Impresiones de un profano, de Galerín.

El domingo pasado vimos aquí la crónica del periodista Agustín López Macías, «Galerín», sobre el primer partido que Betis y Espanyol disputaron el 1 de enero de 1925 en el campo del Patronato, en el barrio sevillano del Porvenir.
Tres días después, el domingo 4 de enero, se disputaba el segundo partido, que tuvo un resultado mucho más ajustado, una victoria blanquiazul 0-1 con un gol de Llácer en el minuto 43 de la primera parte. De nuevo Galerín hizo una crónica un tanto peculiar, y los anteriormente gatos y ratones se convirtieron en perros y gatos. Una crónica curiosa, repleta de datos interesantes, como ese retraso de media hora en el inicio del encuentro dado que el árbitro no se presentó hasta ese momento, o el escaso público que asistió al encuentro y por otra parte la numerosa afluencia de espectadores, entre ellos los seminaristas de San Telmo, que veían el partido desde las afueras del terreno de juego, dado que por esa época el campo del Patronato estaba en una hondonada del terreno y desde los desmontes que entonces cruzaba la línea del tren que iba a Cádiz se podía ver el partido de forma gratuita.
Mi queridísimo camarada “Oreto”, una de mis debilidades, se marchó a ver jugar al Sevilla y me dejó solito en el campo de los pobres. No hay gente en el precioso “stand” de los balompédicos. “Al perro flaco todo se le vuelven pulgas”. ¿Dónde está la afición? ¿Dónde los amigos de estos jabatos, que todas las tardes dan el pecho, jugando con el alma para no ser vencidos?
Han dado las tres. Hay más público en el terraplén de la línea férrea que en el campo. ¡Qué falta está haciendo un anuncio barato que tape la vista a los que se colocan junto a la vía¡ ¡Y qué falta les está haciendo a los seminaristas un pase de favor¡…¡Pobres muchachos, que salen el domingo a pasear y distraen sus ocios viendo un partido a tanta distancia¡ Los seminaristas, que tienen su equipo en San Telmo, debieran entrar como compañeros. ¡Quién sabe si algún día veremos un partido entre el Seminarista y el Monaguillo F.C.¡
Las tres y media y sin empezar. A esa hora llega el árbitro y el peloteo comienza. Antes nos hemos distraído viendo parar a Zamora. ¡Qué cosas ha hecho este hombre…¡
Perros y gatos
Ayer los ratones pasaron a ser gatos y los gatos se convirtieron en perros. ¡Y cuando los gatos encrespan el rabo son terribles¡ ¿Qué perro puede con un gato acorralado? Ese fue el partido de ayer entre el formidables Español y el modestísimo Balompié: una lucha entre perros y gatos.
Durante el primer tiempo parecía que los catalanes dejaban hacer, pero no era eso. Es que no podían hacer. No los dejaban hacer los gatos, cada vez más rabiosos, más valientes. Todos, sin excepción, iban al balón como jabatos. La desgracia marcó un tanto tonto, estúpido. Entró el balón en la red preguntando ¿se puede?, y como no había nadie en la puerta, pues Jesús estaba en el suelo, entró como Pedro por su casa. La gente silbó aquel tanto como antes aplaudió cuando los catalanes no quisieron tirar un “penalty”. Y termina el primer tiempo aplaudiendo el público a los chiquitines.
Los catalanes salen del campo serios y se meten en su cuarto. Nadie bromea. Los balompédicos se dedican a jalear al equipo, diciéndoles que no es tan fiero el león.
- Por bajo, que por alto no hacéis nada. Mucho ojo con el doctor Tropezones, que cada vez que marca a uno sale dando volteretas
El doctor Tropezones le decimos nosotros a uno de los zagueros del equipo de Barcelona, alto, fuerte, musculoso y más nervioso que “Alardi”.
El segundo ojeo
Ya está otra vez el enemigo frente a frente. Han entrado en el campo hasta veinte aficionados y se han marchado más de cincuenta. La Directiva del Balompié se ahoga con un papel.
Zamora está molesto porque nunca ha jugado ante tan escaso público. ¡Belmonte toreando solo¡
Han empezado atacando los catalanes, y el juego en la portería de Jesús es nutridísimo. Zamora descansa, pero Jesús hace lo mismo que pudiera haber hecho el famoso portero. Se sale fuera de la puerta, se tira a los balones con desesperación, se multiplica, cae, se levanta, anima a los suyos, que se apoderan del balón en todos los momentos.
Los jugadores del Balompié ruedan a racimos y los catalanes van cayendo también uno a uno. Jugando así, poniendo en el juego el corazón, no hay quien gane.
¡Ya riñe Zabala¡ ¡Ya se encaran con el árbitro los catalanes¡ ¡Están tan hechos a ganar que cuando pierden se enfadan…¡
¡Duro ahí, Zurdo¡ ¡Vamos allá, Chico¡ ¡Ahí valiente, Menudo¡ ¡Venga castaña, Castañeda¡ Así grita el público a los chipelines, que corren el balón hasta Zamora, llegando ahogados a la línea de chut. ¡Está tan lejos Zamora…¡
El formidable guardameta hizo varias salidas al exterior para despejar su puerta. Zabala está hecho un taco. Hubo varios momentos de verdadero dominio por parte de los niños, y la suerte no les favoreció. Terminó el partido sin alterarse el almanaque. Casi uno Barcelona por cero el Balompié. Para nosotros un triunfo de los ratoncillos.
¿Opinión del partido? La mía vale poco, pero allá va: El Balompié, jugando como ayer, le da que hacer al que inventó los balones. Muy pronto los veremos frente a frente con los merengues. Merengazo vamos a tener. Tres a uno doy.
- ¿Usted es balompedista?
- Hasta el “güeso”.