Serafín Aedo, el fontanero
Serafín Aedo empezó a jugar en el Baracaldo en Tercera División en 1931, con 23 años. Procedía del club local, la Unión Sport San Vicente.
Destacó muy rapidamente en esa primera campaña, hasta el punto de que en el verano de 1932 ya encontramos rumores en la prensa bilbaína sobre el interés del Athletic Club por incorporarlo a sus filas, cosa que nunca se concretaría, y también rumores sobre la intención del Betis de conseguir su fichaje. Ese verano se mueve por la capital vizcaína un patrón de pesca del club verdiblanco. Patrón de pesca es la expresión que entonces se utilizaba y que reflejaba la existencia de un enviado de un club, normalmente un directivo con contactos en la zona, y que se dedicaba a fichar jugadores normalmente entre equipos de las categorías locales de la zona. Ese año un directivo bético frecuentó la zona en el mes de julio y se hizo con los servicios de Lecue, del Alavés, y Urquiaga del Baracaldo, pero también fueron frecuentes los rumores sobre otros jugadores, como el propio Aedo del Baracaldo, o Aldeazábal del Unión de Irún.
Aedo finalmente no firmaría ese año por el Betis, sino en el verano siguiente. Pero su juego, aun en un Tercera División, siguió mereciendo la atención de la prensa deportiva bilbaína.
Un ejemplo es este reportaje de noviembre de 1932, que nos desvela diversos aspectos sobre la vida y forma de ser de Serafín Aedo. Aquí descubriremos su relación de amistad con Joaquín Urquiaga, compañero a la hora de cantar tangos, así como su carácter, a través de una anécdota sucedida jugando en un partido en Berazubi, el terreno del Tolosa, en partido de la Tercera División.
Aedo llegó a jugar en el Baracaldo casi por casualidad. Se lesionó Cachi, recién importado de Vitoria. Los directivos baracaldeses, que no querían alterar las restantes líneas del equipo, titubeaban en designar el que habría de reemplazarlo. Pero alguien se inclinaba rotundamente por Aedo
– Es un muchacho con un corazón que no le cabe en el cuerpo, decía. Se ha formado en la Unión. Tiene veinte años. ¿A qué vamos a esperar?
Jugó al fin.
Era desconocido hasta del público baracaldés. Y Aedo, que el día de su debut frente al Athletic, hizo uno de los partidos más grandes de su vida, ya no fue postergado en el primer team.
Esto sucedió hace dos años.
Luego, sin interrupción, siguió jugando. Unas veces, bien; otras, menos bien. Pero siempre despertando comentarios, discusiones.
Aedo ha sido y sigue siendo quizás el jugador más discutido en Vizcaya.
El día que se marchó Urquiaga a Sevilla, Aedo se quedó muy triste. Se le iba su mejor amigo y el compañero inseparable de canto.
Tenían un tango favorito. Un tango doliente y estúpido, como todos los tangos argentinos, que parecen hechos para la gente de vino triste. Dicho tango lo cantaban a dúo. Inmediatamente después de haber engañado a sus respectivos estómagos, que no es cosa fácil, y casi siempre a petición de un tercer comensal. Empezaba Urquiaga y enseguida le secundaba Aedo, hasta que al llegar a aquello de “…con el alma enferma y dolorida…”, terminaban los dos casi extenuados y rojos por el esfuerzo, oyendo una ovación tan sincera como las que motivaban sus intervenciones en el field.
Ido Urquiaga, su inseparable “Chavo” Aedo ha seguido cantando, tanto por recreo propio como para amenizar las digestiones de los que tienen la suerte de sentarse con él a una misma mesa. A veces, Cachi quiere hacerle el dúo. Pero Aedo prefiere verse solo a mal acompañado.
Y es que Cachi no está llamado a emular a Lázaro. A Lázaro el que canta, claro.
Dos cosas hay que no se explican en este muchacho.
Una, que se llame Serafín.
Otra, que le agraden los tangos.
En Berazubi, hace dos temporadas, estuvo a punto de ocurrir una catástrofe.
Todo, porque a Arteche, el exdelantero centro del Tolosa, actualmente enrolado en las filas del Racing santanderino, ocurriósele pegar un puntapié al inflamable Salgado, y porque Aedo no puede consentir que a sus compañeros se les haga objeto de malos tratos.
Allí hubo muchísimas más bofetadas que las que puedan repartirse en un mitin comunista. La gente saltó al campo para vengar a su ídolo maltratado y Aedo y Salgado no tuvieron más remedio que corresponder debidamente con los espontáneos. ¡Pim¡ ¡Pam¡ Bofetada va, bofetada viene.
Restablecido el orden, pero sin que se calmara la excitación de esta pareja de tórtolos, fueron conducidos del brazo por el delegado del Baracaldo al vestuario, donde dieron rienda suelta a su furor. En el vestuario de Berazubi no había más objetos rompibles que una caja de limonadas. Cuando no hubo quedado un casco sin estrellar contra las paredes, se acordaron de que en el campo quedaban sus nueve compañeros luchando contra un público excitado y un score crecido (3-1) en contra. Entonces abrieron de par en par las ventanas del vestuario y comenzaron a animarles a voz en grito:
– ¡Hala, muchachos¡ ¡Duro con ellos¡ ¡Durooo¡
Cuando empató el Baracaldo se calmaron los nervios.
En el último y todavía reciente viaje que el Baracaldo realizó a Santander, Aedo sufrió una gran contrariedad: Arteche no se alineó con el Racing.
En cierta ocasión, dijimos que Salgado no tenía historia.
Tampoco Aedo tiene historia.
Pero la tendrá.
Este muchacho que, sin perder una ápice de su bravura, va adquiriendo colocación, sentido del puesto, está llamado a ser un gran defensa.
Hoy en día ya es el mejor defensa que hay en Vizcaya.
Con sus entradas alocadas, con sus resabios de serie C, con todos los defectos que quieran atribuírsele, Aedo es ya una realidad.
Y Aedo tiene veintitrés años. Vedle ahí, en la foto. Nació en la calle de Landáburu. Y le llaman Aedo, el fontanero.
Fuente: Trabi en Excelsius 18 de noviembre de 1932