Historia de una hermosa traición, de Francisco Correal
En enero de 1995 Sevilla y Betis se iban a enfrentar en terreno sevillista en la jornada 18 del Campeonato de Liga de Primera División. Después de casi 4 años sin enfrentamientos oficiales los eternos rivales volvían a cruzarse en un partido que terminó con la victoria bética por 0-1 con gol de Alexis de penalti como ya vimos aquí.
Un partido que causó una gran expectación en la semana previa y que deparó gran cantidad de reportajes e informes en la prensa de la ciudad. Uno de los más curiosos y emotivos es el que el periodista Francisco Correal publicó en Diario 16 Andalucía reuniendo a dos de los grandes músicos de la época: Silvio Fernández y Pive Amador, que formaban parte del grupo Silvio y Sacramento.
Recogía el reportaje las vivencia de ambos en torno a los dos equipos de la ciudad, Silvio sevillista y Pive bético, y toda la mítica mística que la canción dedicada al Betis a mediados de la década de los 80 tenía y aún sigue teniendo.
“No busques más que no hay”.
Con este arranque, Silvio y Sacramento sacralizaron al Betis.
“Cuando el rey don San Fernando/conquistó Sevilla, ya se preguntó:/¿dónde está mi Betis?”. Lo mismo se preguntaron Picchi y Migueliño camino de Bretaña. Preludio copero. “Verdes campos de mía California/verde césped del Sánchez Pizjuán/verde quiero ver a toda España/y hasta la Real de Sociedad”.
“Parecen marchas militares”, dice el sevillista Silvio de canciones verdiblancas de béticos como Cantores de Híspalis o Antonio González “El Raya”.
La cantó con el Betis en Segunda, día mundial del Beticismo frente al Palamós. Improvisó una apostilla: “¡En Segunda¡”. “Salí escoltado por la policía con mi novia y con mi madre”.
Dice Pive que Silvio metía subliminalmente al Sevilla en la canción más sacra de su repertorio. Recuerdan jugadas de Rogelio, de Achucarro, de Diéguez. “Me ponía malo cuando perdía el Betis”, dice Pive. “Me cogí un trauma tremendo con un gol que falló Lasa con el Barcelona”. Apareció la pierna salvadora de Gensana “in corpore sano” y se frustró el gol. “El recuerdo de esa jugada me sirvió para evitar la eyaculación precoz”.
El sevillista Silvio recuerda como triunfo más preclaro sobre el eterno rival el varapalo infligido defendiendo los colores de la Escuela Francesa a los curas de Heliópolis, vecinos claretianos del Real Betis Balompié, el equipo de sus desamores, el club de su inseparable Pive Amador. “La media éramos Silvio y Fernández, el gerente del Palace”.
“Nos gusta fundir contrarios, cantarle a la Macarena de Triana”, dice el batería, mánager y letrista del cantante rockero. “Quizás antes de conocernos éramos más radicales, pero como somos buenos sevillanistas no somos fanáticos; igual que somos monarquistas en vez de monárquicos; alcoholistas en lugar de alcohólicos”.
Partiendo de un estribillo de Elvis Presley, este cantante sevillista le dedicó al Betis la canción más hermosa que registran los anales hímnicos del equipo heliopolitano. “Yo me defino como un sevillista rodeado de béticos por todas partes”, dice Silvio. Sus músicos, los cuatro béticos, le habían hecho un plante.
Se negaban a hacerle los coros. Les propuso la loa verdiblanca y claudicaron los cuatro: el referido Pive, Juanjo Pizarro, hermano del concejal y candidato a la alcaldía de Izquierda Unida, Andrés el Pájaro, que disfruta en Estados Unidos de un braguetazo con una millonaria alemana, y Miguel Suárez, el Migueliño que en la canción hace el viaje iniciático a Bretaña en busca del Excalibur bético.
Silvio profesa simpatía por el Betis y Pive se sorprendió a sí mismo jaleando en presencia de su madre un gol de Suker al Barcelona.
“Yo soy sevillista desde que mi padre me convidó a ser un poco mayor, a salir de Triana y ver el centro y Nervión”.
A Pive, que vio a Pelé en los predios de Cardeñosa, le cupo el honor de asistir al Benito Villamarín el día que el Betis compró el estadio por doce millones, santuario que había pertenecido a la Exposición del 29 y por el que sus arrendatarios pagaban un alquiler mensual de mil quinientas pesetas.
“Si me tocan los cupones o las quinielas”, sueña Silvio, “me compro una casita en Heliópolis; el barrio que tiene más perros que personas, lo cual quiere decir que es residencia total”.
Intercambian mentalmente las fotos de sus álbumes. Pive con Luis Del Sol; Silvio con Juanito Arza… “¿El primer derbi? Fue la primera vez que mi padre me invito a salir de casa con los adultos. Era un Sevilla-Betis de viejas glorias benéfico por la Cabalgata de Navidad. Ganó el Sevilla cinco a cero; los cinco los marcó Campanal el gordo, que en paz descanse”.
Nunca han ido junto al fútbol. “Cuando Silvio y yo nos conocimos, éramos forofos de la Semana Santa y del rock&roll” recuerda Pive, que imagina a Elvis Presley sevillista y a Ray Charles y James Brown béticos. Silvio suscribe la vecindad de Gordillo y Charly Parker, jazzman negro de Kansas City, pero desconfía de esos paralelismos: “Un americano no puede ser bético ni sevillista. No tienen historia, y nosotros somos más antiguos que nuestros muertos”.
El rockero es un sentimental del balompié. “Hay fanáticos, pero, un momento, hay béticos que lloran y sevillistas que lloran, pero muy pocos. Yo mismo lloré cuando se inauguró el estadio Sánchez Pizjuán”.
Iba al fútbol con su padre, reputado crítico de cine de un diario sevillano. “Al fútbol íbamos juntos, al cine por separado. Yo me metía en el Pathé y le hacía la crítica a mi padre, mientras que él estaba en el Coliseo».
¿Marcará Suker el domingo? Silvio cree que el croata es ave de paso. “¿No va a tener novias? Es que se cuida, hace así y te mete un gol y tú mismo tienes que celebrarlo delante de tu madre. Después hace así y se inhibe. Son órdenes de su mánager. Esta gente son comerciantes. Ahí está la tontería de Cuervas; yo mismo se lo dije a Cuervas, en firmarle cuatro años al chaval, que desde el primer día está anunciando que no pertenece a ninguna parte; ni a Rusia, ni a México, ni a Sevilla”.
El padre de Pive, tratante de ganado, y también sevillista como el de Silvio, le regaló en 1957 un tomavistas que había comprado en Gibraltar. “Yo era un niño, pero ya me gustaba. Tengo películas en ocho milímetros de varios Sevilla-Betis que había que mandar a Alemania para que las revelaran. También hay imágenes de cofradías, de Soraya o Dalí en la Feria de Sevilla”.