María Toledo, la artista que hizo protagonista al Betis en la gala de los Grammy Latinos
Dice María Rodríguez del Álamo (Toledo, 1983), María Toledo para todos los que disfrutan de su voz, que Sevilla le dio amor. Que le dio algo en lo que ella ya no creía. Sus ojos brillan cuando habla de ella, aunque sin obviar a su Toledo natal. Pero Sevilla le dio y le sigue dando tanto que, en pocos días, regresa para recompensar ese cariño a todos los que abrieron sus brazos para acogerla. “Yo creía que sólo existía el desamor, y existe realmente el amor. Sevilla me dio la oportunidad, en el año 2011, de ver un teatro lleno y crear un clima con esta ciudad que no lo siento en ningún sitio”, relata.
A las puertas de Triana, en el restaurante María Trifulca, María entró con una sonrisa de oreja a oreja. No, las muchas horas de entrevistas previas no hicieron estragos. Manquepierda.com le esperaba casi a orillas del Guadalquivir, cuando la noche caía y Sevilla brillaba. Las últimas risas, confesiones y alguna que otra sorpresa llegarían en un entorno idílico donde, como no pudo ser de otra forma, hizo acto de presencia el Real Betis.
Como buena artista, retrasó su llegada unos minutos, aunque quizás los justos para que Sevilla, desde la terraza engalanada del restaurante, se vistiera de gala. Al fondo, la Catedral y, justo a su derecha, el Puente de Isabel II. María quedó prendada tras subir el último peldaño de las escaleras y echar un leve vistazo al fondo.
“Tengo muy claro quién soy y quien quiero ser”. Pisa fuerte y es sincera. Cuenta que sus padres y su hermana son sus pilares. Le gusta la gente auténtica y leal y valora mucho todo lo que tiene y lo que ha conseguido. “Vivimos en un mundo en el que no valoramos nada. Queremos más y lo que tenemos nunca es suficiente. Aquí tampoco valoran al flamenco. El flamenco no son dos palmitas y ya está. Es otra película. Y cuando llegas a Japón o a México, por ejemplo, alucinan con el flamenco y pagan lo que tengan que pagar. Es muy bonito que promocionen nuestra música “marca España” en el extranjero”, comenta orgullosa, segura del camino que quiere seguir. “Quiero seguir una línea recta. No quiero otras cosas que no tienen nada que ver con la música. Me gusta que hablen de mí como cantante. A veces digo que cuanto más sepan de ti, más saben por dónde hacerte daño”.
Su pasión por el flamenco no es nueva. Los que el sábado la acompañarán en Fibes, donde compartirá su último trabajo, Magnética, saben que María sueña y vive por y para la música. “Desde chiquitita me gustaba mucho cantar y, en mi casa, se escuchaba flamenco y copla. Al final lo que vas escuchando es lo que te acaba gustando. Escuchaba muchísimo a Camarón, al maestro Morente, a Rocío Jurado, a Fosforito… y me crié en un ambiente flamenco, que es lo que me ha ayudado a día de hoy a que sea mi profesión”, explica.
Pero María viene de Toledo, una ciudad de la que siempre habla maravillas, pese a que la cultura flamenca no esté tan arraigada como si lo está por Andalucía. “En Toledo sí que hay una peña flamenca y gusta mucho, pero aquí la verdad es que se promociona mucho más y hay mucha gente que lo canta”, comenta, señalando entre risas que lo bueno de su ciudad natal es que, entre otras muchas cosas, “sólo” ella canta flamenco. “¡Eso es maravilloso! A la hora de contratar a alguien, ¿a quién contratan? Pues a María Toledo, no compito con nadie”, relata con una carcajada.
Como buena artista, sus referentes brillan con luz propia. Ella quedó prendada de Camarón, pese al enorme valor que da a todos los grandes cantautores. “Siempre he sido de Camarón. El que se engancha a Camarón nunca deja de ser de Camarón. No conozco a nadie que le haya gustado y de pronto diga que no le gusta. Siempre me ha gustado, aunque por supuesto Lola Flores también. Los grandes genios son como el jamón bueno, que le gusta a todo el mundo”, bromea.
«Siempre se cantará flamenco, este no va a desaparecer nunca. No es un éxito del verano o algo momentáneo. Es eterno”
Le gusta combinar. Tanto, que no dejó de lado los estudios por la música e, incluso, llegó lejos. En su día, aunque no hoy, combinó el derecho y el flamenco. Estudió una de las carreras más “cómodas” para ella y, pese a sus prisas, la terminó. “Siempre lo digo. Vivimos en el país de la “titulitis” y parece que si no tienes título es como: “Pero, ¿flamenco? ¡Tendrás que estudiar algo!”. Lo que más cómodo me pillaba era Derecho. Por las mañanas iba a la Universidad, mientras que por las tardes iba a tocar el piano al conservatorio. Terminé la carrera, un año en el que me tuve que ir a Japón y fue todo súper complicado, aunque quería aprobarlo todo en junio para, cuanto antes, dedicarme a la música y colgar el título para decir, ya está, ya puedo dedicarme a lo que me gusta, que es el flamenco”, se sincera.
Adora sentir el cariño de la gente. Valora todo lo que el flamenco le ha dado y le da y, a día de hoy, sería incapaz de cambiar el escenario por un despacho. “¡El escenario es muchísimo más divertido! Siempre se lo digo a muchos juristas. Hombre, no me compares un juicio y un juzgado con un teatro y su público. Tú sales a un escenario y la gente va predispuesta a aplaudirte, que es algo que no pasa en todos los ámbitos. Sales y, aunque no cantes y digas sólo buenas noches, la gente te aplaude súper fuerte. Es un lugar al que la gente va a verte con ganas”, señala.
Pero María no canta sola. El piano le acompaña siempre. Desde el momento en el que en el conservatorio comenzó a experimentar y hasta que María Jiménez le dio la oportunidad de mostrar a todos lo que ella sabía hacer. “No existe un día en que yo diga venga, voy a cantar flamenco y voy a acompañarlo con el piano. De hecho, jamás imaginé que iba a vivir cantando flamenco con el piano. Pensé que sería una cantaora, quizás con una guitarra, pero nunca me imaginé tocando el piano porque era de las peores alumnas que había en el conservatorio ya que nunca respeté las reglas de la armonía, pues yo componía lo que sentía. Pero de pronto un día, cuando estudiaba, que estudiaba poco, porque rápidamente abandonaba lo clásico para acompañarme yo por seguidillas o lo que se me ocurriera, me amadrina María Jiménez en un programa y me dice: “¿Por qué no haces eso que nadie sabe y que has hecho en casa?” Y era en directo, nos saltamos la escaleta y fue todo un número. A partir de ahí, nunca más me alejé del piano. De ahí llamó la compañía Warner Music, a la cual pertenezco, firmamos contrato y hasta hoy, con el cuarto disco, sigo con ellos”, relata.
Natural, sencilla y segura de sí misma, nunca tuvo miedo al qué dirán. Más bien, nos cuenta, respetaba el qué pensaba ella de sí misma. “Haz lo que te apetezca y lo que sientes. ¿Qué te critican? Bueno, que vamos a hacerle. Pero la verdad es que tuve suerte”, comenta en referencia a la aceptación de su forma de ver el flamenco.
Vive enamorada hasta las trancas del flamenco. Lo pregona allá por donde va. No tiene problemas en reconocerlo una y otra vez, pese a que elude estereotipos. “No cumplo ni una cualidad para ser una auténtica flamenca, por ello creo que el flamenco va por dentro y no es una imagen. El flamenco es un sentir. Me considero una persona que quiere transmitir a la gente joven y a todo el mundo el amor que siento por el flamenco y que el flamenco no es una música de modas, que es lo que realmente a mí me gusta de todo esto. Siempre se cantará flamenco, este no va a desaparecer nunca. No es un éxito del verano o algo momentáneo. Es eterno”.
«Creo que el flamenco va por dentro y no es una imagen. El flamenco es un sentir»
2009 fue el año en el que estrenó su primer disco. 8 años atrás, todo era bien diferente. María quería comerse el mundo. “Recuerdo mi primer videoclip en el que lo di todo en ciertos sentidos. ¿Peluquería? Lo máximo, cuando lo mínimo es mucho mejor y más natural, aunque yo me hice los rizos del mundo. Luego me fui dando cuenta de que esto no es tan fácil, que es una carrera de fondo, que sigo picando piedra y seguiré picándola porque es muy difícil”.
Y, tras años de crecimiento, el sábado volverá a pisar un escenario en Sevilla. María presenta en Fibes su último disco, Magnética. “Magnética es un disco de versiones. Lo he producido con Salomé Limón. En el versiono a Camarón, Enrique Morente, Rocío Jurado, Las Grecas, Los Chorbos, Los Chichos… Es un disco de flamencos rompedores, a los que no les daba miedo el qué dirán. Ellos cantaban y lo que sentían lo grababan, y a mí me gustaría ser como esos ejemplos”, expresa María, explicando, además, el sentido del nombre de su último disco. “Magnética es una cualidad necesaria para que el mundo camine. Si yo ahora mismo no tengo un magnetismo contigo, difícilmente vamos a poder hacer la entrevista. Magnetismo es el sentirte imantado/a por algo o por alguien. Creo que ese imán es necesario en el amor. Y, aparte del imán que tienen los artistas antes comentados en mí, en el disco suena un hammond, que es un órgano que se usaba mucho en el rock en los años 60/70, y tiene una cualidad que es el electromagnetismo. Entonces ahí hice un juego de palabras y dije, pues Magnética, porque me gustan los títulos rarísimos”, comenta.
El 1º Premio en cantes de compás en Mairena del Alcor ha sido quizás una de las distinciones más destacadas en las vitrinas de María, aunque ni mucho menos la única. Siempre soñó con la nominación en los Premios Grammy Latinos y, tanto en 2015 como en 2016, esta llegó. “Toda la vida uno sueña, y los premios más importantes de la música son los Latin Grammys. En 2015 no sabía ni que se había apuntado mi disco y, de pronto, apagué mi teléfono, como pocas veces hago. Aunque hoy si tengo redes sociales, no tengo Whatsapp, aunque por aquel entonces sí que tenía y me llegaron muchos mensajes y menciones de artistas a Twitter. Fue ahí cuando me enteré de que me habían nominado para los Latin Grammys. Ese fue el momento más bonito. Lo primero que hice fue llamar a mis padres y llorar. Era increíble. Me habían nominado a álbum de música flamenca y a álbum del año, que es la categoría más importante”, recuerda emocionada.
Y fue en ambas nominaciones cuando, ante la mirada de todo el mundo, el Real Betis Balompié apareció en la gala de los Premios Grammy Latinos. Rafael Sarmiento tuvo gran culpa de ello. “Cuando llegué a la gala, Rafa Sarmiento, que es maravilloso y súper bético, empezó a decirme: “¡Vamos a cantar el himno del Betis!”. Imagínate en Las Vegas. Yo no soy de ningún equipo. Soy del que gana, porque así no discutes con nadie (risas). Pero sí que tengo que reconocer que el Betis, en Las Vegas, tiene un seguidor como Rafa Sarmiento que le tenéis que traer aquí a Manquepierda porque vais a alucinar de como es. Defendió el himno y lo contamos en directo”, relata.
«Cuando pierde el Betis, la gente llora como si no pudiese pagar la hipoteca. Cuando gana es como si le hubiesen tocado un millón de euros»
El flamenco y el fútbol son dos escenarios que van de la mano en Sevilla. Pasión, sentimientos, magia… un poco de todo. Como comentaba al principio de la entrevista, María valora mucho al público que siempre se entrega en todos sus conciertos y, en el fútbol, destaca a los aficionados. “Una cosa que me gusta del fútbol es la afición. Cuando pierde el Betis, la gente llora como si no pudiese pagar la hipoteca. Cuando gana el Betis es como si le hubiesen tocado un millón de euros. Eso me encantaría que pasase en la música. Es lo más bonito del fútbol, ver a tantas personas unidas por un mismo equipo. Me encanta”, señala.
Así, en pocas horas María vuelve a Sevilla para demostrar lo mucho que ha aprendido y la experiencia que trae en su maleta. “Con el tiempo te vas haciendo mejor. Veo que las personas mayores tienen mucha experiencia de vida porque han visto todo lo bueno y lo malo y ya pueden seleccionar lo bueno para seguir disfrutando de ello. Pues eso es lo que he ido aprendiendo, a valorar las personas que vienen de verdad, que me quieren no porque cante, sino por ser María Rodríguez del Álamo. María Toledo es la que canta y yo soy María Rodríguez de Álamo”, concluye.