.
La llegada de Juan Merino, primero, y de Pepe Mel, después, cambiaron por completo el rol de Molina en el equipo. Empezó a jugar más y a ver puerta con asiduidad. Pero, curiosamente, ese regreso a la titularidad y esa tremenda eficacia que le ha convertido en el quinto máximo goleador de Segunda en lo que va de temporada, llegó justo cuando decidió dejar de afeitarse.
Tras las vacaciones de Navidad, Molina volvió al trabajo con una tupida barba, que desde entonces conserva. En estos meses de delantero barbudo, el de Alcoy suma nada menos que 14 goles en 18 partidos de Liga, una estadística espectacular. Su mujer, en más de una ocasión, le ha invitado a afeitarse, pero como el propio Molina reconoció a MARCA en une entrevista reciente, mientras siga marcando goles, la barba seguirá ahí, atrayendo a la diosa Fortuna.