El Mata-Canarios FC y el Rompe-Faroles FC empatan a un tanto

Al poco tiempo de establecerse los primeros clubs en Sevilla dedicados a la actividad futbolística llamaron la atención de quienes vieron una práctica poco acorde con las normas sociales imperantes.
Son así varios los relatos en los que se nos detalla cómo la práctica futbolística fue perseguida por las autoridades municipales.
Descampados, solares y espacios públicos como el Prado, fueron los primeros testigos de estas prácticas futbolísticas, hasta que su práctica quedó «reglamentada» en los primeros espacios deportivos que tuvo la ciudad.
Pero el fútbol se fue popularizando, y fueron innumerables los imitadores, fundamentalmente entre la población infantil y juvenil, que a lo largo de calles y plazoletas de la ciudad se dedicó intensamente a la práctica de la nueva actividad.
Ya en una fecha tardía, como es 1929, podemos leer en la prensa sevillana un texto en el que, en una columna costumbrista llamada «Las cosas como son», se nos detallan estos partidos callejeros que poblaron la ciudad durante todo el siglo XX, hasta que el tráfico rodado se convirtió en el dueño de las calles sevillanas.
Es la calle Arjona, sede por entonces del diario sevillano La Unión, el campo de juego elegido por estos equipos, el Mata-Canarios FC y el Rompe-Faroles FC , para dilucidar la supremacía futbolística.
Querido Beltrán:
Con la venia:
A las desdichadas puertas de nuestra UNIÓN, castigadas por todas las veleidades del temporal y del polvo, se celebra un gran partido de fútbol, y no será cosa de dejarlo desamparado de la popularidad de una reseña en absoluto imparcial.
Voy a echar sobre mis hombros esa preciada carga, no sin antes pedirle a la vez que permiso perdón por si incurro en algún pequeño error tal como el de confundir la “corne” con el “orsai” y el volapié con el saque. Pasa por alto estas ligeras ignorancias futbolísticas y al grano.
Contienden el “Mata-Canarios F.C.”, que en anteriores actuaciones a la puerta de LA UNIÓN tuvo éxitos costosos, como aquel en que sucumbió un diminuto canario de nuestro administrador de un balonazo en el pico, con abolladura de jaula, y el “Rompe-Faroles F.C.”, al cual los vecinos en comisión han encargado tácitamente de las tan perdidas reformas de la calle Arjona, habiendo empezado estos simpáticos muchachos por echar abajo los faroles viejos, con objeto de que sean renovados o sustituidos por focos eléctricos. Por cierto que, según tenemos entendido, después de los faroles se encargarán de destruir a pelotazos los edificios ruinosos de esta calle y de levantar el pavimento, ahorrándoles así a los obreros municipales la primera parte de sus trabajos de reforma y pavimentación de la calle. Son dignos de la medalla del trabajo.
El primer encuentro transcurre sosamente. Uno de los jugadores le dice a otro “teramare”.
A poco el partido empieza a moverse y se anima extraordinariamente, debido a que “Puntillón Chico” está arreando fuerte. Ya hay tres lesionados en las espinillas y cuatro gatos muertos. Un ciclista ha caído de pronto sobre su máquina y también se supone que ha fallecido de un balonazo en un radio. En un saque poco dudoso se arma garata. La verdad de todo es que el “Rompe- Faroles” no ha podido cargarse más que un cristal de las gafas de un transeúnte que ni siquiera es vecino de esta calle.
En el paroxismo de la envidia, el “Rompe-Faroles” aprieta de firme, y al cabo de unos segundos el juego ha variado mucho.
El delantero medio derecha (conforme se va por ahí, todo seguido a mano derecha) del “Rompe-Faroles” chuta portentosamente y hace gol en la caja de cristal del farol más entero de la calle. Suena un estrépito de cristales rotos y la vecindad aplaude. Ya. Por fin. Ya están empatados por “uno” a “uno”. Por un canario hecho migas a un farol hecho sémola…
Si el edificio de LA UNIÓN no es uno de los que sucumben a pelotazos, este periódico continuará reseñando los interesantes partidos que a sus puertas se celebran diariamente entre estos dos equipos, que prometen mucho…
Prometen y además cumplen, porque el pajarito que dejaron “offside” les costó 10 del ala (diez del ala derecha y diez del ala izquierda, total, veinte pesetas que apoquinaron a la chica del administrador).
Bien es verdad que para lograr la indemnización, la fámula tuvo que contarles chistes de gracia y todo a los equipiers. Y aun así, entregaron las veinte pesetas con la condición de matar por la cantidad entregada tres canarios y un gato chico, incluyendo el canario ya muerto…
No es caro, ¿verdad?
Más caros suelen salir algunos partidos formales en los que entra uno con dos duros menos y se sale con dos chichones de más…