Una fotografía que hizo historia, de Cronos

En los años 20 aún no existía el Campeonato Mundial de Fútbol, y ese papel de máxima competición mundial estaba reservado para los Juegos Olímpicos. La selección española en su primera participación de la historia, en Amberes en 1920, consiguió la medalla de plata. Para la siguiente ocasión, París en 1924, las expectativas eran las máximas y España era, tal vez, el gran favorito.
Pero todo se trastocó en el primer partido jugado, en un torneo de eliminatorias puro y duro en el que participaron 22 selecciones. El sorteo deparó un fatídico cruce en la primera eliminatoria contra Italia y el partido concluyó con una derrota por 1-0 en un autogol de la defensa española.
Cuarenta y un años después, en 1965, el periodista de Marca Carlos Méndez «Cronos» recordó esta circunstancia comentando la fotografía en la que se observa la desesperación de Pedro Vallana, defensa del Arenas de Guecho, en el momento de marcar en propia meta.
Aunque el periodista no recuerda el dato en esta época el seleccionador era Pedro Parages, directivo de la Federación Española de Fútbol, mientras que Frderick Pentland, el famoso entrenador inglés del bombín, era quien se encargaba de la preparación del equipo. Que una cosa, por aquel entonces, era seleccionar los jugadores y otra prepararlos y alinearlos en cada partido.
El vencedor del torneo olímpico fue Uruguay al imponerse 3-0 a Suiza. Italia cayó en cuartos de final frente a los suizos.
Uno era un chiquillo que comenzaba a pelear con el bachillerato. Pero uno no lo ha podido olvidar todavía. Entonces no había transmisiones radiadas y había que esperar a la salida de los periódicos de la noche para enterarse de lo que había pasado por la tarde.
Jugaba España, en aquel 25 de mayo de 1924, su primer partido para la Olimpiada de Colombes, y como aún no de había puesto en marcha el Mundial de fútbol, el título olímpico valía más que ningún otro.
La afición de aquellos días, no tan numerosa como la de ahora, se había hecho muchas ilusiones al respecto. Había buen equipo y, por si era poco, la prensa francesa, todavía impresionada por el gol de Alcántara que rompió la red en Burdeos, daba como favoritos del Torneo a nuestros jugadores. No recuerdo quién era el seleccionador, ni importa para el caso. Sé que en contra de lo habitual, la preparación se había tomado con interés y que se disputaron dos encuentros de acoplamiento con el Newcastle.
El primero, en Bilbao. Allí jugaron Zamora; Vallana, Acedo; Gamborena, Larraza, Peña; Piera, Samitier, Monjardín, Carmelo y el mayor de los Aguirrezabala. El público de San Mamés vio ganar a España y la crítica certificó que el gol de penalty, lanzado por Larraza, que había valido la victoria, no fue regalo del árbitro, puesto que Monjardín, después de salvar al portero, había sido derribado por éste.
El segundo encuentro se disputó en Madrid, en el campo de Chamartín. Jugaron Zamora; Vallana, Pasarín; Gamborena, Belauste, Peña; Juantegui, Zabala, Monjardín, Félix Pérez y Aguirrezabala, que ganaron por dos a cero.
Tras de esto se fue a Paría. El sorteo oponía a Italia, con la que poco antes, en marzo del mismo año, se había empatado a cero, en Milán, en un famoso encuentro en que el hermano de Spalla, masajista de la “squadra”, agredió a Samitier por la espalda, furioso el italiano porque De Para, el guardameta, había quedado conmocionado al arrojarse a los pies del Mago. Dicen, los que escribían entonces, que allí, en Milán, se debió ganar y que los “azzurri” echaron balones fuera en los diez minutos finales, buena muestra de su complejo de inferioridad.
Se afrontaba, pues, este partido con el noventa por ciento de posibilidades de triunfo.
El estadio de Colombes fue el escenario de este choque que nos ocupa. Se vistieron de “leones rojos” Zamora; Vallana, Pasarín; Gamborena, Larraza, Peña; Piera, Samitier, Monjardín, Carmelo y Aguirrezabala. En el ataque, las dos alas eran de club; la derecha, barcelonista; la izquierda, bilbaína. Dominó España, pero con juego deslavazado. Larraza, cuya selección había sido muy criticada, no solo fallaba en el enlace, sino que era un coladero para las escasas incursiones italianas. Pese a esto, en el ambiente se mascaba el triunfo español, aunque la zaga “azzurra” se defendía muy bien. Una entrada dura de Larraza valió su expulsión y dejó a España con diez hombres. Pero como HH diría años más tarde, con diez hombres se juega mejor y España lo hizo. Un poco porque Gamborena las daba todas y otro poco porque la decisión arbitral hizo brotar la “furia”. Pero el tiempo pasaba sin que España marcase…
En esto, cuando faltaban doce minutos, Conti, el extremo derecho, profundizó por su banda, bien marcado por Peña. No había peligro. Ante Zamora, estaban Vallana y Pasarín, mientras Italia solo oponía a Della Valle. Conti centró. La pelota iba rasa y desviada. Hubiera bastado ampararla y dejarla salir. Pero Vallana, el mejor hombre sobre el campo, pensó que mejor era desviarla, intervino y, ante la sorpresa y desesperación de Zamora, la remató a la red.
Nos enteramos por la noche. En aquellos días los periódicos hicieron un boquete en la información del crimen del expreso de Andalucía, para dejar paso a la derrota inesperada. La gente, de pronto, olvidó a Piqueras, a Honorio Sánchez, a Donday y a Navarrete, para volver los ojos hacia aquel desgraciado gol de Vallana que dejaba a España fuera de combate, cuando todo el mundo la daba como vencedora de la Olimpiada. Nos enteramos también de que Vallana había jurado no volver a jugar más al fútbol. El arenero con las manos en la cabeza, la pelota besando la red y Zamora con los brazos en el aire y con la mirada confundida. Luego nos enteramos de más detalles…
Lo que no supimos todavía es que aquella foto, que Cámara publicó en “Nuevo Mundo”, iba a hacer historia. Una historia triste para España, que en los momentos decisivos no ha llegado nunca a tener suerte en Colombes.
Y sin ir más lejos, ahí está el ejemplo de Dalymount Park, todavía sangrante.
Fuente: Cronos en Marca 7 de mayo de 1965