La mano de Dios, de Rubén Faustino Cabrera
Con el nombre de «La mano de Dios» se conoce a la jugada con la que Diego Armando Maradona marcó el primer gol del Argentina 2 Inglaterra 1 de los cuartos de final del Mundial de México en 1986.
El partido se disputó en el Estadio Azteca de México el 22 de junio de 1986. En el minuto 51 Maradona saltó con el portero inglés Peter Shilton, 20 centímetros más alto que él, pero el argentino extendió su brazo y golpeó con la mano el balón, que se introdujo en la meta inglesa.
El árbitro tunecino Alí Benneceur dió por válido el tanto a pesar de las protestas de los defensores ingleses. Maradona declararía posteriormente en su biografía: » Ahora sí puedo contar lo que en aquel momento no podía, lo que en aquel momento definí como «La mano de Dios». Qué mano de Dios… ¡fue la mano del Diego¡ y fue como robarle la billetera a los ingleses…»
En tono de humor Rubén Faustino Cabrera nos deja este pequeño relato.
Un inglés llega al Cielo. Dios le da la bienvenida y le concede un deseo:
– Pedí lo que quieras.
– ¡Oh, my God! ¿Lo que quiera?
– Lo que quieras. Eso sí: no me vayas a pedir, por ejemplo, que anule la Segunda Guerra Mundial.
– Entiendo, Señor, imposibles no.
– ¿Imposibles? ¿Imposible? Pero… ¿vos sabés con quién estás hablando?
– Discúlpeme, Señor, yo sé que usted podría hacerlo.
– ¡Por supuesto! Pero… ¿sabés todas las cosas que tendría que reacomodar? Pedí algo que sea más simple. No tengo ganas de trabajar tanto.
– Está bien, Señor. Lo que quiero es más sencillo. Quiero que anule un gol.
– ¿Un gol? ¿Qué gol? ¿De qué deporte? Especificá.
– El primer gol que le hace Diego Armando Maradona a Inglaterra el 22 de junio de 1986 , en el Estadio Azteca de México, a los seis minutos del segundo tiempo, por los cuartos de final de la Copa Mundial de Fútbol 1986.
– ¿La mano de Dios?
– La mano de Dios, sí.
– ¿Y qué querés que haga?
– Que el árbitro vea la mano y no convalide el gol.
– ¿El gol de la mano de Dios?
– Sí, Señor. El gol de la mano de Dios.
– ¿Vos estás loco? ¿Sabés toda la buena prensa que me dio ese gol? Después de las Cruzadas, después de la Inquisición, de la conquista de América, después de que dijeran que Dios ha muerto…
– Pero, señor… ¿por la buena prensa que le ha dado ese gol no me concede el deseo que me prometió? ¿Ese es el motivo?
– ¡No! ¡Porque el gol de la mano de Dios fue hermoso! ¡Lo más hermoso que vi en mi vida! ¡Y eso que soy eterno, eh!