Un futbolista llamado Cardeñosa, de Tomás Furest
En febrero de 1981 el Betis dio un recital de fútbol en el Manzanares, imponiéndose 0-4 al Atlético de Madrid, por entonces el líder de la Primera División, un partido que ya hemos visto aquí. y aquí.
La formidable actuación del conjunto verdiblanco ese día tuvo su reflejo en los elogiosos comentarios recibidos en la prensa. La labor de Julio Cardeñosa como eje del juego bético no pasó desapercibida para los medios periodísticos, aunque en el caso del cerebro bético esa labor siempre quedaba empañada por los comentarios que se hacían recordando la malograda jugada del Mundial de Argentina frente a Brasil.
Desde las páginas de Nueva Andalucía el periodista Tomás Furest salió en defensa de la trayectoria futbolística de Julio Cardeñosa, en un brillante artículo que hoy reproducimos.
Que la prensa madrileña se volvió loca tras el partido realizado por el Betis en el Manzanares es algo que pudieron comprobar cuantos lectores tuvieron acceso a ella o leyeron el “refrito” realizado por los periódicos de Sevilla. Hubo elogios para todos, pero un hombre se llevó la palma: Julio Cardeñosa. Al vallisoletano le dieron matrícula de honor en casi todos los diarios, hablando de él como si a estas alturas le hubieran descubierto.
Pero nos llamó poderosamente la atención que casi todos los que alabaron el juego del Flaco echaran la vista atrás para recordar el gol que falló en los Mundiales de Argentina ante Brasil y que, de haberlo conseguido, habría significado la eliminación de los cariocas y el pase a la fase decisiva del conjunto español. Los colegas parecían extrañados de que un hombre que fue capaz de cometer tan grave “delito” los hubiera hecho babear con el fútbol de seda que emana de esa izquierda que más que pierna parece mano.
Es aquí donde nos sentimos en la obligación de salir en defensa– aunque no le hace falta, lo sabemos—de quien es, pese a quien le pese y por encima del capricho de un seleccionador fracasado, uno de los mejores jugadores españoles que pisan hoy los campos españoles y tal vez el último artista del balón nacido en suelo patrio. Para hacer tal afirmación no nos basamos en las genialidades hechas en un partido—podríamos recurrir al pase mortal que proporcionó la clasificación de España para el Mundial de Argentina–sino a la trayectoria seguida por quien lleva media vida dedicada a este deporte espectáculo-negocio, o como queramos llamarlo. A un jugador, como a cualquier otro profesional, hay que juzgarlo por su trabajo global, no por lo realizado un día, que aquí somos muy dados a fabricar mitos de papel para luego quemarlos ante el negocio del personal pirómano masoquista.
Los detractores de Cardeñosa le han achacado siempre su poca presencia física, aduciendo que era un hombre sin fuerza y que se agotaba enseguida. A esos ciegos del balón les remitiría yo al partido jugado por Julio el pasado domingo en el Manzanares o a cualquier otro de los treinta y tantos o cuarenta que el vallisoletano disputa cada temporada. El que quiera verlo puede darse cuenta de que el Flaco es de los jugadores que más trabaja en el equipo, subiendo y bajando constantemente. Eso sí, Cardeñosa no es un hombre de choque, pues ni su corto peso se lo permite ni le hace falta, ya que con su inteligencia hace lo que otros no consiguen más que a base de fuerza. Aunque algunos lo hayan descubierto ahora y otros sigan empeñados en volverle la espalda a la realidad, en Valladolid primero y en el Betis ahora, hay unos profesionales—sus propios compañeros y cuantos entrenadores ha tenido—que pueden hablar y no parar de la valía, de la profesionalidad de ese vallisoletano con cara de niño que cuando toma la batuta es capaz de hacer jugar a un cojo.