Entrevista José Cabrera. 1949
Pepe Cabrera llegó al primer equipo verdiblanco en 1947, a punto de cumplir los 19 años. Su entrada en el equipo verdiblanco fue una sensación, convirtiéndose en el goleador del equipo en las dos temporadas que permaneció en el club.
En 1949 fue traspasado al Sevilla junto a Erasmo, antes las acuciantes necesidades económicas que sufría la entidad. En el equipo sevillista sufrió una grave lesión que le mantuvo alejado de los terrenos de juego casi las dos temporadas siguientes, reemprendiendo su trayectoria futbolística en el Jaén, donde jugó 2 temporadas hasta su retorno al Betis en 1954.
La entrevista que hoy traemos a Manquepierda se publicó en el semanario deportivo Trofeo en diciembre de 1949, cuando estaba convaleciente de la grave lesión sufrida en Nervión en septiembre en un Sevilla-Deportivo, que le produjo una rotura de ligamentos.
De la entrevista publicamos un extracto, el que se centra en sus inicios futbolísticos y su pase por el Betis, así como diversos aspectos del fútbol en Tercera División. A destacar que Cabrera estudiaba a la vez la carrera de Derecho, un hecho muy poco frecuente entre los futbolistas de su época.
Una entrevista con Cabrera venía apuntada desde hace tiempo en nuestra agenda de propósitos. Pero una y otra vez eran éstos chafados por causas imprevistas.
Por fin le tenemos hoy, materialmente cazado en la Universidad, y casi transportado a un bar. Tiene tiempo y podemos hablar un rato. Al sentarse deja sobre el velador un pesado texto de Derecho Canónico, que apenas deja sitio para las copas.
Los principios futbolísticos de Cabrera nacieron, como en casi todos los jugadores, en el colegio. En las menguadas horas de recreo, cuando los libros se apilan en un rincón y se abandona el repaso de una lección difícil, por el gusto de darle al cuero.
– Fue aquí en Sevilla, en el colegio de Villasís, donde empecé a jugar. Claro, que por entonces no tuve ni la menor idea de que algún día pudiera ser profesional del fútbol. Jugué como todos, aunque, desde luego, con una inclinación pronunciada. Después todo fue obra del azar. En junio de 1947 me suspendieron en la reválida, y alguien me dijo, chuscamente, que no aprobaría hasta que no jugara en serio. Y así fue. Aquel mismo verano acompañé a Heliópolis a un amigo que iba a ser probado; tuve la oportunidad de corretear algo tras el balón y, a la postre, gusté más que el otro. Aproveché la oportunidad y actué con la camiseta blanquiverde. En la temporada 1947-48 como puro amateur. Y al comenzar la siguiente, fiché como profesional por dos temporadas, valiéndome la firma treinta y cinco mil pesetas. Después, ya sabes, fui traspasado al Sevilla al que estoy ligado para cinco temporadas.
– ¿Tus recuerdos de Tercera División?
– En general, buenos, y sobre todo he de agradecer a mi permanencia en ella la influencia formativa que sobre mí ha tenido. Durante ese tiempo he conocido a muchos jugadores, algunos excelentes. Como porteros siempre destaqué a García Ojeda, a Salinas—que aunque emplea demasiado los puños, es un buen guardameta—y a Tur
– ¿En qué partidos fue más difícil tu actuación?
– Recuerdo uno de Copa con el Badajoz, que traía a Camiruaga e Hinojosa, ambos excelentes defensas, a quienes costaba un enorme esfuerzo desbordar. Y otro de Copa en Granada, contra el titular, en el que Lesmes I me hizo un marcaje tremendo que no pude contrarrestar sino a duras penas. Metí un gol de cabeza, pero aquello fue obra de romanos
-¿Va mucha diferencia de jugar en Tercera a hacerlo en la División de Honor?
– Enorme, y por varias razones. Sobre todo la rapidez es desconcertante para el jugador “ascendido”. En Primera no se puede dudar la jugada, pues cada segundo es decisivo. El juego es más limpio. Se nota la superior calidad de los árbitros y de los campos, no digamos. En muchos campos de Tercera no se debía autorizar el juego. A pesar de esto, debo decir que en Tercera se hace, a veces, un fútbol formidable, y hay algún equipo que practica la W-M casi a la perfección. Y para nuestra satisfacción, cabe añadir que es en nuestro grupo, en el quinto, donde mejor se juega con diferencia sobre los restantes. El juego es más duro—sin perjuicio de la calidad—y el entusiasmo es avasallador. Estas características no las veo tan acusadas en los equipos de los otros grupos
– El Betis atraviesa un buen momento. ¿En qué espera que acabe todo esto?
– ¿Quién puede decirlo? Ciertamente, el Betis está haciendo una meritoria campaña. Pero el salto a Segunda es dificilísimo. En las combinaciones ligueras son casi siempre los buenos suplentes los que solucionan la papeleta. De continuar el Betis como va, y si el ascenso puede considerarse como asequible, le será decisiva la calidad de los suplentes que pueda tener