Reivindicación del Manquepierda

El pasado 25 de abril tuve el placer de participar en la presentación de “Oselito y el Betis”, obra de Reyes Aguilar con la colaboración de la Fundación Martínez de León. En ella, aparte de hacer un repaso por la espléndida actividad literaria en torno al Real Betis Balompié en los últimos años, aproveché para reivindicar el Manquepierda, en unos tiempos en los que desde algunos ámbitos se pone en duda su validez e, incluso, se le achacan parte de los males actuales del club.
Os dejo la reflexión que hice al respecto.
Es muy halagador el panorama que presentan las publicaciones relacionadas con el Real Betis Balompié. Un despegue que se inició a partir de los años en los que se celebró el Centenario de la entidad, y que venía a retomar lo que en 1982 se hizo con motivo de las Bodas de Platino, o con las Bodas de Oro a finales de la década de los 50.
Cabe mencionar en relación con el Centenario de 2007 la destacable obra literaria Relatos en verdiblanco, a la que siguieron en 2008 Los jugadores de las 13 barras y en 2009 Todos los presidentes del Real Betis Balompié.
Estas últimas dos obras son fruto del trabajo de Manuel Carmona Rodríguez, a quien todos los aficionados a la historia verdiblanca debemos su labor pionera y titánica, cuando pocos, por no decir ninguno, se dedicaban a una labor de investigación profunda y rigurosa como la que Manuel ha realizado a lo largo de muchos años.
Vaya desde aquí mi sentido homenaje a la tarea de Manuel Carmona, quien ahora ve refrendado lo que le transmitió un bético ilustre, como José María de la Concha, a la luz de los últimos hallazgos documentales relacionados con los inicios de los clubs sevillanos.
A la pluma de otro investigador, Rafael Medina, debemos una biografía en 2011 de un gran bético como Alfonso Jaramillo, así como un interesante ensayo sobre el Manquepierda, su historia y su evolución, obra del año 2012.
También del 2012 es la anterior obra de Reyes Aguilar El Manquepierda, una filosofía de vida, que da voz a béticos de toda condición: jugadores y directivos históricos, pero también gente normal y corriente, béticos anónimos que nunca saldrán en los medios de comunicación, y que nos explican de forma sencilla qué es para ellos el Betis, cómo lo sienten y lo viven, cómo lo sufren y lo quieren…
Tal como me dijo Reyes en su momento, el Manquepierda es fidelidad a ti mismo y a tus principios. Como el propio título de la obra indica: una filosofía de vida. Y en este año 2014, en el que celebraremos los 100 años de la constitución del Real Betis como tal, continúan las novedades editoriales relacionadas con nuestro club.
De nuevo Manuel Carmona nos ilustra con la edición del primer tomo de su Enciclopedia del Real Betis Balompié, que se extiende entre 1907 y 1929. Su labor titánica, como antes comenté, bien merece el quedar plasmada para conocimiento y disfrute de todo el Beticismo. 100 motivos para ser del Betis, obra del periodista Daniel Gil, es la segunda novedad de este año. Sus 100 motivos se resumen en 100 pequeños relatos, que nos van desgranando anécdotas, vivencias, recuerdos personales del autor, y también recuerdos comunes a todos los que profesamos la única y verdadera fe.
Una auténtica delicia, muy recomendable para todos los que sentimos en verdiblanco. Y por fin llegamos a la obra que aquí nos congrega. Una obra que viene a recopilar una parte importante de nuestra historia, la que se relaciona con Andrés Martínez de León y con su entrañable personaje Oselito, el simpático dibujo con el que se simboliza desde los años 20 al aficionado sevillano, tanto al mundo del toro como del fútbol, aunque paulatinamente la afición deportiva se fue imponiendo a la taurina, tal como ocurrió en el conjunto de la sociedad sevillana a lo largo del siglo XX.
Esta frase de Oselito resume los vaivenes de un Betis derrotado en mil ocasiones, pero nunca vencido. Andrés Martínez de León, su creador, también sintió a lo largo de su vida la derrota, aunque no fue vencido. Volvió después de un largo periodo carcelario, y retomó de nuevo el contacto con la Sevilla futbolística, a través de Oselito.
Fue nombrado socio de honor por la entidad bética en 1957, actualizando un antiguo nombramiento ya de 1935. Para las Bodas de Oro del Club, celebradas en 1958, realiza esta Historia del Real Betis Balompié que ahora se reedita de forma brillante, junto a unas viñetas de 1935 en las que Oselito proclama su alegría ante la gloriosa victoria en el Campeonato de Liga.
De Oselito, y de sus andanzas en verdiblanco, nos viene a contar Reyes Aguilar con la colaboración de la Fundación Martínez de León. Una tarea loable y necesaria, la de recuperar esa obra literaria y cultural que ha acompañado al Real Betis Balompié en sus ya más de 100 años de vida. Y una tarea en la que hay que destacar otras iniciativas. Como, por ejemplo, las conferencias que Benito Rivero Villamarín, nieto del ilustre presidente, desarrolla por las peñas béticas con el auspicio de la asociación cultural Más Betis.
Como vemos se vive un momento de gran efervescencia en la labor de dinamización cultural e histórica relacionada con el Real Betis Balompié. Lástima que en esta tarea el propio club no sea quien tome la iniciativa de forma decidida, pero desgraciadamente ese ha sido el sino a lo largo de nuestra historia, salvo excepciones muy puntuales. Nunca ha velado el club por la conservación de su patrimonio histórico y documental, ni se ha interesado por su difusión y conocimiento ni por promover su investigación.
Sin embargo, hay otro aspecto que me gustaría compartir con vosotros este día, al hilo del más que probable descenso del Real Betis Balompié a Segunda División. Será el número once de los descensos béticos de Primera a Segunda, y el número doce si también contabilizamos el que llevó al Betis a Tercera División en 1947. Nada nuevo, pues, para los que habitualmente nos interesamos por las cuestiones relacionadas con la centenaria historia verdiblanca.
Pero sí quiero reflexionar sobre algo que hoy en día se está discutiendo en determinados ámbitos, y que constituyó el eje central de la anterior obra de Reyes Aguilar: el Manquepierda. A este lema, único y singular entre los clubs de fútbol existentes, se achaca hoy una parte importante del fracaso deportivo de esta temporada. Se le acusa de conformismo, de falta de exigencia deportiva y social, de un encogerse de hombros ante una especie de destino fatalista y marcado, que impediría al Betis crecer deportivamente de una forma acorde a la masa social que le sigue.
Yo, sin embargo, quiero reivindicar el Manquepierda aquí y ahora. Un Manquepierda que surgió históricamente como un grito desesperado ante una situación deportiva, económica y social angustiosa. Nunca supuso conformismo ni falta de exigencia o ambición. Si así hubiera sido el Betis no habría salido de la Tercera División. Porque el Manquepierda fue y es fidelidad ante todo y ante todos. Nunca bajar los brazos, nunca abandonar, siempre pelear y luchar por otra realidad distinta.
El más hermoso grito de rebeldía y fidelidad, eso es el Manquepierda. El Betis hoy en día atraviesa una grave crisis institucional, derivada de una intervención judicial consecuencia de la actuación presuntamente delictiva de los anteriores mandatarios. Se añade a ello la falta de preparación, la suficiencia de algunos y el dejar hacer de otros, lo que nos ha llevado a un descenso de categoría tras una penosa temporada. Ante ello me permito lanzar varias preguntas: ¿Es que esta situación de fracaso deportivo y de caos institucional no nos duele, como sí dolía hace 60 ó 70 años? ¿Es que los béticos hemos de asistir inermes al desmoronamiento de nuestro club? ¿Es que no nos hierve la sangre como les hirvió a nuestros abuelos?
Un breve ejemplo histórico. En 1951, con el Betis en Tercera División por cuarto año consecutivo, la afición removió de la presidencia a Pascual Aparicio, un hombre que se arruinó económicamente por su amor al club. Eran los peores años en la singladura por la Tercera División. Los tiempos en los que, en casa de Alfonso Jaramillo, directivo con Pascual Aparicio, se preparaba la comida de los jugadores para ir a Ubeda, Almendralejo ó Larache. La afición reaccionó ante el fracaso en la Liguilla de Ascenso a Segunda en junio de 1951, y, en septiembre de ese año, una derrota en el primer partido en casa con el Almería, provocó una masiva protesta en los graderíos del viejo Heliópolis y la dimisión de la directiva. Eran años duros, años del Manquepierda a flor de piel, pero que no sirvió para eludir responsabilidades. Fidelidad a unos colores, a una entidad, a un sentimiento, pero rebeldía ante la mala gestión y la incapacidad.
Quiero con ello recalcar la idea de que el Manquepierda no es ni fue conformismo; y que ahora tampoco debe de servir de asidero para los responsables de la situación actual del Real Betis Balompié: los que detentan el poder hoy en día, y los que lo detentaron antes, sumiendo al club en una profunda crisis. En los tiempos de presidentes de gloriosa memoria como Benito Villamarín ó Pepe Núñez Naranjo, también tuvieron éstos que lidiar con una afición exigente y contestataria. El Manquepierda nunca les sirvió para eludir sus responsabilidades, ni la afición se refugió en ese destino fatalista que algunos pretenden imponernos como condición propia de los béticos.
Voy a terminar con un pequeño recorte de prensa. Está ya muy próximo a los 60 años. Es del 1 de junio de 1954 y se publicó en el diario Sevilla, en el reportaje especial que este diario hizo con motivo del ascenso del Betis de Tercera a Segunda, después de 7 años de calvario, cuando, como dijo Juan Petralanda, “eramos menos que nada”.
Se titula ¡Manque pierda¡ y dice así: “Será cosa de pensar si no conviene ya variar el grito de rebelión que sólo el ingenio sevillano y la amorosa tozudez con que aquí nos aferramos a nuestros gustos pudo inventar para acabar con el derrotismo.
Manquepierda puede significar “aunque los haya mejores”, “porque me da la real gana”, o “a pesar de todo”, según la circunstancia con que este grito de guerra de los béticos se lance al aire. Tiene tanto de rebeldía como de exaltación. Pero lo vamos a tener que dejar para nuevo uso histórico si el Betis sigue la racha ascendente que todos le deseamos.
Pero una cosa debe quedar bien clara. El grito no es conformista, no tiene signo negativo, sino que quiere proclamar y proclama la enorme fuerza de adhesión al Club de la masa de seguidores más apasionada de España. En el Manquepierda se trata de demostrar que, por encima de todo, hay fe. Y esta fe, estamos seguros, traerá de nuevo tardes de gloria a los colores béticos”.
Así pues grito de rebelión, fe, exaltación, rebeldía, grito no conformista, enorme fuerza de adhesión de la masa de seguidores más apasionada de España…
Aquí se dejan bien claros los parámetros en los que el Manquepierda nació y se desarrolló. Retomémoslos una vez más y, al lado de nuestro amor y adhesión a este sentimiento, seamos exigentes con nosotros mismos y con los que dirigen el club. Fidelidad y rebeldía eso es el Manquepierda. ¡¡¡ Viva el Betis Manquepierda ¡¡¡