Impresiones de un profano. El gato y el ratón, de Galerín.

En enero de 1925 el Betis jugó 2 partidos amistosos contra el RCD Español de Barcelona en el Patronato, como ya vimos aquí . Disputar encuentros amistosos durante las fechas navideñas era toda una tradición en esos años, y para el de 1925 el Betis contrató al equipo blanquiazul catalán, uno de los grandes referentes del fútbol español de la época.
Hay que recordar que a mediados de diciembre de 1924 se había inaugurado la reforma que se había realizado en el campo del Patronato, para lo que se contó con la presencia de otro cuadro catalán, la UE Sants, como también vimos aquí.
El Español tenía en sus filas al futbolista más famoso del momento, el guardameta Ricardo Zamora, y otro jugador internacional, el delantero José Luis Zabala.
En el primer partido el equipo españolista dejó clara su superioridad, venciendo 1-5, con una primera parte en la que dejó claro su dominio e hizo 4 goles. La segunda parte fue mucho más igualada y el equipo verdiblanco peleó de tú a tú con el equipo barcelonés.
En el diario El Liberal el periodista Agustín López «Galerín» nos dejó al día siguiente del primer partido, el 2 de enero de 1925, esta curiosa columna con la que comentaba las incidencias del partido desde el punto de vista de un profano desconocedor del mundillo futbolístico, y en la que comparaba la pelea entre los futbolistas de Betis y Español con una lucha desigual entre ratones y gatos.
Como curiosidad del relato señalar también que el árbitro Balaguer expulsó a dos espectadores en el transcurso del partido, una facultad que entonces tenían los árbitros si apreciaban un comportamiento incorrecto por parte del público.
No veo un partido de fútbol desde el año pasado, en que hacía esta misma sección. Sigo, pues, tan profano como el año anterior… y me alegro.
Si yo hubiere entendido de fútbol no hubiera contratado para luchar con los valientes novilleros del Balompié a un equipo tan fuerte como el Español de Barcelona, donde figuran tres internacionales y es capitán el famoso Zamora. Sería curioso ver una fotografía del equipo catalán, cada uno con un jugador del Balompié en los brazos.
Lo que vimos ayer en el flamante campo del Balompié—el puesto de turrón desapareció, para dejar sitio a una hermosa caseta con su tribuna ampliada y cómoda—fue el bonito juego del ratón y el gato. Cinco veces cazaron los gatos a los ratones, y sólo una vez pudieron burlar los ratoncillos la puerta que guardaba el “mizifú” Zamora. ¡De Angora es el gato que había en la puerta¡.
Los muchachitos del Balompié, que no conocen el miedo, lo conocieron ayer durante el primer tiempo. En el segundo se atrevieron los ratones con los gatos, y se vio que tenían que reunirse varios felinos para no dejar paso a los ratones. No cabe arremeter con más furia y defender mejor la ratonera. Jesús tuvo momentos de verdadero Zamora, ya que a cada minuto tenía toda la gatada delante. ¡Bien defendían el queso los ratones¡
Cuando terminó el partido marcaba el “zaragozano” cinco a uno; pero no deben estimar eso como una derrota. Ningún tanto tuvo mérito. Entraban en la red como si los hubieran dejado entrar de intento. Sólo uno que remató Zabala mereció los honores.
Zamora sólo tuvo dos momentos de lucimiento. En una de las paradas hizo su famoso “planet”—así me han dicho que ponga—y fue ovacionado. A Zamora le hubiera bastado en el partido de ayer con haberle puesto mala cara a un balompédico para que se hubieran quitado de la puerta deprisa y corriendo.
¿Qué hacía el Chico dándole un entradón a Zamora? Hicieron muy bien los ratones en defenderse con astucia de los gatos.
Cinco a uno. ¿Y qué? ¿Qué once gatos se coman cinco ratones tiene mérito? ¡Lo que tiene mérito es que once ratones, uno de ellos manco y otro cojo, se coman a unos gatos del tamaño de Zamora, de Zabala y de aquel gato rubio, tan alto y tan fuerte, que echaba zancadillas, daba codazos y maullaba tan fuerte¡
Al amigo Balaguer le dieron de los suyo. Yo no sé si el árbitro tiene autoridad para echar del campo a un espectador porque le grite, cuando el grito no es una ofensa. Él decía que sí, y se cargó a dos.
¡Qué cosas le decía a Balaguer una muchacha muy bonita que ocupaba una grada¡ ¡Y lo que le decía otra, gruesa, que andaba por los pasillos…¡
Según los que entienden el amigo Balaguer arbitró muy mal. Yo vi varias manos, y dos momentos en que ratones y gatos estaban fuera de juego—“Off-side”—y Balaguer tenía el pito al revés. Acaso por eso no pitaba.
Los mismos jugadores catalanes advirtieron en algunos momentos las faltas.
Y hasta el día 4, simpáticos ratones, que sólo el hecho de pensar que tendréis otra vez delante a los gatos, es para buscar un agujero y perderse. Yo no me pongo delante de Zabala ni en el café.