Los exigentes, de Emilio Vara
La exigencia es una palabra y una actitud que se ha puesto muy de moda en los últimos años entre determinados sectores de la afición bética, que achacan los resultados deportivos del club a la falta de ese compromiso y afán de superación. Pero esto, aunque algunos se crean imbuidos de un espíritu novedoso, no es absolutamente nada nuevo en la historia de nuestro club y de nuestra afición.
Ya hemos visto algún que otro ejemplo de esta actitud a lo largo de la historia y hoy vamos a aportar otro. Se trata de un texto del periodista Emilio Vara en la revista Verde y Blanco de noviembre de 1960, en la que se debate sobre la oportunidad de esta actitud de los llamados exigentes, en relación con los resultados del equipo que dirigía Fernando Daucik.
El Betis está en marcha. Tras un comienzo de tanteo, en el que se apreció que el equipo no estaba aún amoldado a las directrices de su flamante entrenador, Fernando Daucik, el Betis hoy, acoplado y habiendo asimilado ya las nuevas consignas y el nuevo estilo de juego que quería inculcarle Daucik, el Betis hoy, repito, pisa ya firme en la Liga y empieza a actuar de forma brillante y positiva con su nueva personalidad. Esto es evidente por los resultados que está obteniendo el equipo y por la forma con que está consiguiendo esos resultados.
Sin embargo, hay todavía quien no quiere ver que el Betis ha encajado ya en la línea de rendimiento eficaz que Daucik buscaba. Hay todavía quien discute el juego y las actuaciones personales de algunos jugadores a los que, no sé por qué razón, se les niega las virtudes que están demostrando que poseen. Los que así se comportan, lo que aún piden con inoportuna energía que el Betis juegue más y no están aún contentos ni satisfechos con la forma con la que empieza a responder el equipo, son los exigentes. Exigentes, que hay que pensar que lo son por un desmesurado cariño hacia el club, pero a los que hay que advertir que llevan su amor y su pasión por el Betis a extremos que llegan a ser perjudiciales sin que ellos se den cuenta. Porque, con tanto exigir, con tanto pedir, caen en el derrotismo y quitan moral. Y lo peor no es que en este error, porque es un error comportarse así con un equipo que emprende una marcha ascendente, caigan simples aficionados, sino personas con responsabilidad en sus opiniones, como es el caso de ciertos comentaristas que en las últimas tardes de triunfos del Betis sólo han seguido viendo defectos y los han pregonado, creando un ambiente de malestar cuando lo que se imponía era reforzar la moral de todos, resaltando las muchas virtudes que ya se apreciaron en el equipo.
Y es que hay personas que entienden que el ejercicio de una función crítica significa criticar siempre. Critican por sistema. Y se equivocan. Están en un error. El crítico tiene el deber de señalar los defectos, pero también ha de desarrollar una labor constructiva que se realiza afianzando la moral de todos en los momentos psicológicos que se presentan para operar en ese terreno. Y esta noble misión, tan importante o más como la de señalar los defectos, es la que olvidan algunos llevados por un celo excesivo y perjudicial en el desempeño de la crítica.
Concretamente hay quien discute en estos momentos todavía, por ejemplo, la valía de Yanko Daucik como delantero centro, cuando el muchacho está demostrando que es uno de los mejores jugadores que existen hoy en España en ese puesto. Y lo que necesita Yanko Daucik es que se le reconozcan sus virtudes, que la tiene, para que su moral vaya a más y su confianza en sí mismo vaya en aumento igualmente. Con ello, animándolo, no sólo contribuiremos a la formación de un jugador que apunta para figura y puede llegar a serlo, sino que tendremos además la satisfacción de haber conseguido un valor positivo para el Betis y para el fútbol nacional.
También se sigue discutiendo, y este es otro ejemplo, algunas de las decisiones de Fernando Daucik, como la de colocar a Lasa en la defensa, cuando estamos viendo que tiene la razón de su parte, porque está resultando que Lasa no es muy necesario ahora en el ataque, mientras que en la zaga se afianza cada día más y está dando un rendimiento extraordinario. Y se discute, en fin, que el Betis ofrece aún fallos en su juego, ¿qué equipos no los tiene?, cuando la verdad es que el conjunto verdiblanco nos ofrece ya un fútbol de calidad y eficaz al mismo tiempo, desarrollado con una personalidad que no le veíamos al equipo hacía tiempo.
Hora es ya, señores, de que los exigentes empiecen a ver las cosas buenas del Betis. Hora es ya de que salgan de su derrotismo, porque el equipo empieza a pisar firme y lo que necesita en esos momentos es calor y apoyo, no censuras. Es lo que necesita y lo que merece, porque, sin apasionamiento de ninguna clase, la verdad es que el Betis está jugando bien, está consiguiendo magníficos resultados dentro y fuera de casa y el equipo por ello es más digno del aplauso y del elogio que de la crítica. Piensen y mediten los exigentes cuanto digo y verán como caen de su peso.
Yo estoy de acuerdo, naturalmente, en que hay que querer para el Betis lo mejor. Pero, señores, pidámoslo con calma y con serenidad. No nos ceguemos de tal forma que sólo veamos defectos donde también hay virtudes y muy valiosas por cierto.