Entrevista Pedro Buenaventura 1988.

El 8 de febrero de 1988 Pedro Buenaventura accedía por tercera vez a la posición de entrenador de la primera plantilla del Real Betis Balompié. Si en la primera en septiembre de 1981 suplió provisionalmente a Luis Aragonés por enfermedad, en la segunda sustituyó a Rafael Iriondo en marzo de 1982, mientras que en esta tercera el suplido era el inglés John Mortimore.
A los dos días de ese 8 de febrero se venció 2-0 al Valencia en el Villamarín y el día 14 se cayó 2-0 en San Mamés frente al Athletic. El equipo seguía en zona de peligro y el siguiente rival en casa era el Atlético de Madrid dirigido por César Luis Menotti.
El día anterior a ese difícil encuentro en las páginas de Diario 16 Andalucía se publicaba esta entrevista a cargo del periodista Guillermo Sánchez, y en la que Buenaventura repasaba las circunstancias por las que el equipo se encontraba en tan difícil situación.
Pedro Buenaventura, el entrenador de la transición, afirma que el problema del Betis consiste en “la bisoñez en puestos clave” y el exceso de responsabilidad “en un medio ambiente desfavorable”. Pedro Buenaventura Gil pasará esta tarde su tercera prueba de fuego como entrenador del Betis. En un espectáculo que concede una importancia creciente al papel del estratega, este honestísimo profesional de la casa, que según Retamero asumió la responsabilidad “en prueba de lealtad y entrega a unos colores”, medirá hoy su conocimiento a los de César Luis Menotti, un campeón del mundo que exporta filosofía y achique de espacios.
Buenaventura no se deja impresionar por leyendas vivas del fútbol como Di Stéfano, Kendall o Menotti, sabe que las respuestas en el campo son más decisivas que las teorías y acepta con naturalidad que es el entrenador de las transiciones verdiblancas. Como el general Patton, asegura que toda gloria es pasajera. Una vez más, como ya ocurriera ocho años atrás, ha recibido el encargo de la travesía del desierto porque conoce las claves de este Betis errante que busca la tierra prometida y precisa un acto de fe “en la escuela sevillana, con sus virtudes y sus defectos”.
Sus dos primeros incuestionables logros han consistido en “mejorar la relación del equipo con la grada” y modificar la actitud del conjunto en el campo “para que se crezcan ante los errores, se animen y se contagie en el optimismo”. Con él se han recuperado parte de las señas de identidad del Betis. El equipo ha ganado en solidez y coherencia pese a sus incurables limitaciones.
- Me animó a la hora de afrontar este reto mi confianza en el plantel que tenemos. Caso contrario, tampoco habría dicho que no a la responsabilidad, pero habría sido un sí condicionado. El problema del Betis, después de un comienzo brillantísimo, consiste en que los negativos nos hacen rendir por debajo de nuestras posibilidades. La clave es la desconfianza de los jóvenes y los problemas del resto del equipo para estar a la altura de las circunstancias en un medio ambiente desfavorable
Este estudioso de la filosofía de cantera, ferviente admirador de la vieja escuela de Pepe Valera, reconoce que “no existen las varitas mágicas, caso contrario habría evitado el cese de Mortimore”, lamenta no poder partir de cero “porque parto de menos siete” y cree firmemente que para su viaje se necesitan alforjas, “porque el Betis no va a descender y vamos a conseguir como mínimo dos puntos más fuera de casa que los que cedamos en casa; con cinco negativos salvaremos la promoción y espero estar fuera de peligro antes de que llegue la última jornada”.
Pedro Buenaventura ha sido en sus casi veinte años de dedicación al Betis una especie de director espiritual de los jóvenes valores de la cantera, un Molowny muy sevillano que cuenta entre sus hobbies coleccionar, por deformación profesional, todo tipo de informes futbolísticos e improvisas letras de sevillanas. Su beticismo le llevó “a pasar en blanco la primera noche tras el nombramiento, que para mí fue una sorpresa” y su profesión a pasar “veinticinco horas al día” estudiando las asignaturas pendientes de su equipo.
- No se pueden hacer cambios esenciales ni experimentos cuando se tienen siete negativos. Los entrenadores se ven obligados a los cambios cuando no acompañan los resultados, pero difícilmente podía conseguirse el acoplamiento ideal alineando, como venía ocurriendo, a los mismos hombres, pero en puestos y funciones distintas. Primero la defensa era floja, luego el centro del campo no rendía y, finalmente, el problema es qu no se hacen goles…
Pedo Buenaventura, que dijo a sus jugadores que “ellos debían partir de cero aunque el equipo tenga siete negativos”, sólo intervino desde su puesto administrativo para aconsejar a Mortimore “la alternativa de Romo, porque su puesto ha sido uno de los que más se han movido” y para recabar información sobre la desaparición de Julio de las alineaciones iniciales, “un jugador que había rendido regularmente y fue relegado, según Mortimore, para dar veteranía al centro de la defensa; la decisión me pareció razonable, pero el resultado ha sido que se ha desmembrado la medular”.
Buenaventura Gil, dispuesto a cumplir con la exigencia del presidente de “dar armonía a la orquesta”, pretende hacer compatible la confianza en “la gente de la casa” con la necesidad de perder “la bisoñez de la columna vertebral”. En su opinión, “es necesario tener un hombre experto por línea, y si ese hombre experto forma parte de la llamada columna, mejor que mejor”.
- En el equipo hay jóvenes que podrían sobreponerse a las circunstancias si no tuviésemos siete negativos. Hay ejemplo claros, como el de Parra, que en momentos de angustia son capaces de dar serenidad a sus compañeros más veteranos, como es el caso de los Benítez, Cardeñosa y compañía…Pero Parra es la excepción que confirma la regla
Sus cualidades como psicólogo son necesarias para dirigir este “colectivo humano llamado Betis, un grupo heterogéneo entre los diecinueve y los treinta años de edad, con capacidad económica y formación cultural muy distinta”. Su primera fase en vestuarios antes de comenzar los partidos “es la de hacer ver que en el campo y fuera del campo, tenemos que ser no un equipo sino dos equipos al mismo tiempo”.
La importancia que Buenaventura concede al estado anímico de la plantilla “me hizo sentirme muy decepcionado esta semana, no por el compromiso de los futbolistas en Bilbao, sino por sus declaraciones; no puedo consentir manifestaciones pesimistas precisamente en jugadores que están dando, y por desgracia son pocos, la medida de sus posibilidades”.
Para combatir la desazón del traspiés de San Mamés “que hay que dejar en al pasado porque los de Kendall sólo han perdido cuatro puntos en casa en esta liga”, el entrenador bético ha puesto en marcha una simple terapia de grupo “y algunas conversaciones individuales para convencer a todos de que el Atlético de Madrid sólo ha perdido dos puntos fuera de casa, que hay que poner todo el interés y la energía en ganar, pero que todavía queda mucho recorrido y el Betis, que está más vivo que nunca, no va a estar muerto por una nueva derrota”.
Entre lesiones propias “que forman parte de la propia ley del fútbol” e incorporaciones ajenas, como la de Rogerio Brito Alemao, Pedro Buenaventura se dispone a consumir su tercer partido en el estrecho margen de diez días. La Liga no termina con la visita de Menotti y el diagnóstico, o la buenaventura, es que “solo fallamos en el juego ofensivo fuera de casa, ya que hasta la visita del Sevilla teníamos un cociente de goal-average mejor que el del año pasado con tres positivos; pronto lo solucionaremos todo”.
Consciente de que “para tener ahora siete negativos la planificación ha tenido que ser inadecuada”, de que Meade—“yo le llamo Rafael, como al artista”—necesita partidos, “aunque auténticos refuerzos no se traen con poco dinero”, Buenaventura tiene facultades para hacer posible una nueva transición sin traumas. A ser posible, con el éxito de la última entrada en la escena liguera, cuando llevó al equipo a Europa como relevo provisional de Luis Aragonés y en la recta final de Rafael Iriondo.
Para ello piensa hacer los cambios precisos en la alineación y en vestuarios, “incluso he pedido el traslado de la caseta a otra zona del campo para que deje de ser fuente inevitable de noticias; en otros equipos hay puñetazos que no ven la luz pública y en el Betis sale en los papeles cualquier discusión de jugadores rellenando una quiniela”.