Usted irá, ¿verdad?, de José Antonio Blázquez
Manuel Lora Gancedo fue futbolista del Real Betis Balompié durante las temporadas 1955-56 y 1956-57. Un centrocampista que formó una gran línea media junto con Genaro, pero que fue destrozada por las graves lesiones que ambos sufrieron: Lora una fractura de peroné en enero de 1956 contra el Jerez, y Genaro una grave afección pulmonar que le obligó a retirarse del fútbol en esa misma temporada 55-56.
Lora, tras dejar el Betis, jugó en el Recreativo de Huelva una temporada y en el Atlético Ceuta 4 temporadas más. Pero la mala suerte le siguió persiguiendo, dado que en 1962 se le detectó un cáncer, que le obligó a retirarse del fútbol. El 19 de diciembre de 1962 en el Villamarín Betis y Ceuta disputaron un partido de homenaje al infortunado jugador para recabar fondos.
Desde las páginas de Sevilla el periodista José Antonio Blázquez ese mismo día escribió este artículo pidiendo la solidaridad de los aficionados, para acompañar a Lora este día. Desgraciadamente a los pocos días, el 6 de enero de 1963, por la megafonía del Villamarín durante el partido Betis-Deportivo se dio a conocer su fallecimiento .
Usted irá… ¿Verdad? Si es aficionado, hoy no importan los colores, estará esta noche en Heliópolis colaborando en el homenaje. Esta noche juegan béticos y ceutíes un encuentro benéfico. Un futbolista sevillano gravemente enfermo e incapacitado para volver a jugar a la pelota, necesita de la afición. Y usted, aficionado, debe ir esta noche al fútbol. No hace frío para temerle a la hora y media de inmovilidad en el graderío, y su pequeña, mínima aportación al beneficio, contribuirá al esfuerzo organizador de este beneficio que Lora necesita.
La historia, la triste historia del jugador enfermo, ha girado en el tiovivo de los comentarios deportivos. La cuatro perras que ganó en el fútbol se las ha arrebatado su dolorosa enfermedad. Motivo tan amargo ha hecho subir los grados de la ya calmada fiebre futbolera de los aficionados y conseguido que por una vez todos coincidan. Aquí no hay réplicas que desenredar ni colores por los que discutir. Se trata únicamente de estar todos en una colaboración, en el filo verídico de un impulso general, que, al menos, pueden hacer más gratas las horas de dolor del ídolo caído.
El caso de Lora produce un tremendo respeto. Ha sido como un predestinado a la desgracia, un elegido para el dolor y el infortunio. Con treinta años tan solo ha visto alzar ante su carrera deportiva, en esta tampoco tuvo suerte, un muro de desesperanza.
Siempre fútbol de Segunda. Una lección cada domingo. Lora ha sido un futbolista de calidad. En todos los equipos en que estuvo brilló el fuego creador de su estilo depurado. Con el Betis estuvo a punto de jugar en Primera. Con el Ceuta le pasó tres cuartos de lo mismo. Tuvo un compañero en el Betis, Genaro, impresionante coincidencia, que como él, lanzado en la trayectoria de los ases, quedó también al borde del camino, tronchado su cuerpo joven, quebrada su ilusión profesional.
Siempre fútbol de Segunda. Sin suerte y sin contratos notables. Betis, Huelva, Ceuta… Luego, la caída. Una operación muy seria, hasta quedar clavado en una cama a pocos metros del Estadio, hasta donde han llegado domingo a domingo los aplausos y los gritos.
Lora no volverá a jugar al fútbol. Pero usted, aficionado, puede ayudarle. Tomando esta noche el 19 y pasando por taquilla. Si le tiene miedo al frío, quédese en casita… pero no esquive esa taquilla para Lora. Figúrese tan sólo qué alegría del jugador al sentir, aun físicamente, que de él se acuerdan. En ese mundo frío de su vida truncada aún hay sitio para la satisfacción. Hágalo feliz por unas horas. Que pueda creer, con la piadosa mentira de unas perras, que usted no sólo se acuerda de él, sino que espera verlo otra vez vestido de verde y blanco.
Irá al campo, ¿verdad? Llevado por una convicción, no arrastrado por la lástima. Los ídolos caídos no la provocan. El caso de Lora produce un tremendo y terrible respeto.