«Arconada está inmenso» y «Fuera Retamero», de Francisco Correal

El 6 de diciembre de 1987 en el Villamarín la Real Sociedad de John Benjamin Toshack pasó por encima del Betis de John Henry Mortimore. Un 1-3 con 3 tantos del delantero centro donostiarra Loren, mientras que Gail hizo el solitario tanto verdiblanco.
A pesar del recital visitante el partido tuvo su punto decisivo cuando Arconada le detuvo un lanzamiento de penalti a Gabino en el minuto 49, lo que podía haber sido el empate. Tras el tercer gol de Loren en el minuto 77, en una jugada de manual, con un saque de falta a tres bandas que desarboló a la defensa verdiblanca, el público explotó de forma masiva dirigiendo sus protestas contra el palco.
Todo esto lo narró al día siguiente en Diario 16 Andalucía el periodista Francisco Correal, dentro de su sección Grada y Palco, tan proclive a darnos otro punto de vista de lo que sucedía en el terreno de juego y, sobre todo, en los aledaños de éste, en la grada y en el palco.
Fin de la primera parte. El marcador señala 0-1. Gerardo Martínez Retamero: “Hay que esperar a que termine el partido, después igual se gana por cuatro a uno y la gente se olvida de las protestas”. Fin de la segunda parte. El donostiarra Loren ha triplicado su cuenta goleadora y el Betis ha conseguido el gol del honor, una forma como otra cualquiera de retrasar la hecatombe.
El final del encuentro tiene visos de motín de Esquilache. El presidente bético vive su particular noche de Varennes, acosado por las circunstancias. Dos palabras invaden los aledaños del palco. “¡Fuera Retamero, Fuera Retamero¡”. “Grupos de incontrolados, dirá mañana la Prensa”, comenta un veterano discrepante, “algunos con más de quince y veinte años de carnet”.
Le espetan al máximo mandatario verdiblanco diversos dicterios, dicen que “eres peor que Cuervas”, “que eres peor que Mauduit”, lo invitan a irse a su casa, “¡Vete a tu casa¡”, e incluso se escuchan invitaciones extemporáneas cargadas de retranca, “¡Vete al Rocío¡”.
Eso sí, el mal juego del Betis ha puesto en marcha los mecanismos de la memoria colectiva, de una cierta nostalgia por los esplendores pretéritos. Abandona el estadio el santanderino Juan Manuel Cobo, el lateral que en funciones de capitán recogió hace diez años la primera Copa del Rey de la historia. “Yo me hice socio del Betis en el sesenta y tres, so sé si usted ya jugaba entonces”, le comenta al espigado ex bético un aficionado, “no, yo fiché en el sesenta y nueve, que tampoco está mal”, “bueno, pues aquel año, usted entonces no lo recordará, fichó el Betis a Moreira, un brasileño que le metió un gol de bandera al Madrid de las Copas de Europa”.
Retamero, rodeado en el palco por los socialistas Alfonso Garrido y Enrique Múgica, aguantaba el tipo como podía. “Yo no soy técnico, me limito a hacer lo que creo que tengo que hacer”, dice el abogado sevillano y vicepresidente de la elefepé en el descanso, “todos los equipos atraviesan malas rachas, el nerviosismo se transmite de la grada al equipo y vuelve del equipo a la grada, son rachas”.
Retamero explica que alguien le descifre un jeroglífico que le quita el sueño. “En el Betis de hoy han jugado nueve canteranos, casi tantos como los que ha traído la Real Sociedad. ¿Por qué una cantera da tan buenos resultados y la otra no? Eso lo deben responder los técnicos. Lo único que sé es que en estos momentos no se puede hacer otra cosa, no hay futbolistas para fichar y nuestra economía no es muy rumbosa que digamos”.
No prodiga sus apariciones por los estadios Claudio Movilla, presidente de la Audiencia Territorial de Sevilla. “No vengo mucho, pero me acerco de vez en cuando”, dice este orensano que ha conmocionado el lenguaje y las actitudes del poder judicial. “Es curioso, pero cuando me encontraba en tierras lejanas, antes de saber que me asignarían el destino de Sevilla, ya era un poquitín bético”.
Si alguien ha tendido un polémico puente entre el fútbol y la justicia ese es Jesús Gil y Gil. El presidente del Atlético de Madrid ha recibido sendas querellas judiciales de Mariano Rubio, presidente del Banco de España, y de Antonio Pedrol Rius, máximo rector del Colegio de Abogados. “Gil es un personaje muy pintoresco, de esos que nuestro país acostumbra a dar con cierta frecuencia”, dice Movilla. “No cabe duda de que su aparición le ha dado salsa a las tertulias, y no sólo futbolísticas, pero una salsa algo indigesta, porque no se puede uno pasar la vida insultando impunemente a la gente, sea Pedrol Rius o su vecino del cuarto. La carrera del presidente atlético me parece bastante desafortunada, pero ya le digo que no me sorprende el personaje, entroncado con una cierta tradición nacional”.
“Me gusta mucho más la política que el fútbol”, dice Enrique Múgica, que como donostiarra de toda la vida se ha desplazado desde el refugio playero de San Pedro de Alcántara hasta Heliópolis para prestarle su aliento a los pupilos de Toshack. “No sé qué tiene de extraño pasar el fin de semana en la costa y acercarse a ver un partido de fútbol”.
Múgica, que ha estado en el PCE, en la cárcel, en el FELIPE, en la Feria y en Suresnes, es partidario de la cantera, políticamente hablando. Nunca quiso ser ministro y prefiere permanecer en la sombra, atrincherado tras dos de los más genuinos productos de la cantera bética, Felipe González y Alfonso Guerra. Dice estar tranquilo ante el próximo compromiso congresual del PSOE y no le duelen prendas elogiar a uno de los exponentes más preclaros del peneuvismo sociológico: “Arconada está inmenso”.
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