¿Quién ahoga a esta afición? de Antonio Bustos

El 13 de Mayo de 1990 el Betis acude a Sarriá en un partido casi decisivo en busca de una plaza para el ascenso a Primera División. El equipo verdiblanco en ese momento, a falta de 3 jornadas para el final de la competición, es tercero en la clasificación con 43 puntos, perseguido por Español con 41 y Deportivo de La Coruña con 40.  A efectos reales es segundo, porque delante de él están Burgos con 47 y Bilbao Athletic con 43, aunque este por su condición de filial no cuenta para el ascenso.

Puntuar en Sarriá para mantener la distancia con el equipo españolista y superarle en el goal average particular ( 1-0 a favor en la ida en Heliópolis) es el gran objetivo del cuadro entrenado por Julio Cardeñosa.

Para el equipo españolista se hace necesario vencer al Betis, con el objetivo de desbancarle de una plaza de ascenso directo, por lo que Sarriá se llena para llevar en volandas a los blanquiazules. Sin embargo, una vez más, el Betis no estará solo. La fiel afición verdiblanca también está presente en los graderíos de Sarriá para animar a los suyos.

A esta fiel afición dedicó Antonio Bustos, redactor de Canal Sur, este sentido homenaje.

¿Quién ahoga a esta afición?

A 1.046 kilómetros. Sevilla-Barcelona. Autopista, tren, coche, autobús… Es la leyenda que nunca muere. El rayo que no cesa. La voz, rota pero siempre fuerte, que nadie conseguirá ahogar jamás.

Para esta gente, por encima de un triunfo, una derrota, un ascenso, una permanencia, un descenso o lo que sea, está la historia.

La historia marcada a fuego que cuece pan de pueblo desde hace ya 83 años. El pan es su club, el pueblo son ellos.

Pueblo andaluz sometido, vejado, humillado y desperdigado por esas tierras de Dios que alguien bautizó como la novena provincia.

Igual que al Betis le partió la guerra, a mucha Andalucía la dividió la busca del pan. Y tuvo que tragarse, con la pena en el alma, esos 1.046 kilómetros.

Pueblo andaluz que se fue a buscar su pan y que se une en contadas ocasiones al año en torno a los que vinieron del sur.

Y miren ustedes por dónde, la bandera que une es la verde y blanca de paz y esperanza. La verde y blanca también del Betis. El Betis en Barcelona. Con su pueblo. Jamás caminará solo,

A los palacios subieron y a las cabañas bajaron. Pero como Don Juanes altivos, nadie se arrepiente de aquella rifa de vacas en los años de la posguerra, con el equipo en Tercera. Ni de la tortilla, el carro, la burra y la carretera. Es un orgullo para los que supieron sufrir, igual que disfrutar cuando se ganó la primera Liga para Andalucía, 1935, o la primera Copa del Rey, hace ya 13 años.

Hoy ya no están aquellos, pero sí estos, que aúnan el mismo sentimiento. Están hoy aquí, en Barcelona, camino de Sarriá. Y alguien ha pensado que a esta gente se la ahoga fácil, Y hasta se han  hecho llamamientos de los periquitos para conseguirlo. Sencillamente, misión imposible. ¿Quién ahoga a esta afición?