Y ahora el Dinamo…
En la semana que comienza el Betis retoma la actividad en el frente europeo, después del parón de dos meses desde el último partido en Celtic Park. Será ahora en San Petesburgo con un enfrentamiento en los dieciseisavos de final frente al Zenit ruso.
Esto nos va a servir para recordar el momento en que en 1978 también se iba a retomar la actividad en el frente futbolístico europeo. Un parón mucho más largo, de noviembre a marzo, en una competición más corta y en la que el Betis se iba a ver en los cuartos de final conta el Dinamo de Moscú.
Este artículo publicado a finales de febrero en la Hoja del Lunes a cargo del periodista Emilio Vara nos pone en las circunstancias del momento, mucho más complicado y delicado que el del Betis actual. En ese mes de febrero la trayectoria del Betis había sido muy buena: victorias en casa contra el Atlético de Madrid 4-3, contra el Burgos en Copa 5-2, contra el Cádiz 0-5, contra el Sporting en Copa 3-1 y contra el Racing 3-1. Pero en los 2 últimos partidos se había perdido 3-0 en El Molinón, quedando eliminado en los cuartos de final de la Copa, y 2-0 en Liga en el Rico Pérez contra el Hércules.
El buen comportamiento goleador del equipo había quedado a 0 en los dos últimos partidos y ése sería el principal problema del equipo en los meses siguientes de competición, lo que llevaría al desenlace inesperado y desastroso en que finalizó la temporada. Nada de eso se preveía a finales de febrero, cuando la ilusión de ver al equipo en unas eliminatorias tan avanzadas de la competición europea eran el principal aliciente para toda la afición.
La “cosa” se ha torcido. Y la “cosa” es la brillante ejecutoria que había reemprendido el Betis últimamente. Parecía que sus últimos éxitos eran el punto de partida para una firme escalada, pero…
Primero, la inesperada derrota en El Molinón, cuando el pronóstico general, con el fundamento de los dos goles que tenía de ventaja el cuadro bético, le señalaba como vencedor de la eliminatoria y le colocaba en las semifinales de la Copa del Rey, y ahora, el nuevo tropiezo en Alicante ante un Hércules que está pasando sus apuros en la Liga y en varias ocasiones le cedió puntos cuando le visitó el Betis.
Son dos reveses que hay que considerar como auténticos jarros de agua fría que tuercen, por el momento, el buen camino que había iniciado el conjunto de Iriondo jornadas atrás.
Y lo chocante del caso, lo que da que pensar, es que ambas derrotas se han producido principalmente porque el ataque bético, tan goleador hace unas semanas, ha vuelto a quedarse mudo. Ni mojó en Gijón, el pasado miércoles, ni ayer en Alicante. ¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿Un nuevo bache…?
Pues en estas circunstancias llega a Villamarín el Dinamo de Moscú para disputar con el Betis su eliminatoria de cuartos de final de la Recopa. Un Dinamo de Moscú que se dice que quizás venga falto de ritmo de competición oficial, que nos trae el recuerdo—triste recuerdo—de que las dos veces que se enfrentó con el Betis lo venció…y un Dinamo, en fin, que ayer en Bélgica, como toque de atención, derrotó al Amberes en partido amistoso por 2-1.
Siempre se pensó que esta eliminatoria del Betis con el Dinamo sería muy difícil. Ahora lo es más, y lo que cabe esperar es que el Betis se supere como lo viene haciendo en la Recopa, y siempre lo hizo en los momentos de mayores dificultades, y que el próximo jueves sea fiel a sus posibilidades reales, y nos ofrezca un gran rendimiento, capaz de un destacado triunfo que alegre los ánimos y nos vislumbre un futuro más optimista.
Naturalmente la afición estará con el equipo, como siempre lo estuvo en los lances trascendentales, y al Betis no le faltará el aliento y estímulo de sus seguidores. Pero vaya por adelantado que la afición no es la que tiene que ganar la eliminatoria desde las gradas, sino que son los jugadores béticos los que deben decidir la suerte del equipo y de ellos dependerá, de su mayor o menor acierto, de su mayor o menor rendimiento, si el Betis ha de seguir o no en la Recopa.
Ellos lo saben y ellos tienen la palabra.