Entrevista Simón Lecue 1963
En 1963 Simón Lecue tenía 51 años, y hacía ya 14 que se había retirado de la práctica futbolística.
Vivía en Madrid, dedicado a sus acividades comerciales, y fue entrevistado por el diario deportivo Marca para una serie que se publicaba semanalmente llamada «De frente y de espalda», en la que se incluía a personajes del mundo del deporte tanto en activo como ya retirados.
En la entrevista Lecue hace un repaso de toda su trayectoria deportiva, desde que se inició en el Deportivo Arrigorriaga de su pueblo natal en 1927 hasta que la finalizó en 1949 en el Zaragoza, pasando por Basconia, Alavés, Betis, Madrid y Valencia.
De su trayectoria en el Betis recuerda con especial predilección su contacto con el entrenador Patrick O´Connell, a quien califica como el mejor entrenador que tuvo en suvida. Y eso que Lecue, a lo largo de su extensa carrera deportiva, conoció a bastantes: Angel Romo y Ramón Encinas en el Alavés, Patrick O´Connell en el Betis, Francisco Brú y Juan Armet «Kinké» en el Real Madrid, Leopoldo Costa y Eduardo Cubells en el Valencia, etc
Y también reseñar que es al Betis al club que recuerda con mayor afecto, 28 años después de dejarlo al finalizar la temporada 1934-35.
Su ficha personal
Nací el 11 de febrero de 1912 en el pueblo vizcaíno de Arrigorriaga. De chico asistí a la escuela, como todos los chicos. Y, al igual que a ellos, me atrajo el fútbol por encima de todas las cosas. La primera camiseta que vestí fue la del Deportivo Arrigorriaga, de categoría regional en 1927. Pertenecí a él durante dos temporadas, al cabo de las cuales pasé a formar parte del Basconia, percibiendo en concepto de sueldo sesenta pesetas mensuales, las cuales, unidas a las que ganaba trabajando en la calderería de la fábrica, me permitían cubrir mis necesidades económicas. En 1930 fui contratado por el Deportivo Alavés, donde empecé alineándome como extremo izquierdo, pasando posteriormente a interior. El club de Mendizorroza me abonó dos mil pesetas en concepto de ficha, más doscientas cincuenta de sueldo mensual. En agosto del 32 el Alavés me traspasaba al Betis por treinta y tres mil pesetas, de las cuales dieciocho son para el club y quince para mí. ¡Toda una fortuna en aquellos tiempos¡
Juego en el Betis durante tres temporadas; soy seleccionado por don Amadeo García Salazar para el equipo nacional y debuto frente a Brasil, en Génova, en el Campeonato del Mundo. Fue el 27 de mayo de 1934 y ganamos 3-1. En junio del mismo año juego contra Italia en Florencia, donde perdimos 1-0. Al año siguiente nos enfrentamos a Portugal en Lisboa, 1 de mayo, empatando a tres goles. El día 12 del mismo mes vencemos a Alemania, en Colonia, por 2-1. El 23 de febrero de 1936 en Barcelona los germanos nos ganan por 2-1. El 26 de abril perdemos ante Checoslovaquia, 1-0 en Praga. Y por ultimo visto la camiseta española en Berna, ante Suiza, a la que ganamos 2-0 el 3 de mayo, dos meses antes de que estallara la guerra española.
A raíz de proclamarse el Betis campeón de Liga en la temporada 34-35, quedo en libertad y firmo por el Madrid, que me abona la cifra más elevada de aquellos tiempos: sesenta mil pesetas. Una vez concluida la guerra, juego tres temporadas más con el once de Chamartín, y en la temporada 42-43 paso al Valencia en unión de Epi, Eizaguirre, Gorostiza, Mundo, Igoa y otros varios jugadores de renombre. Permanezco en el equipo de Mestalla cuatro temporadas. En 1947 cuelgo las botas, pero reaparezco accidentalmente en el Chamberí para jugar la temporada 1948-49 en el Zaragoza, club al que ascendimos de Tercera a Segunda División. Concluyo mi contrato y me retiro ya para siempre del fútbol, dedicándome a mis negocios de transporte.
Esta es, en breves líneas, la historia de mi vida futbolística.
Su anécdota
Ocurrió por el año 1934. Los jugadores del Betis viajábamos en un autobús. Era de noche, a la salida de Ecija. No sé qué diantre le ocurrió a l conductor que al intentar cambiar de velocidad, el autobús comenzó a recular en una cuesta muy pronunciada y peligrosa. Yo miré hacia atrás y vi que el vehículo se aproximaba lentamente hacia el borde de la carretera, donde se iniciaba una hondonada. La alarma fue general. Se oyeron gritos de susto, y alguien exclamó: “ ¡Sálvese quien pueda ¡” Yo, pronto y bien mandado, me tiré por la ventanilla. No sucedió nada. Afortunadamente, el conductor detuvo el autobús a tiempo. Monté de nuevo en él, y me preguntó el míster: “¿Cómo saliste?”. Le respondí: “Por la ventanilla”. El míster hizo un gesto de asombro; no acertaba a explicarse de qué medio me había valido para introducir mi cuerpo por el estrecho espacio libre de la ventanilla. Yo sí me lo expliqué: fue el miedo el que había obrado el milagro. Un miedo tremendo a morir dentro de aquel vehículo.
Preguntas y respuestas
– ¿Qué va a ser?, pregunta el camarero
– Un vermut seco
Simón Lecue nos ha citado en una cervecería de la calle de la Victoria, quizá la más extraña y contradictoria de las calles madrileñas. De un lado ofrece acentos y perfiles del litoral vasco, boinas de amplios vuelos, “chiquitos” de vino tinto, canciones de los Bocheros, y de otro transpira cierto tipismo andaluz en sus carteles de toros, “chatos” de manzanilla y tapas de “pescaito” frito.
El reloj de la cervecería señala las once y media de la mañana. El camarero deposita el vaso de vermut sobre el velador. Simón Lecue enciende un cigarrillo negro, de “caldo de gallina”, y nos mira con sus ojos graves, quietos; los ojos de un hombre reposado, sobrio en sus palabras, de pensamiento introspectivo. Parece ser uno de esos hombres que pueden permanecer perfectamente aislados y ajenos en medio de una completa muchedumbre.
Simón Lecue es un “ex” del deporte, una antigua figura, vinculada al tiempo fabuloso de los Zamora, Regueiro, Quincoces… Vistió la blanquiazul camiseta alavesista, la verdiblanca del Betis, las blancas del Madrid y el Valencia. Fue siete veces internacional.
Hoy, Simón Lecue es un “ex”. Como otros muchos. Como mañana lo serán las figuras de hoy, hasta que el mundo cesa de dar vueltas o hasta que el balón termine de rodad por los cuadrados prados de fútbol.
– Medio ala o interior ¿cuál fue su auténtico puesto en el fútbol?
– El de interior, que se ajustaba mejor a mis condiciones físicas y, sobre todo, a mis preferencias personales. En él hay más terreno para desenvolverse, más oportunidades para el lucimiento personal y más “alegría” de juego.
– ¿En qué se diferencia un medio ala antiguo de un medio actual?
– La misión del medio ala antiguo era muy comprometida. Había que trabajar mucho, marcando al interior y al extremo. Pero yo me limitaba a sujetar al interior; sobre todo cuanto tenía enfrente a jugadores de la talla de Regueiro, pongo por caso.
– Y la misión del interior antiguo ¿se diferencia en algo de la del actual?
– No mucho
– De cuantos clubs recorrió a lo largo de sus veintiún años de carrera futbolística ¿a cuál recuerda con mayor afecto?
– Al Betis, donde reinaba un entrañable espíritu de compañerismo y existían menos “vedettes” que en otros grandes equipos. En el Betis jugábamos todos para todos.
– ¿Qué representó el Alavés en su carrera?
– En Mendizorroza me formé técnicamente, y de allí di el salto a la popularidad. El Alavés era todo un señor equipo, y aún recuerdo la tarde en que ganamos al Atlético de Madrid por siete a uno en Vitoria. A renglón seguido, nos ganó en su campo por seis a cero. Y en el encuentro de desempate celebrado en Chamartín, les vencimos tres a uno. Aquello sucedió para la eliminatoria de la Copa 1931-32.
– ¿Qué representó en su carrera el Betis?
– En el Patronato acabé mi formación, adiestrado por el mejor entrenador que ha pisado tierra española: O´Connell.
– Y el Madrid ¿qué representó en su carrera?
– En Chamartín alcancé la plenitud de la fama.
– ¿Y en Mestalla?
– Rubriqué mi clase, jugando tres finales de Copa y ganando un título de Liga. Además, en el Valencia gané dinero, la mayor cantidad de dinero que había percibido hasta entonces.
– Por último ¿quiere hablarme de su paso por el Zaragoza?
– Mi paso por el Zaragoza fue una especie de peripecia profesional, la última de mis peripecias. Fuimos a él Alonso, Pruden, Ortiz y otro varios jugadores con la misión de ascenderlo. Y lo ascendimos. Cumplido el objetivo me despedí del fútbol.
– ¿Cómo se componía el mejor de los equipos alavesistas de cuántos usted formó parte?
– Beristain; Ciriaco, Quincoces; Rey, Antero, Fede; Arsenio, Calero, Olivares, Albéniz y yo. Corresponde al de la temporada 30-31.
– ¿El mejor del Betis?
– El de la temporada 34-35, que se proclamó campeón de Liga: Urquiaga; Areso, Aedo; Peral, Gómez, Larrinoa; Timimi, Adolfo, Unamuno, Lecue y Saro.
– ¿El mejor conjunto madridista?
– Zamora; Ciriaco, Quincoces; Pedro Regueiro, Bonet, Sauto; Eugenio, Luis Regueiro, Sañudo, yo y Emilín
– ¿El mejor cuadro de Mestalla?
– Eizaguirre; Alvaro, Juan Ramón; Asensi u Ortúzar, Iturraspe y yo; Epi, Amadeo, Mundo, Igoa y Gorostiza
– ¿Cuál fu, como internacional, su tarde más memorable?
– Creo que obtuve buenas actuaciones frente a Italia, Alemania y Portugal
– ¿Recuerda su peor tarde?
– Sí; ante Checoslovaquia. Nos ganaron uno a cero, de penalti. Teus, que en paz descanse, nos puso verdes a los jugadores…
– El fútbol actual, ¿es superior o inferior al de su juventud?
– Inferior
– ¿Por qué?
– Hoy se juega con menos ímpetu, con menos fuerza y entusiasmo que antaño. Tampoco se dispara a gol como se disparaba en mis tiempos. No existen equipos de potencia comparable a aquel glorioso Athletic de Bilbao de loa años 1930 al 33. Ni tampoco surgen figuras.
– ¿A qué atribuye este fenómeno?
– Al exceso de profesionalismo. Hoy el jugador no tiene afición, sino ambición. Sus piernas velen mucho dinero y no quiere arriesgarlas en una jugada peligrosa. Al jugador le importa más la ficha que lo demás.
– El público, ¿es más competente que el de antaño?
– En absoluto. La gran masa va al campo para ver ganar a su equipo, importándole un bledo el juego por el juego. Además, aunque quisieran verlo, no lo entenderían.
– Sigamos con el público, ¿es más entusiasta hoy?
– Hoy hace más ruido, porque se han multiplicado los espectadores
– ¿Es más deportivo?
– Menos, puesto que son pocos los que acuden con el ánimo predispuesto a aplaudir al mejor
– Y los árbitros ¿poseen más conocimientos técnicos que los antiguos trencillas?
– Tal vez, sí; pero antes pesaba sobre ellos una responsabilidad mayor. No estaban tan protegidos y tenían que soportar muchas cosas: de los futbolistas, de los directivos, del público…
– ¿A qué entrenadores ha admirado usted principalmente?
– A todos los extranjeros en general, y al británico O´Connell, en particular. Los extranjeros, además de que en su vida pasada habían sido excelentes jugadores, poseían la extraña virtud de hacerse respetar, y sus órdenes eran siempre cumplidas al pie de la letra.
– Físicamente, ¿les preparaban a ustedes con el rigor de ahora?
– Nos entrenábamos dos o tres días a la semana, y con esto bastaba para rendir al máximo
– ¿No ha pensado usted nunca en hacerse entrenador, como tantos otros antiguos jugadores?
– Jamás intenté serlo, porque no aceptaría sufrir las interferencias de las directivas, las imposiciones de las figuras o los malos humores de quienes acostumbran a responsabilizar al míster de todos los percances del equipo.
– ¿No cree usted que hay una vocación de entrenador, como puede haber una vocación de futbolista?
– ¡Tonterías¡ Cuando un hombre que deja de jugar y declara que se convierte en entrenador para seguir sirviendo al deporte de sus amores, yo no puedo por menos que sonreir. Ese hombre lo que no acierta es a renunciar al dinero del fútbol. Y nada más que al dinero.
– ¿Ha sido usted hincha de algún equipo determinado?
– Nunca. Me gusta ver jugar bien al fútbol, sea el equipo que sea: vasco, andaluz, nacional ó extranjero.
– ¿Asiste a todos los partidos que se celebran en Madrid?
– Solo a los que ofrecen cierto interés
– ¿Juega a las quinielas?
– Sí; pero sin demasiada fortuna. El premio mayor que he obtenido no rebasa la cifra de cincuenta duros.
– Lecue, ¿qué añora usted de su vida pasada?
– Añoro las tarde de fútbol
– ¿La fama?
– Es un estimulante para jugar mejor
– ¿El dinero?
– Nunca viene mal. Ayuda a pisar fuerte en la vida
– ¿Volvería a jugar hoy por el mismo dinero que jugó ayer?
– Sí, ¡ya lo creo ¡. Y si me pagasen como pagan ahora a las figuras podría amasar un buen montoncito de billetes. Los que no conseguí amasar en mi juventud…
– Cíteme los mejores equipos que ha visto jugar
– De los españoles, el Athletic de Bilbao
– ¿Y de los extranjeros?
– El Honved
– Cíteme las mejores selecciones nacionales que haya conocido
– Alemania y Argentina
– Cíteme al mejor entrenador
– O´Connell
– ¿Qué equipo formaría usted con jugadores españoles de todos los tiempos?
– Zamora; Zabalo, Quincoces; Zubieta, Muguerza, Marculeta; Lafuente, Luis Regueiro, Lángara, Iraragorri y Gorostiza. Este es, a mi juicio, el mejor equipo que podría formarse con jugadores anteriores a la guerra
– ¿Y posteriores?
– Eizaguirre: Teruel, Oceja; Gabilondo, Germán, Nando; Epi, Panizo, Zarra, Campos y Gaínza
– ¿Y actuales?
– Araquistain; Rivilla, Garay, X; Paquito, Ruiz Sosa; Amancio, Adelardo, Veloso, Guillo y Collar ó Gento. Pongo la equis porque no veo a nadie con talla para incluirlo en este equipo.
– Dígame a qué jugador considera el más completo de todos los tiempos
– Di Stéfano
– ¿El más genial?
– Gaspar Rubio
– ¿El más fácil goleador?
– Puskas
– ¿Y el más hábil parando balones?
– De los viejos Zamora y Guillermo Eizaguirre. De los jóvenes Bañón e Ignacio Eizaguirre.
Fuente: Marca 27 de enero de 1963