Escenas de la calle. ¡Goal¡

En la prensa sevillana de las primeras décadas del siglo XX son bastante frecuentes los artículos costumbristas que describen diversas situaciones que tenían lugar en la ciudad. A través de ellos asistimos a la evolución que se estaba dando en una ciudad que cambiaba con el paso del tiempo, lejos de esa imagen inmovilista con que a veces se nos intenta representar el pasado.
Una de los cambios que se reflejan en la prensa de la época está relacionado directamente con el fútbol, y su progresiva incorporación al mundo infantil. El fútbol se populariza y entra a formar parte de la vida de los niños, que lo incorporan a su mundo de juegos. En una ciudad aún no dominada por los vehículos cualquier calle o plaza se convierte en un campo de fútbol.
Este artículo publicado en El Liberal en febrero de 1925 pertenece a una serie denominada Escenas de la calle, y que toma el sugestivo título de «¡Goal¡» para dar cuenta de la incorporación del fútbol a los juegos infantiles.
He aquí un argumento básico para los enemigos del deporte que igualado en popularidad al “Gallo” y a Zamora.
El fútbol callejero no tiene otros partidarios que la gente menuda, que en cualquier calle improvisa un excelente campo; los zapateros, que ven aumentadas las reparaciones de calzados, y los cristaleros, que al río revuelto de los “goals” sobre balcones y ventanas, reciben mayor número de avisos que antes del arraigo del fútbol solían recibir.
Si nos sintiéramos dómines, ¡qué ocasión nos brinda esta estampa para desahogar nuestra indignación¡ Afortunadamente para nosotros, aun los menudos futbolistas no han marcado ningún tanto sobre nuestras narices, y esto nos inclina a la benevolencia.
En el viejo barrio sevillano, la chiquillería ha sustituido sus antiguos juegos por el modernísimo del balón. Y es graciosamente ingenuo oír esas exóticas palabras, que sólo Oreto y sus compañeros de crítica conocen, en labios de mocosos que apenas si levantan un palmo del suelo, y que las pronuncian con una adaptación tan sevillana que es como para morir de risa.
El fútbol callejero tiene sus campeonatos y sus asociaciones, que no sabemos si pasarán a la historia del británico deporte. Los cronistas deportivos no serán veraces si en sus comentarios no reconocen las gestas balompédicas del Alpargata F.C., y las del Zurrapa Club, eternos rivales, como el Sevilla y el Balompié. ¡Qué también la gente menuda tiene su corazoncito¡
Quien seguramente no coincidirá con nosotros en estas apreciaciones es el pacífico transeúnte, a quien el lápiz de Martínez de León ha arrebatado el sombrero de un estupendo chut.
¡pero no todos hemos de pensar lo mismo¡