1967-Junio 25, domingo en Granada-Promoción Ascenso a Primera.
«EL BETIS SUPO LO QUE HIZO»
Sabía positivamente Antonio Barrios Seoane que el encuentro de vuelta no iba a resultar fácil.
Su cautela nos lo demostró cuando conocimos la alineación que presentaba. Una táctica defensiva, pero sin cerrojo.
Al Real Betis Balompié no le hacía falta, puesto que la velocidad de sus hombres le ponía en situación de adelantar y reagrupar sin menoscabo alguno de su potencial físico. Con la ventaja de los dos goles conseguidos en su terreno, sólo era cuestión de aguantar los embates que, de seguro, sobre su portal habrían de producirse.
Si llegaban al descanso con el marcador inalterable, el paso estaba dado. Si no era así, la promoción estaría en el aire, y quién sabe si perdida. Y volvió a mostrarnos la táctica empleada en el campo bético.
Los laterales, esta vez sólo ANTÓN serían piezas claves en los contraataques.
No podía descuidar el firme sistema defensivo inicial y para ello colocó a cinco hombres atrás: Francisco GRAU Plá, Francisco APARICIO Rambal, Eusebio RÍOS Fernández, Miguel AZCÁRATE Iceta y ANTÓN-Antonio Manuel Martínez Morales.
FRASCO-Francisco Ortíz Vázquez y QUINO-Joaquín Sierra Vallejo, forman la pareja de volantes, y tan sólo en punta, quedaron MACARIO-Manuel Pérez Orihuela, José GONZÁLEZ González y ROGELIO Sosa Ramírez.
Y a jugar. Así, a jugar. Aguantaron todo cuanto que aguantar, fiados en su propias fuerzas, en ese sentido tan hondo de anticipación que su preparador les ha inculcado y también con su poquito de suerte, salvaron el primer tiempo. Y hasta llegaron a hacer diana en la portería local con un soberano gol de APARICIO, invalidado justamente porque el silbato del árbitro se había escuchado antes de que el jugador bético disparase. Se sacudieron el dominio, tuvieron minutos de ser dueños del centro del campo, y cuando cedieron terreno lo hicieron de forma ordenada y eficiente.
En la segunda parte, cuando aún conservaba intactas sus esperanzas el Granada CF, vino aquel gol de ROGELIO, a los cinco minutos. Un gol que tenía mucho que roer para conseguirlo. No era fácil su consecución.
Pesaba mucho aquel terreno, pero ROGELIO, dominador de la pelota, tuvo serenidad y acierto para deshacerse primero de Ramón Félix BARRENECHEA Areito y después de José Manuel Delgado TOSCO, esperar la salida de ÑITO-Cipriano Antonio González Rivero a la desesperada y colocar el balón lejos de su alcance.
Tres cero en el total de la eliminatoria. Todo un mundo y sólo cuarenta minutos por delante para cantar el himno triunfal.
En el Granada CF cundió el desaliento, pero se rehizo, volvió a la carga, y el Real Betis Balompié mostró entonces un juego que no le conocíamos.
Un partido, en suma, de los béticos, francamente inmejorables, ante un rival cuya única y fundamental virtud fue la de no entregarse en ningún momento. Que luchó por una causa perdida.
Los hombres de la cobertura, juntos con el ala izquierda y el delantero centro fueron, a nuestro entender, lo más distinguido de un conjunto que nos ha dado una soberana lección de fútbol moderno, por partida doble: allí, en Sevilla, con fútbol de ataque, y aquí en «Los Cármenes», con táctica de contención. La apoteósis bética es natural, comprensible y elogiable.
«Volvió a querer, pero sin poder»
El ambiente estaba preparado. Todo cuanto existía en contra estaba olvidado. Y así el Granada CF salió al campo en olor de multitud. Fue recibido con la más estruendosa ovación que recordamos en mucho tiempo.
Y los jugadores estaban deseosos de proporcionar a los aficionados la satisfacción de la permanencia. Pero la realidad nos mostraría después que fue otra repetición del quiero y no puedo. No podemos decir, en modo alguno, que el Granada jugase un mal partido. De ninguna manera. Jugó bien a su estilo, pero saliéndose incluso de esas normas defensivas que marcaron su andadura fugaz por la Primera División.
Se confiaba en la capacidad colectiva y clase individual para resolver la situación. Todo estribaba en que se marcase un golito en los primeros minutos. De ser así, el camino estaba en franquía. Y pudo ser en aquella jugada grande del extremo derecha VICENTE González Sosa, con centro medido para que rematase de cabeza ELOY Matute Urbano.
La parada con que respondió José García CAMPILLO, en el justo momento en que Evaristo SANDE López metía el pie en la misma boca de gol, fue la ocasión que necesitaba el Granada CF.
Falló la oportunidad y falló el sistema. Aún vendría otra a los 34 minutos, en aquel centro de Antonio FLORES Pedraza y nuevo remate de ELOY que salió fuera por escasísima distancia.
Como éstas, ya no volverían a producirse más. Tiros sueltos, arrancadas aisladas, constante forcejeo, derroche de pundonor y algunas otras cosas más de carácter esporádico. Hasta llegar, en la segunda parte, a ese conformismo que impone la evidencia de unos hechos que no admiten discusión ni cabe la posibilidad de arreglo.
Se luchó, si, pero ya no para sacar adelante la eliminatoria, sino siquiera para salvar el honor. Hacer algún gol.
Y hasta para eso fueron implacables los discípulos de Antonio BARRIOS Seoane. No permitieron que en el cómputo general el Granada se anotase siquiera un tanto.
En el último cuarto de hora, cuando ya no había nada que hacer, más de uno se vino a la zona tranquila, a defender no sabemos qué. Ahora no cabe ni siquiera la disculpa de que los jugadores rojiblancos actuaron con una rigidez táctica.
No, Manolo Ibáñez, hombre que se ha desvivido estos días por recomponer los trastos hechos trizas, dio unas normas, pero dentro de ellas todos y cada uno tenían plena libertad de acción y de inspiración personal.
Ni aún así lució el sol para el Granada CF.
¿Para qué vamos a analizar más? Huelga ya todo.
Para este cronista, desde el momento en que no se ha salvado la permanencia, ni se ha ganado el partido, ni siquiera se ha alcanzado la alegría de un gol, no existe distinguido alguno.
Reconocemos los esfuerzos, pero nada más. Y creemos que ya está bien».
Continuará.