Un «sparring» en verdiblanco para Menotti, de Luis Carlos Peris.

En marzo de 1983 el Betis jugó en el Camp Nou frente al FC Barcelona en el partido de Liga en que se estrenaba como técnico azulgrana el argentino César Luis Menotti, quien llegaba precedido de su enorme fama para suplir a Udo Lattek.
Era también ese día el del regreso de Diego Armando Maradona, después de 3 meses alejado de los terrenos de juego por una hepatitis.
La conjunción del técnico argentino y de la estrella argentina parecían propiciar una cómoda victoria azulgrana, pero el Betis de Marcel Domingo, con bastantes bajas en la delantera de forma que Gordillo se alineó en la vanguardia verdiblanca, arrancó un empate que dejó por tierra todos pronósticos previos.
Menotti había llegado a Barcelona sólo 5 días antes del partido, y una de las cosas que impuso fue la de las sesiones de entrenamiento a puerta cerrada. En las páginas de Diario 16 Andalucía, en su sección Desde mi córner, el periodista Luis Carlos Peris desvelaba días más tarde otra de las excentricidades del entrenador argentino, quien hizo vestir de verdiblanco al equipo filial que el Barcelona usó como sparring en una de las sesiones de preparación del encuentro.
Siempre he creído en los entrenadores, en el papel a desarrollar para que el grupo a sus órdenes funcione, sepa lo que quiere y dé con la forma de conseguirlo. Lo que ocurre es que creo en ellos, pero hasta cierto punto, sin tenerme que cerrar, por ello, en el papanatismo que despiertan en ciertos sectores.
Desde luego, el Sevilla de Merkel no podía ser igual que el de Georgiadis; como el Betis no funcionaba igual con Luis Belló que con Antonio Barrios. La personalidad del técnico debe de reflejarse, de hecho siempre se refleja, en el contenido de lo que realizará su gente cada siete días con el campo hasta la bandera.
Me encantaba oír de sus manías, de esa costumbre de Barrios de sembrar ajos en la cancha cuando las cosas se torcían, o de esas primas que Domingo Balmanya pagaba de su bolsillo al que la rompiera para sacarla del campo en partido a favor de crono, las cosas de don Helenio entrenador sevillista, la caja de mondadientes que devora Miljanic en cada partido o las veces que se santigua Marcel cuando sufre en el banquillo.
Toda esa liturgia me encanta, qué quiere que le diga. Pero la última perla es la mejor del collar y me ha llegado en las últimas horas. Tengo que revelarla, no tengo más remedio, para compartirla con todo el que me lea. Usted se habrá enterado que el último “dios de los banquillos”, el llamado César Luis Menotti, ha traído métodos nuevos a nuestro fútbol, pues de alguna manera habrá de justificar la millonada que va a embolsarse en pesetas de curso legal.
El ”Flaco” Menotti ha dispuesto que dos entrenamientos a la semana se hagan con las puertas herméticamente cerradas. Bueno, pues en la víspera de su debut, realizó un ensayo íntimo para indicar a su gente la forma con qué contrarrestar al Betis. Puso al equipo titular en el campo contra un “sparring” y la nota curiosa fue que a los comparsas los vistió de verdiblanco, con unas camisetas béticas que hubo que adquirir de prisa y corriendo en la más cercana tienda de deportes de la Ciudad Condal. Sólo se me ocurre parafrasear a su compatriota Pepe Iglesias “El Zorro” para preguntar ¿…y de qué le sirvió todo eso?