El ‘puzzle’ de Gustavo Sánchez

El equipo celebra el tanto de Ignacio Abeledo ante la Unión Deportiva Almería. Fotografía: Antonio Fernández Ocaña.
El primer conjunto juvenil no atraviesa su mejor momento, lo que no supone una novedad en la historia reciente del escalafón. El ‘bluf’ 2012/13, de los Puentenueva, está reciente y es que, si las tornas no viran brusca y radicalmente, serían dos de dos en las temporadas que el Proyecto Heliópolis lleva en pie. Intentando gatear, mejor dicho.
Las últimas temporadas del División de Honor no invitan al optimismo. El año pasado, se cosechó una cuarta posición. Sí, pero a quince puntos del grupo de cabeza, formado por U.D. Almería, Málaga C.F. y Sevilla C.F., con 66, 69 y 71 puntos, respectivamente. A la postre, los de la Carretera de Utrera acabarían alzándose con el campeonato de índole nacional, frente al Real Club Celta de Vigo, anfitrión de este. En la 2011/2012, tercer puesto, a ocho puntos del Málaga C.F. y a diez del Sevilla F.C. En la 2010/2011, otro cuarto puesto, donde los nervionenses se alzan, de nuevo, con el campeonato y sacan ocho puntos de ventaja. Remontándonos a la 2009/2010, encontramos la última victoria del Real Betis Balompié en el campeonato, donde U.D. Almería, Sevilla F.C. y Málaga C.F., ocuparían el segundo, tercer y cuarto puesto, respectivamente, a dos puntos de los verdiblancos.
Gustavo Sánchez es el último capitán del barco. El alcalareño, toda una institución en Heliópolis, fue el candidato del pueblo y, finalmente, subió al trono. Una larga trayectoria en categoría cadete, a través de su coordinación y la dirección del Andaluza, el más importante de los dos, que avala su calidad como técnico. Sin embargo, los cambios radicales no sientan nada bien. Coméntenle el asunto a Puentenueva, que ni siquiera provino del escalafón infantil con mayor importancia. O acudan a Jerez de la Frontera y pregunten, a un tal Puma, si los cuatro telediarios al mando del filial no estuvieron motivados por la inexperiencia en la categoría, además de un borchonoso 4-0 encajado ante el Sevilla Atlético.
El técnico de un infantil de un gran equipo está acostumbrado a pasear militarmente cada domingo, no a jornadas, ganando por diferencias abultadas. Si el eterno rival, otro tirano de pro, lo permite, conseguirá un trofeo para engalonar las vitrinas. Si no, luchará contra él hasta la última jornada. El entrenador de un cadete, en Heliópolis, tres cuartos de lo mismo. Tirano verdiblanco, contra tirano rojiblanco, y, en rara ocasión, la injerencia de un auxiliar, a través de una buena camada, véase Altair o A.D. Nervión, poniendo picante a la competición. Inmediatamente finalizada la temporada, los más destacados de estos pasan a formar parte de la tiranía, en pos de progresar.
Este militarismo futbolístico no es casualidad. La provincialización de las categorías, a la hora de agrupar las competiciones, toman un cariz localista y, obviamente, ahuyenta todo esbozo de competividad entre clubes con estructuras potentes en el trabajo de fútbol base. Juvenil es otra situación muy distinta. La ruptura con las barreras provinciales dan paso a la reunión de todos los gallos poderosos en el mismo corral.
Gustavo es nuevo inquilino en el corral y, como no todo es la parcela técnica, muchos de los futbolistas también son ‘rookies’ en esta categoría. Los rivales pasan a engrosar una mayor dificultad e, incluso, el que más piel de cordero posee, más peligroso se vuelve. Díganselo al Puerto Malagueño, líder sorpresa de la categoría, sumando todos los puntos posibles. El cambio generacional, ya que la camada 1994 ascendía a categoría sénior, deja paso y responsabilidad a 1995 y 1996, partícipes en Liga Nacional o Preferente hasta el momento, exceptuando algunos casos puntuales.
Lo cierto es que el equipo no termina de carburar. Sobre el verde, se muestra imagen anárquica, contrapuesta con respecto al gran vestuario unido. Uno de los pocos aspectos positivos es la defensa, con tres goles encajados en cinco encuentros. Al igual que a favor, donde se ha sumado la misma cuantía. Los tres cuartos de campo, sin Marco Rosa, son un funeral. Se fue el mago, se acabó la chispa. Ningún resquicio de creatividad. Fabián aún no está completamente curtido, algo lógico, proveniendo de Preferente, y, por momentos, recuerdo al bueno de Óscar Oliva, actual futbolista del Cádiz, y lo mucho que aportaría en un equipo carente de claridad a la hora de la ofensiva.
La fase ofensiva se ciñe a algún gambeteo de Abeledo, dotado con gran libertad de movimiento, a la espera de alguna genialidad de su talla. La falta de gol acentúa, aun más, el suspenso del equipo en estas cinco jornadas. Un conjunto juvenil que, a pesar de su condición formativa, posee ciertas dependencias. Una de ellas, evidenciada, por la ausencia del futbolista, debido a sanciones, es la de Pepelu. La mera presencia del ariete lebrijano instaura un lleno en el área. Sumado a su juego de espaldas, ha conseguido dos de los tres goles totales en este curso.
El comienzo ha resultado demasiado insatisfactorio. Un jarro de agua fría a todas las expectativas creadas, tanto por afición como por el propio club. La disputa de jornadas dirá si los síntomas responden a un pequeño bache o, sin embargo, el potencial del equipo ha sido sobrevalorado hasta cotas insospechadas. Sólo queda esperar.
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Noticia por Antonio Fernández Ocaña
Nací una gélida noche de diciembre del 1993. Desde entonces, tuve claro que quería dedicarme al tan romántico como complicado oficio del periodismo deportivo. Estudio el Grado de Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. Por aquí, dicen que soy el encargado de la Sección de Cantera.