El presente del Betis, de Manolo Rodríguez
El arranque de la pretemporada en julio de 1986 produjo bastante expectación. Concentrar seis mil personas en el Villamarín para la presentación del equipo fue todo un logro, en una época en la que los eventos multitudinarios no eran corrientes. La única cara nueva ese día fue la de Luis Miguel Gail, quien llegó procedente del Real Valladolid.
La temporada anterior había terminado con buenas sensaciones, aunque podía haber sido mucho mejor si no se hubiera perdido la posibilidad de conquistar el título de la Copa de la Liga en la final ante el FC Barcelona. La llegada de Luis Del Sol al banquillo verdiblanco en marzo de 1986 ilusionó a la afición verdiblanca, y la renovación de la máxima estrella del equipo, el argentino Gabriel Humberto Calderón, parecía augurar la continuación de una buena etapa.
Era la última temporada del mandato de 4 años de Martínez Retamero al frente del club, y se vislumbraban ya en el horizonte los movimientos de aquellos que se postulaban como alternativa para el futuro proceso electoral, en principio previsto para el final de la temporada pero que se adelantó a febrero de 1987, con la victoria clara de Martínez Retamero.
Deportivamente la temporada no fue buena, pues el gran objetivo (estar entre los 6 primeros en el grupo que lucharía por el título en la llamada Liga del play off) no se cumplió. Pero lo peor estaba por venir, pues al final de esa temporada el equipo perdió a sus mejores jugadores (Calderón, Hadzibegic, Parra), Del Sol no continuó y Martínez Retamero entró en una senda muy peligrosa que condujo en los 2 años siguientes al equipo por un terreno deportivo infausto, con una obsesión por controlar el gasto económico que posteriormente resultó contraproducente y desastrosa y un alejamiento de la afición, la misma que lo había reelegido meses antes, que no podía terminar nunca bien.
Pero el presente que se vivía en julio de 1986 era muy distinto. De ese presente esperanzador hablaba el artículo del periodista Manolo Rodríguez en su sección El balón cuadrado en Diario 16 Andalucía, en un artículo publicado a finales de julio en torno a la actualidad verdiblanca del momento.
La respuesta del público en el acto de presentación del Real Betis Balompié fue tan importante que, sin querer, vino a convertirse en el primer reto de futuro del equipo verdiblanco de cara a la temporada que se avecina. Reunir a seis mil personas en una ardiente tarde de julio, tal como esté el fútbol, no cabe duda que tiene una importancia cualitativa que no debe ser infravalorada por los responsables verdiblancos. Son muchas las esperanzas que la fiel infantería de Heliópolis ha depositado en la figura de Luis Del Sol, y en el trabajo de su plantilla, como para que se dilapide esa confianza inicial.
El Betis de la 86-87 ha fichado a un futbolista cumplidor del Real Valladolid, y ha conseguido mantener en casa a lo más granado de campañas anteriores. La renovación de Calderón se ha convertido, sin duda, en el mejor refuerzo de este ejercicio, y con él ha permanecido en la nómina verdiblanca un jugador como Romo que, al margen de las negociaciones y las ausencias, es un hombre que le puede aportar aspectos positivos al rendimiento del conjunto. De los escalafones inferiores han subido algunos chavales que, en principio, tienen un brillante porvenir por delante, aunque en esto, como en todo, será el tiempo el que dé o quite las razones de los técnicos. Pero, de entrada, parece que gentes como Piriz o Chano pueden encontrar un hueco en ese equipo joven que pretende Luis Del Sol. Por otro lado, y esto también es incontestable, la entidad verdiblanca está forjando sin prisa, pero sin pausa, un bloque propio que dice mucho de la cantera, sean quienes sean sus responsables. El lunes, por ejemplo, había 15 futbolistas de casa en el grupo de 23 que saludó el inicio de la temporada.
Con este paisaje, cabe un moderado optimismo. Una esperanza de éxito que debe tener complemento en las tareas directivas. Martínez Retamero afronta su última temporada y en ella estará obligado a poner toda la carne en el asador. Desde las cuatro esquinas del beticismo surgen ya nuevas ofertas presidenciales, y esto, lejos de ser malo, es un excelente síntoma. Muestra la vitalidad de la sociedad y prueba, sobre todo, que no es precisamente el vacío de poder el mayor riesgo al que se enfrenta el club.
Unas ofertas presidenciales, por cierto, que en su mayor parte están orientadas más hacia el diálogo que hacia el obstruccionismo. Desde el poder y desde las trincheras de la oposición debiera comprenderse este talante. Unos y otros deberían hablar hasta donde fuera posible. Y después que las urnas decidan.