Paul Breitner, el kaiser rojo

Paul Breitner es uno de los futbolistas más representativos del fútbol mundial en la década de los años 70 del pasado siglo. Fue una de las piezas clave en el exitoso Bayern Munich de la época y también del poderoso conjunto alemán que dominó el fútbol de selecciones en esa década.
Pero además de todo eso Paul Breitner destacó y llamó la atención por sus ideas políticas, alejadas del convencionalismo del momento, Se declaró maoísta y admirador de iconos de la izquierda mundial como el Che Guevara.
Del interesantísimo y muy recomendable blog Fútbol y Pasiones políticas tomamos esta entrada dedicada a Paul Breitner.
Su talento futbolístico era indudable. Su carácter controvertido inclasificable. Sin duda uno de los grandes iconos de los 70. Nacido en Baviera en la década de los 50, creció en una Alemania dividida. Desde muy pronto destacó en el fútbol y ya con 19 años formaba parte del equipo del Bayern Munich. Empezó jugando atrás, un lateral defensivo que se incorporaba con peligro. Pero su participación sumaba. En 4 años hizo 17 goles y ganó tres Bundesligas y la primera Copa de Europa del conjunto alemán. Ese año, coronó su espectacular campaña participando en el Mundial que se celebraba en su país y venciéndolo. Breitner agrandó su leyenda y su personalidad, cuando perdiendo 0-1 frente a la Holanda de la naranja mecánica liderada por Cruyff, sin estar entre los lanzadores habituales, cogió el balón y convirtió el penalty que establecía el empate. No era su primer éxito internacional, dos años antes, con apenas 20, había ganado también la Eurocopa.
Pero ese año 1974, un Paul Breitner que ya se definía como maoista, mostraba interés por ideas progresistas y se declaraba admirador del Che Guevara o de Ho Chi Minh, a la vez que lucía un peinado a lo afro y una frondosa barba, sorprendía de nuevo por salirse de la normalidad. Anunciaba que abandonaba Alemania para fichar por el Real Madrid y renunciaba a la Selección. Además se despedía del Bayern con duras palabras… y encima recalaba en el Madrid. El club blanco, al que siempre se asoció con Franco, que todavía gobernaba el país pese a su frágil salud acogía un maoista en sus filas. Breitner daba muestras de su excentricismo.
En la capital de España cambió su juego convirtiéndose en un futbolista de centro del campo con llegada. Y el Real Madrid también salió beneficiado conquistando dos ligas. Aún así, en un régimen autoritario como el franquista, ese futbolista rebelde, librepensador resultaba incomodo. Más cuando se hizo público que Breitner aportó 500.000 pesetas de la época a unos obreros que se encontraban en huelga. El tercer año su juego se resintió y la directiva blanca siguió acogiendo con estupefacción y desconfianza al Kaiser Rojo… en plena Transición, con una situación todavía confusa de hasta donde llegaría, con terrorismo, partidos y sindicatos en fase de legalización, ruido de sables, el Madrid tildó a Breitner de conflictivo y prefirió rescindirle el contrato y darle luz verde a regresar a Alemania.
Tras un año en el modesto Eintrach Braunschweig, volvió a su casa al Bayern de Munich donde actuó cinco campañas más antes de colgar las botas aquejado de una lesión. En ese tiempo, agrandó su palmarés con dos ligas más, y agrandó su fama de conflictivo, nadador contra corriente y rebelde del fútbol. Aceptó regresar a la Selección y volvió a renunciar a ella. Se autoexcluyó de participar en el Mundial de Argentina, pero si tomó parte en el de España. La Alemania Federal alcanzaría la final frente a Italia, pero esta vez el triunfo se escaparía. Aún así Breitner anotó en la Final, y pasaría a ingresar en un reducidísimo club de futbolistas que han marcado en más de una final del Mundial junto a Pelé, Vavá y Zidane.
En su despedida, la FIFA organizó un homenaje que enfrentase a un combinado de jugadores mundiales. Sin duda, algo reservado a los grandes. Pese a que su vida dentro y fuera del campo siempre fue considerada como inclasificable. Sorprendió su marcha a la España franquista, sorprendieron sus continuas idas y venidas de la Selección, sorprendió cuando aceptó 150.000 marcos por afeitarse su prominente barba para un anuncio de espuma de afeitar…
Paul Breitner nunca logró deshacerse de esa etiqueta de pensador extraño, impredecible, inclasificable, siempre sorprendiendo, siempre nadando a contracorriente… Incluso en 1998 la Federación Alemana llegó a anunciar su contratación como Seleccionador, pero, según se comenta, una revuelta de los propios trabajadores federativos acabó haciendo que se revocase su nombramiento a las pocas horas. Ahora, Breitner, desde una posición más envejecida, con un mundo bastante diferente al de los 70, no oculta aunque si suaviza su discurso, ocupa su tiempo como ojeador del Bayern Munich y ejerce de columnista en Alemania. Sin duda, un espécimen de futbolista ya extinto y muy difícil de recuperar