La tercera camiseta que fue la primera, de Alfredo Relaño
Esta semana el Betis presentará sus camisetas para la temporada 2016-17, y así conoceremos el diseño y colores de la primera, segunda y tercera equipación. Eso hoy nos parece absolutamente normal, y es un hecho que despierta la expectación de los aficionados. Pero lo que hoy nos parece un acto más en los inicios de la pretemporada no fue siempre así. Y no hace tanto que se inició, pues fue en la década de los años 90 cuando se impuso esta norma.
Hoy traemos un artículo que el periodista Alfredo Relaño publicó en las páginas de AS el 26 de agosto de 1998. Se había disputado en el estadio de Monjuic el partido de ida de la Supercopa entre el FC Barcelona y el Atlético de Madrid con victoria azulgrana por 5 goles a 2. Pero el Atlético ese partido no lo jugó con sus colores rojiblancos tradicionales, sino que como vemos en la imagen de arriba lo hizo de blanquiazul, vistiendo la tercera equipación cuando no había motivo aparente. Y con ello nos referimos a que no había problema de que se confundieran los colores azulgranas y rojiblancos. Durante casi un siglo ambos equipos habían vestido sus uniformes tradicionales cuando contendían entre sí, pero desde ese momento ya no es así. La mercantilización del fútbol moderno ganaba otra batalla más…
El Atlético nos sorprendió a todos anoche con un uniforme inesperado, lo mismo que había hecho el Madrid hace un par de semanas, cuando su partido contra el Torino . En los dos casos la misma explicación: es el tercer uniforme. Y en los dos casos la misma perplejidad. ¿y por qué no habéis jugado con el primero, que no se prestaba a confusión con el rival?
La explicación está encerrada en un término inglés: merchandising. O sea, mercadeo. Los clubs sacan un buen dinero vendiendo camisetas a sus seguidores. Si cada año se cambia el diseño, una rayita por aquí, una pijadita por allá, mejor, porque las del año pasado ya no valen, y uno se anima a comprar la última. Y si llevan los nombres de los jugadores por detrás mejor, porque el que es, pongamos por caso, admirador de Kiko, pero también de Pantic y de Caminero, se comprará las tres. Si además hay una segunda equipación lucida de la que se tira con más frecuencia de la imprescindible, mejor aún. Y si se inventa un tercer color, pues más posibilidades de vender todavía, porque hay coleccionistas fetichistas que lo quieren todo.
Al aficionado le choca y al primer golpe de vista le parece una profanación, pero lo cierto es que la fórmula está más que experimentada en Inglaterra, cuna de las tradiciones futbolísticas y de las demás, y ha funcionado sin traumas. Allí nació lo del número para toda la temporada y lo del nombre en la espalda, y se ha llegado al paroxismo en la transformación de las camisetas y en la búsqueda de segunda, terceras, cuartas y hasta quinta equipaciones. El Manchester United llegó a cambiar de camiseta en el descanso de un partido, porque para su entrenador, Alex Fergusson, los colores de la primera parte estaban dando mala suerte a sus jugadores.
El Atlético, además, tiene buena excusa: la camiseta de ayer, es la de su origen, la que lucía cuando era el Athletic Club de Madrid, sucursal del de Bilbao. Ya antes del año 20 ambos Athletic habían pasado al rojiblanco.