Boca Juniors llega a España, de Alfredo Relaño
Después del éxito de Uruguay en los Juegos Olímpicos de 1924 en París en Argentina surgió la idea de enviar una representación de su fútbol para darse a conocer en Europa. El elegido fue el Club Atlético Boca Juniors, que fue autorizado por la Asociación Argentina de Fútbol a postergar sus partidos para emprender una gira que duraría casi 4 meses.
Fue organizada por tres empresarios de la numerosa colectividad española de Argentina (Zapater, Isasmendi e Ibáñez) y en ella se integraron dos directivos, diecisiete jugadores ( 12 de Boca más 5 de otros clubs argentinos) y un fanático boquense llamado Victoriano Caffarena, que financió una parte de la gira y ayudó al plantel en tareas de utillero y masajista. Caffarena fur reconocido como Jugador Número 12, una designación que pronto asumiría toda la hinchada de Boca.
El periodista Alfredo Relaño nos rememora esta gira europea de Boca Juniors, la primera vez que un club argentino jugó en Europa.
En el verano de 1922, y al hilo del éxito del fútbol español en Amberes, un tipo avispado llamado Mariano Hermoso organizó una gira de un combinado de jugadores vascos por Argentina, Uruguay y Brasil.
En ese grupo figuraban casi todos los héroes de Amberes, porque el fútbol vasco dominaba, con mucho, el fútbol español por entonces. Pero aquella gira no salió del todo bien. El equipo se encontró con que en Argentina se jugaba al fútbol mucho mejor de lo que pensaban. Ya el primer partido, ante una selección de jugadores porteños, se perdió 4-0. Se achacó al cansancio, pero la gira siguió con resultados mediocres, hasta saldarse con cinco derrotas, dos empates y solo tres victorias. Las recaudaciones menguaron por ello, Mariano Hermoso tuvo dificultades para pagar y regresaron todos con malas caras.
Pero tres empresarios españoles, llamados Zapater, Isasmendi e Ibáñez, pensaron a su vez que si los vascos, en realidad un equipo formidable, habían pinchado en América, un buen equipo americano sí que sería un suceso en España y en Europa. Costó preparar una larga tournée, como se decía entonces, pero al fin en el verano argentino, invierno europeo, Boca Juniors emprendió la aventura.
El juego del Río de la Plata había sido mientras tanto engrandecido por la victoria olímpica de Uruguay en los Juegos Olímpicos de 1924, en París. Así que cuando el 24 de febrero el vapor Formosa aparece en la bocana del puerto de Vigo se disparan salvas y cohetes de bienvenida. La marea baja le impide atracar, pero cuando fondea en el centro de la ría numerosas embarcaciones salen a su encuentro. Les recibe un gentío, pese a la lluvia, y tocan la banda municipal y la de Regimiento Murcia.
Boca Juniors agradece el recibimiento con un telegrama a la Federación: “Al pisar tierra hispana, madre de nuestra estirpe gloriosa saludámosles con efusión, y en ustedes a los deportistas españoles en nombre de nuestra patria y de los deportistas argentinos. Boca Juniors”. A lo que la Federación responde: “Agradecemos efusivo saludo de los brillantes representantes del deporte argentino, no dudando de que su visita servirá para aunar más firmemente los lazos con la madre España. RFEF.”
El hotel de Boca estuvo rodeado durante su estancia de gente entusiasta y curiosa, que ovacionaba cada vez que algún jugador se asomaba al balcón. Entre ellos estaba Tarasconi, un interior de gran disparo, especialmente célebre porque su nombre salía en el tango Patadura, de Gardel: “Hacer como Tarasca, de media cancha un gol…”
¿Era para tanto? Sí, fue para tanto. Boca Juniors, que empezó ganando al Celta por 1-3 (hubo treinta y cinco heridos por la caída de un tenderete montado fuera del campo, para asomarse por encima de la grada y poder verlo los que se quedaban fuera), jugó un total de 19 partidos en Europa, de los que ganó 15, empató 1 y solo perdió 3. Además de en España jugó en Alemania (cuatro victorias y un empate) y en Francia, donde ganó su único partido. Las derrotas se produjeron en España, una en la repetición del partido con el Celta, y luego ante el Real Unión de Irún y el Athletic, siempre con el barro como enemigo. Los vascos se desquitaban así, en parte, de su mala gira.
Tarasca, por cierto, le marcó un gol a Zamora desde 25 metros, jugando éste para el Español. “¡ El gol del tango, el gol del tango!”, gritaba la gente