Entrevista Julio Santaella «Colo» 1963
Julio Santaella «Colo» fue un defensa canario que jugó dos temporadas en el Betis, procedente del Tenerife, y que fue traspasado al Atlético de Madrid en abril de 1964.
Un defensa expeditivo y con carácter, incluso demasiado en ciertos momentos del juego, que destacó hasta el punto de ir convocado en 3 ocasiones a la selección absoluta entre diciembre de 1963 y abril de 1964, aunque no llegó a debutar.
En esta entrevista de noviembre de 1963 a cargo del periodista Manuel Alonso Vicedo descubrimos algo más sobre sus circunstancias personales, su trayectoria deportiva y su vida en relación con el Betis brillante de la temporada 1963-64.
La imaginación es libre. Jugamos con ella a poco que un dato nos permita la referencia. Montamos una historia, creamos un personaje, modelamos una idea con el solo apunte de unos cuantos hechos…
Julio Santaella Benítez, de tez bronceada como quemado por el sol para siempre, es un chico de grandes facultades, de enorme fuerza física. Marca al extremo con la pegajosidad y contundencia de un defensa que no permite las escapadas, que no está dispuesto a sufrir dos dribblings seguidos. Es el peleón del equipo. Pierde los nervios en el campo. Saca de quicio a los contrarios. Llega a molestar a los espectadores. El campo de juego—los datos con los que nos lo presenta la imaginación—nos lo presenta así, y estos puntos de referencia—lo pintado—han gestado la idea de una personalidad equivocada. Yo mismo estaba equivocado con Julio Santaella Benítez…
Me habían dicho que en la calle era distinto. Que se trataba de una persona excelente, de un gran muchacho. Cada vez que le saludaba quería abrir su meollo y verle por dentro. Pero en la amplia sonrisa se perdían todas mis cábalas, una sonrisa en blanco y negro…
Estuve con él una hora. Charlé de múltiples cosas. Cuando cerré mi bloc de notas había comprendido que Colo, el poco amable defensa bético, es un chaval fenómeno que derrocha ingenuidad por la calle. Que si en el campo es un “ogro”, por la vida sabe lo que hace.
Cuatro importantes vicios tiene el hombre que está sentado junto a mí en un cómodo sofá de la calle Victoria de la Cinta 3-A, segundo letra B. La televisión, el cine, los amigos y el sueño, son los cuatro vicios.
Cuando llegué al domicilio de Colo, bien pasadas las cinco de la tarde, aún conciliaba la siesta, dormida obligada de cuantos patean el cuero en los cuadros profesionales.
Sin remilgos de ninguna clase, con la espontaneidad del hombre sincero y la lógica despreocupación del soltero que no le importa mucho se le eche la vista encima a un traje de tergal que se plancha en una silla, Colo me abre el semáforo de su amistad para que circule por toda la casa.
– Perdóname un momento. Voy al cuarto de baño, pues aún no estoy despierto. ¡Como no me eche agua en la cabeza…¡
Montaner—muy recuperado de su dolencia estomacal—y Posadas se entretienen con unas cartas en la mesa camilla. Los tres solteros viven juntos, y por lo que vi, se llevan muy bien.
El color de su piel y el acento dulzón, delatan donde nació. El hablar pastoso de Colo se contagia. Es suave y agradable, parece música.
– Nací en Tenerife el 22 de diciembre de 1938. Y como todo chaval comencé mis pasos en el fútbol en el colegio. Allí rompí los primeros pares de zapatos y soporté las primeras patadas en las espinillas… En el Colegio Lasalle cursé el bachiller superior y el preuniversitario. Tenía una gran ilusión: ser ingeniero industrial. Ardía en deseos de seguir esta carrera, aunque mi padre no quería.
La familia de Colo está muy bien acomodada. Corredor de comercio es la tradición de los hombres: padre, abuelo, tíos, primos. Su padre pretendía que Julio siguiese el camino hereditario.
– No tuve más remedio que iniciar Comercio. Por la conmutación de asignaturas que me efectuaron al poco tiempo había pasado el peritaje
– ¿Y el fútbol, cómo iba?
– A los 17 años, recién salido del bachiller, ingresé en las filas del Atlético Tinerfeño juvenil. Al año pasé al Real Unión , de Primera Regional, que era el club cantera del Tenerife. Por cierto que militando en este equipo jugamos un partido amistoso ante el Betis, que ganamos por tres a dos.
A los 19 años, tras haber demostrado unas cualidades físicas extraordinarias y ser un defensa muy respetado por aquellos lares, Colo fichó por el Tenerife.
– Empecé el profesorado de Comercio. Terminé el primer año, pero entre que a mí no me gustaba y que el fútbol me absorbía más tiempo del previsto, opté por jugar una carta: el profesionalismo.
En su casa pusieron el grito en el cielo. Cada domingo que salía con el número dos a la espalda daba un pequeño disgustillo a la familia que veía alejarse la meta soñada: corredor de Comercio.
Colo tenía que triunfar en el fútbol. Los suyos esperaban una derrota. Buscó la titularidad con ahínco. Se entrenó a fondo. Y el defensa central del Real Unión pronto fue el lateral derecho del Tenerife.
– Tres años permanecí en las filas tinerfeñas. En este tiempo vi la pista al fútbol profesional y decidí seguir el camino. Porque, ¿sabes una cosa?
– No, dime
– Me gustaba el fútbol. Y consideraba que era una profesión donde me divertía y ganaba dinero al mismo tiempo
La fama de Colo traspasó las fronteras regionales. Era un defensa con agallas. Interesó en la península. Cada vez que venía a ésta, destacaba por su fortaleza y escaso achique ante los contrarios. Un gran jugador de club.
– ¿Qué hace un futbolista durante las veinticuatro horas del día? Todo el tiempo libre, ¿qué hace?
– Mi vida es muy sencilla, me levanto más bien tarde, marcho al campo y entreno. Aperitivo y almuerzo. Siesta. Paseo. Cine. Cena y televisión
– ¿Lees mucho?
– Más bien poco
– ¿Qué lees?
Sonríe y mira a Montaner. Le da un poco de vergüenza. José Mari es el intelectual del Betis. Colo se justifica…
– Agatha Christie es mi favorita. Me encanta el estilo de esta mujer.
Casi todas las tardes va al cine. Es su gran pasión. Vive intensamente desde la butaca.
– Cuando hay película de Hitchcock no me la pierdo.
– ¿Has visto Pájaros? ¿Te gustó?
– No es de las mejores. Se precisa mucha fantasía e imaginación para meterse en ambiente en esta cinta, pero creo que en técnica narrativa da con el clima acusado
Colo no medita la entrada al jugador contrario. No lo duda. Es temperamental y sus nervios se aflojan rápidamente. En el campo es hombre muy díscolo. Se lo digo.
– Llevas razón, pero no puedo dominar mis nervios. Yo quisiera, y lo intento.
– Te acuso, Colo. ¿No te parece que eres un jugador duro?
– Sí, lo soy—habla con sinceridad elogiosa. Mis condiciones naturales me exigen apoyarme en las facultades, y sin abusar de éstas ni ir por el contrario, marcho en busca del balón. Yo sé que mi técnica futbolística ha de estar supeditada a mis facultades, ¿comprendes?
– Esta temporada vas fenomenal. El domingo sin ir más lejos fuiste el mejor. Estás en forma. El año pasado acusabas un visible desentrenamiento. Se dice que era debido a tu forma alegre de entender la vida. ¿Qué dices a ello?
– Que no es cierto. Desde el momento en que no hiciera vida metódica no podría ser jugador, pues mis facultades se resentirían peligrosamente
– ¿Por qué esos comentarios?
– Cuando el equipo va mal, basta que te vean una vez por la calle pasadas las once de la noche para que pagues todos los platos rotos. Cuando el equipo va bien, todo es distinto…
– El Betis de esta año—dice Colo—tiene dos caras: una, fuera; otra, dentro. Y son muy diferentes ambas en lo que respecta al juego
– Aclara, por favor
– Fuera de casa planteamos los partidos a la contra y nos salen bordados. Hemos acertado con el dispositivo adecuado para cerrar el camino de nuestra área…
– Y dentro, ¿qué pasa?
– No lo sé, pero actuamos mal. A excepción de la última media hora del partido con el Sevilla, poco bueno se nos ha visto. Yo creo que los nervios nos dominan en nuestro propio terreno de salida, ante las ansias que tenemos por jugar bien y justificar el puesto con fútbol del mejor…
– ¿Lo mejor del Betis de hoy?
– La compenetración de sus hombres…
– ¿Lo peor?
– Que nos cuesta trabajo meter goles en casa
– ¿Lo que más os agrada a los jugadores?
– Que nos empiecen a llamar “los cocos” de esta temporada a cada sitio que vamos…
Fuente: Manuel Alonso Vicedo en Sevilla, 15 de noviembre de 1963