Murió un titán: José Mari Peña, de Manuel Sarmiento
El 13 de enero de 1988 falleció José María Peña Salegui, uno de los históricos del fútbol español. Jugó en el Arenas de Guecho entre 1915 y 1926, en que pasó al Real Madrid. Fue uno de los primeros fichajes que el club madrididsta hizo en 1926 cuando se reconoció oficialmente el profesionalismo en el fútbol español. En el equipo blanco permaneció hasta 1932, en que fichó por el Celta como entrenador, aunque esta faceta la siguió alternando con la de futbolista en algunos partidos.
Además fue internacional con la selección en 21 ocasiones, una cifra muy alta teniendo en cuenta que por entonces el número de partidos internacionales era bastante reducido. y además de eso fue un consumado atleta, siendo campeón de España en las carreras por relevos en 1923 y 3 veces campeón en 100 metros vallas en 1923, 1925 y 1926. Un perfecto atleta con una capacidad física impresionante, lo que se dejó notar en los casi 20 años que estuvo desplegando su potencial como centrocampista, medio en la terminología de la época.
A su muerte el periodista Manuel Sarmiento Birba escribió esta semblanza en el diario deportivo AS.
Acaba de morir un titán del fútbol español. Fue el hombre que alcanzó, juntamente con Ricardo Zamora y Pepe Samitier, la calidad de mito dentro de nuestro balompié. Se llamó en vida José Mari Peña. Acaba de entregar su alma a Dios con noventa y dos años de edad. No llegué a conocerlo jugando, por razones obvias de edad, pero supe de su vida y de su actividad portentosa como futbolista y como atleta.
Se acaba de morir, insisto, la última de nuestras llamas futbolísticas que aún mantenían su pábilo encendido.
José María Peña Salaegui había nacido en Las Arenas (Vizcaya) el 16 de junio de 1895. Tenía, pues, noventa y dos años cumplidos. Hacía mucho que vivía enfermo y también sé de la preocupación que en vida tuvo Santiago Bernabéu por ayudarle.
Sí, amigos lectores, se acaba de consumir la vida de un coloso del juego del fútbol en España. Algo que no llegará a los nuevos aficionados, pero que está ahí como historia viva del más popular de los deportes. Fue un atleta casi perfecto. En esta especialidad fue campeón de España en las carreras de relevos de 1923 y triple campeón en 100 metros valles en los años 1923, 1925 y 1926.
Pero fue en el fútbol donde alcanzó la mayor gloria. Jugando en el Arena de Guecho, donde actuó durante catorce años, fue campeón de España de Copa al ganar la final los areneros al Barcelona, en Madrid, por el amplio tanteo de cinco goles a dos en 1919. Jugaron por el Arenas Jáuregui; Vallana, Careaga; Uriarte, Arruza, José Mari Peña; Ibaibarrega, Pagaza, Sesúmaga, Barturen y F. Peña.
Tras jugar con el Arenas fichó por el Real Madrid, y desde aquella fecha fue entrañable amigo de Santiago Bernabéu, el cual, hasta su muerte en 1978, estuvo siempre pendiente de Peña. Agustín Domínguez, por entonces secretario de la gerencia del Real Madrid, sabe bien de los desvelos de don Santiago por José Mari Peña y la ayuda económica que el club blanco trató siempre de tener con su ex jugador. Porque Bernabéu me dijo a mí un día, antes ya me lo había dado a conocer Samitier, que con Peña había que ser leal de por vida, ya que el arenero fue un excepcional jugador, luchador, fiel y un amigo, en toda la acepción de la palabra.
Yo, insisto, no conocí personalmente a Peña y tampoco le vi jugar, pero tanto Samitier como Meana me hicieron de él verdaderos elogios. Nadie debe olvidar que Samitier, Meana y Peña fue la sensacional línea de medios que alineó España en los tiempos heroicos de nuestro fútbol. Si digo a mis lectores que José Mari Peña fue veintiuna veces internacional en aquellos tiempos, queda todo dicho. Su periplo de entonces se elevaría hoy, al multiplicarse la actividad española internacionalmente, a un montante de sesenta partidos por lo menos. Debutó como internacional en San Mamés, ante Bélgica, el 7 de octubre de 1921, formando media con Gamborena (Real Unión de Irún) y Meana (Sporting de Gijón).
Como futbolista fue hombre de un valor excepcional. Tenía facultades gigantescas, al tiempo que una gran técnica. Era un hombre de gran juego de cabeza y disparaba a gol desde cualquier distancia. Lo que se dice un auténtico “mirlo blanco”. Estas referencias no son mías. Me remito a las mismas mediante el informe que un día me dio personalmente Pepe Samitier, tantos años compañero suyo en la selección nacional, como amigo entrañable mío.
Peña jugó en el Real Madrid seis años. Cuando dejó el club blanco aún fichó como jugador y entrenador del Celta de Vigo. Luego entrenó al Sporting de Gijón y Osasuna, entre otros. La Federación Española de Fútbol, en su día, le concedió la medalla de oro al Mérito Deportivo.
Hombres como José Mari Peña no nacen para el fútbol todos los días. Insisto, todo un fuera de serie en esta actividad. Su fortaleza física, pese a que estaba enfermo desde hace mucho tiempo, le ha permitido llegar a esta edad de noventa y dos años llevados siempre con la máxima dignidad. Tal como él fue en su vida. El fútbol español está de luto porque un auténtico pionero del mismo acaba de dejarlo para siempre. En Las Arenas, su tierra, ya reposará para la eternidad este ejemplar guerrero balompédico que fue José Mari Peña. Todo un titán del fútbol español.