Sol, entradón y un encuentro clásico de furia
Con este aparatoso titular se despachaba el relato que el periódico deportivo bilbaíno Excelsius traía en su primera página el 22 de febrero de 1935, cinco días después de celebrarse en el Patronato el partido que enfrentó al Betis Balompié y al Madrid Football Club, en lo que en su momento se entendió como el partido clave para la lucha decisiva por el título de campeón de Liga.
La crónica viene firmada por Curro, que es el nombre que usaba el corresponsal en Sevilla de este prestigioso diario deportivo de la época. En ella se nos describe el ambiente previo al partido, la expectación creada en la ciudad y la movilización de todos los medios de transporte de la época para acceder ese día al campo ubicado en el barrio del Porvenir, así como la figura de los revendedores en pleno rendimiento y la gran taquilla generada ese día.
También la presencia animosa de aficionados llegados de toda Andalucía, como la de los cordobeses que desplegaron la pancarta de apoyo al equipo bético, imagen con la que encabezamos hoy estas líneas.
Se nos describen también diversas incidencias del juego, haciendo especial seguimiento de los jugadores vascos del Betis. No olvidemos que se trata de un periódico bilbaíno y que. lógicamente, la prestación deportiva de los jugadores vascos era especialmente seguida por sus lectores. Se destaca la labor de los defensas Aedo y Areso, del delantero centro Unamuno, del extremo Saro y del portero Urquiaga, de quien se hace una mención especial, haciendo hincapié en los problemas que tuvo en un principio en el equipo, ya que vino para competir con Jesús, toda una institución en el club y entre la afición, y cómo se había hecho con el puesto, hasta el punto de que se destacaba su actuación en toda la temporada y se propugnaba la inclusión de Urquiaga en la selección nacional. Un aspecto en el que próximamente incidiremos.
También se resalta la figura de Timimi, al que se compara con el torero Cagancho, capaz de lo mejor y lo peor, y que en este partido, después de una muy mala primera parte, hizo el gol definitivo después de una dura carrera codo a codo con Quincoces, el gran defensa madridista, y un disparo cruzado y raso que batió a Zamora. El gol bético vino con una rápida transición desde el defensa Areso hacia Timimi, el estilo directo y eléctrico del que se mostraba partidario el técnico bético Patrick O´Connell.
Y el relato finaliza rememorando una simpática escena post partido en una taberna sevillana, con un juego de palabras entre clientes y camarero
Día primaveral, anuncio del luminoso abril que, para sus fiestas, reserva Sevilla a los turistas, y un entradón apoteósico.
La Compañía de tranvías, la de autobuses, taxistas, bares, revendedores, bien pudieron suscribir con frase de agradecimiento añadida, el cartelón con que unos aficionados cordobeses saludaban al Betis desde una grada.
Récord de entrada, general a cinco pesetas, y un ingreso para el Betis, seguramente, no inferior a las sesenta mil líquidas.
¿Cuántos partidos necesita el Arenas, desgraciadamente, para alcanzar esta suma?
Fue éste un encuentro de los clásicos de furia, llevado a una velocidad agotadora, que acabó por rendir a los menos jóvenes.
En el primer tiempo pudo anotarse una ligera ventaja de dominio a favor del Madrid, pero en el segundo, y hasta el cuarto de hora final, se impuso la mayor resistencia, y el mayor entusiasmo también, del Betis, y a pesar de que el Madrid se empleó a fondo en todo momento, como si de una auténtica final se tratara, tuvo que rendirse ante la muchachada que capitanea el gran Unamuno, que en Sevilla es siempre “Munabe”.
El uno a cero lo produjo el único jugador que, hasta entonces, había sido el punto flojo del Betis. Timimi, un “Cagancho” del fútbol, no dio una a derechas en todo el primer tiempo, y perdió lastimosamente entre otros fallos numerosos, un servicio a “pan comido” de Unamuno. Pero, en cambio, su goal, goal eléctrico, valió por todo un partido y le rehabilitó cumplidamente.
Un despeje de Areso, a continuación de una jugada peligrosa para el Betis, fue recogido por el canario en su línea hacia el centro del campo. Arrancó desde allí llevando pegado a Quincoces, y en un codo a codo emocionante, se plantó ante Zamora, largando, en posición dificilísima, un balonazo raso y cruzado que entró fulminante en la portería del Madrid.
La flamante pareja internacional del Betis, Areso inteligencia y Aedo fibra, superó en conjunto a la no menos internacional de enfrente, donde si Quincoces fue casi Quincoces, Ciriaco demostró no hallarse en forma, terminando completamente agotado.
De los vencedores, hay que mencionar, con el trío defensivo, a Peral y Lecue, muy trabajadores, y en la delantera a Saro, cada vez más jugador, a Unamuno y a Adolfo. Este largó un zambombazo que se reclamó como goal, pero que, desde luego, no llegó a serlo, aunque por verdadero milagro.
Del Madrid, la línea media y Quincoces, y a ratos, Regueiro.
Posiblemente don Amadeo tendrá anotado un nombre nuevo en su lista de futuros internacionales: Urquiaga.
Es tiempo de que haga justicia a este muchacho, formidable portero, que hoy no tiene envidia ni al eterno Zamora ni a ninguno de los que suenan como sucesores.
Obsérvese si no su récord. Ocho perforaciones en doce partidos, no olvidando que cuatro de estos “disgustos” los causó el Athletic de Madrid en una sola tarde. Repártanse los cuatro goals restantes en los otros once partidos de Liga que el Betis lleva jugados y… ¿vale algo esto?
Sin restar méritos a la pareja de zagueros del Betis, la más completa y en forma en el día, no puede dejarse de reconocer que una gran parte del éxito del Betis se debe a Urquiaga, el gran Urquiaga.
¿Qué dicen ahora los “jesusistas”—partidarios de Jesús, el antiguo portero–, que negaban al baracaldés el pan y el agua a su ingreso en el Betis, hostilizándole frecuentemente y hasta insultándole en más de una ocasión?
Si el Betis llega a ser campeón de Liga, y aunque no lo sea, no habrá que olvidar a Urquiaga a la hora de los elogios.
En una cervecería, famosa por sus tapas, después del partido:
– Yo, un chato con menudo
– A mí, un doble de cerveza con calamares
– ¡Un doble de cerveza con calamares y un chato con menudo para estos señores¡
– Yo quiero un chico con riñones
– ¡Niño¡ ¡Que avisen a Unamuno, que aquí preguntan por él¡