Figuras del Fútbol. Julio Iglesias
Retomamos hoy la publicación de las biografías de jugadores béticos que el diario deportivo Marca publicó en la temporada 1973-74 con el título de Figuras del Fútbol, y que tienen como característica principal el estar narradas en primera persona.
Ya hemos visto las biografías de :
Y hoy vamos a ver la de Julio Iglesias, futbolista que llegó al Betis en 1973 procedente del Atlético de Madrid y que estuvo en la plantilla verdiblanco 3 temporadas, en las que dejó el sello de un futbolista de club.
No me importaría volver a ser futbolista si tuviese que empezar. Siento una enorme afición, me gusta jugar y el fútbol ha solucionado mi vida y el de mi familia. Además, he tenido suerte en los clubs a los que he pertenecido, desde que empecé en el juvenil del Buelna, adonde llegué procedente de los partidos que organizábamos en los barrios cuando íbamos al colegio. Siendo juvenil del Buelna me llamaron dos veces para la selección cántabra. El primer año no hicimos buen papel, pero en el segundo nos clasificamos campeones de grupo frente a Vizcaya, Asturias y Galicia. Nos tocó eliminarnos después con la selección canaria, que finalizaría siendo campeona aquel año. Recuerdo que tuve como compañero a Juan Carlos, ahora en el Barcelona.
El Santander se fijó en mí. Cuando fueron a ficharme puse la condición de que tenía que hacer el servicio militar voluntario. Quería comprobar si servía para ganarme la vida como futbolista o no, sin correr el peligro de dejar el aprendizaje de maestría. No deseaba ser un muchacho malogrado por el fútbol. Firmé por dos años y me cedieron al Rayo Cantabria. Para mí suponía una gran ilusión jugar allí. Al poco tiempo me pasaron al primer equipo del Santander, donde permanecí varias temporadas.
Cuando finalizaba el contrato con el Santander se había dado una orden por la que los clubs, al terminar la temporada, debían notificar a la Federación, antes del 15 de junio, en qué situación estaba cada jugador y a éste, por carta certificada, si había terminado su contrato o seguía retenido. A mí no me notificaron nada, pero me llamaron para que renovase. Me ofrecieron unas condiciones ridículas que no podía aceptar. Era el cuarto central del equipo y había jugado más partidos que ninguno. Dionisio, un amigo de José María De la Concha, entonces en el Atlético de Madrid, le avisó de mi situación. Yo había quedado, según aquella circular, en libertad al no habérseme comunicado que seguía retenido por el club. Aproveché aquella oportunidad y fiché por el Atlético de Madrid. Hubo no pocos problemas y tuvo que intervenir la Federación Española, que falló a mi favor.
Recuerdo que llegué a Madrid el 24 de agosto de 1966. El equipo se encontraba en una gira por el extranjero y estuve entrenando bajo las órdenes de Escudero, que informó a Otto Gloria sobre mí. La suerte me acompañó y debuté en el segundo partido que disputó el Atlético aquella temporada. Primero jugó en Bilbao. El segundo se tenía que disputar en el Manzanares, contra el Barcelona, pero como el estadio no estaba acabado se suspendió, y en La Coruña me alineé por primera vez, vistiendo la camiseta rojiblanca en partido oficial. Salí contento de mi rendimiento y los medios informativos me destacaron. No era fácil tener un puesto en el equipo cuando el club contaba con hombres de la categoría de Griffa y Glaría. Aquella temporada jugué dieciocho partidos. Quiero dejar constancia de que nunca he visto un central de la categoría de Griffa, el más completo de todos, fuerte, buen atleta, con espíritu de equipo, sacrificado en bien del conjunto y valiente hasta el suicidio. Recuerdo en un partido que jugamos en el extranjero, donde Griffa metió el pie en cuatro o cinco ocasiones con peligro de que le partiesen la pierna. Para mí ha sido un ejemplo.
Había fichado por una temporada, pero al terminar volvieron a renovarme por cuatro más, jugando siempre una gran parte de los partidos que el equipo disputaba cada temporada. Mi mejor virtud, la que más me han elogiado, ha sido la regularidad y la entrega a la defensa de los intereses del conjunto. Puedo decir que he sido un jugador de club. También puedo afirmar que todos los entrenadores me han apreciado. De todos los técnicos que he tenido, Marcel Domingo ha sido el más completo, auqnue mi mejor temporada fue la primera de Max Merkel, en la que llegué a jugar treinta y siete partidos, pese a que había sido operado de ligamentos. Aquella temporada fuimos campeones de la Copa del Generalísimo.
Cuando finalicé mi contrato de cuatro temporadas renové otra vez por tres temporadas, de las que sólo he cumplido dos. En la última, las cosas no anduvieron muy bien para mí, por circunstancias extrañas y como el entrenador contratado podía no tener criterio propio, decidí marcharme del Atlético de Madrid, aunque, lo digo con toda sinceridad, pasé los mejores años de mi vida por tratarse de un gran club, con excelentes compañeros, una hinchada fabulosa y una buena Directiva. En el Atlético he conseguido triunfos importantes, como es proclamarse campeón de Liga en dos ocasiones y una en Copa.
Cuando decidí salir del club rojiblanco tuve propuestas de varios clubs de Primera División, pero preferí el Betis. Hubo varias razones para la elección. En primer lugar, conocía a José María De la Concha, el hombre que me llevó al Atlético, que confía en mí y yo en él. Tenía referencias de la plantilla por haber jugado en contra la temporada anterior. Estuvieron a punto de dar la sorpresa en el Vicente Calderón. Vi la posibilidades que tenía de ascender, de volver a jugar en Primera División y de mantenerse en ella, ya que la Directiva estaba haciendo grandes esfuerzos económicos para contratar hombres de calidad y consagrados.
En el Betis he firmado por tres temporadas y, en el poco tiempo que llevo en Sevilla, he podido comprobar que el club cuenta con una hinchada extraordinaria y que la gente es muy agradable con los jugadores. No he venido con complejo de superioridad, sino a seguir siendo un jugador de club, práctico y sacrificado. Creo que estoy cumpliendo bien. Mi mayor deseo es no defraudar a quienes han confiado en mí, ni a esta gente fabulosa del Betis.
Me gustaría poder renovar otra vez por el Betis, pero el tiempo marcará la pauta, ya que están por medio las lesiones. Si no me encuentro en condiciones de seguir me retiraré. No creo que me haga entrenador porque no tengo carácter para ello. Debería cambiar mucho. La importante es que no se nos tuerza la marcha que llevamos para gozar de la alegría del ascenso, que tiene que ser como la de proclamarse campeón, y jugar, otra vez, en la máxima categoría, donde tendré enfrente a grandes jugadores que marcar: a Gárate, contra el que jugué estando él en el Indauchu. Me trajo por la calle de la amargura. Otros hombres difíciles han sido Amancio y Santillana; muy incómodo Gori, del Cagliari.
La verdad es que me encuentro tan ilusionado como en mis mejores tiempos, aunque sé que es ley de vida que el fútbol se tiene que acabar más tarde que temprano. Me marcharé satisfecho de haber cumplido honradamente y de haber recibido a cambio muchas satisfacciones, porque he tenido suerte en los clubs a los que he pertenecido.
Fuente: Marca 9 de diciembre de 1973