La marcha de Re, de Manuel Fernández de Córdoba.
El 15 de mayo de 1989 era cesado como entrenador de la primera plantilla del Real Betis Balompié el técnico paraguayo Cayetano Re, quien había llegado al puesto en diciembre de 1988 tras el cese de Eusebio Ríos y un pequeño intervalo de 10 días en que Pedro Buenaventura se hizo cargo del equipo.
El balance de sus 150 días al frente de la plantilla fue malo. 17 partidos de Liga, con 5 victorias, 5 empates y 7 derrotas, y una impresión de que nunca aportó nada claro para sacar al equipo de la problemática situación en que se hallaba. Decisiones erráticas que se acentuaron en su último mes en el club, como dejar de alinear al portero titular, el argentino Pumpido, para darle la oportunidad al canario Trujillo, un joven valor aún sin experiencia y al que la portería le vino grande en un momento comprometido para el conjunto.
Re fue en su momento un gran futbolista en el Elche, Barcelona y Español. Tras su retirada de los campos de juego fue entrenador en diversos equipos españoles en Tercera, Segunda B y Segunda División, y posteriormente entrenó en Paraguay y México. Pero nunca había entrenado en la Primera División española, por lo que su llegada al Betis en diciembre de 1988 fue mirada con extrañeza. Desgraciadamente los hechos corroboraron esa sensación, y al final fue cesado, dejando al equipo al borde del descenso, que se confirmaría días después en la promoción contra el Tenerife.
En este artículo publicado en ABC el 17 de mayo el periodista Manuel Fernández de Córdoba detallaba la situación, pero no se quedaba ahí, sino que apuntaba más arriba, hacia la gestión del presidente Martínez Retamero y de su directiva, que fueron quienes trajeron a Re.
El problema no es echarlo, porque echar es un verbo que los entrenadores conjugan de memoria, o se lo hacen conjugar, porque saben todos que tienen que tener las maletas hechas desde el punto y hora en que suscriben contrato o llegan a los clubs prometiendo lo divino y lo humano, lo posible y lo imposible. El problema con Cayetano Re fue ficharlo. Ahí estuvo el problema y ahí estuvo el error cuando, como ya escribí en su momento, este fenomenal futbolista, puntillero y oportunista, listo en el área y diablo para los defensas, que fue Cayetano Re, no consiguió laureles de técnico en el fútbol español como para presentar un curriculum que le hiciera acreedor a ser entrenador del Betis, sirviéndole el equipo verdiblanco para su debut en Primera División española y sirviéndole el Betis, por tanto, de campo de experimento. Experimento que él llevó a sus últimas consecuencias con alineaciones casi disparatadas o sustituciones, como la de Pumpido bajo los palos, sencillamente impresentables.
Ahora lo echan. Pero continúan y continuarán los que lo trajeron, como si nadie fuera responsable de su fichaje, como si nadie hubiere esgrimido informes y condiciones para darle el Betis con menos seis y muchos partidos por delante y que lo deje con menos ocho y poquitos partidos por detrás. Cayetano Re se va. Hizo lo que pudo. No podrá negarle nadie, y uno menos que nadie, su afán de trabajar y su sueño legítimo de triunfo. Lo que sí puede negársele, porque no la tenía y se la dieron por supuesta quienes lo contrataron, es su categoría como entrenador y su experiencia en estas lides del banquillo para hacerse cargo del Betis.
Aquellos polvos de su contratación, sus prisas por hacerlo, tapar cuanto antes la brecha que dejara Eusebio Ríos, que jamás pudo contar con todos los hombres por lesiones de unos y otros, han traído estos lodos de una plantilla otra vez dividida, como antes de llegar Ríos, con banderías, grupúsculos y erosiones personales que ya tocaron techo cuando el entrenador se permitía el lujo de dejar en su casa a todo un campeón del mundo para hacer experimentos con un chaval que acaba de llegar a esto y al que un gol en fallo—ojo, que a fuerza de fallos es como aprenden los porteros, por eso los jóvenes no se cargan de responsabilidades—le puede llenar de desconfianza, sin saberse ahora en qué condiciones anímicas volverá bajo los tres palos quien lo tenía en propiedad y los perdió momentáneamente por capricho.
Pero hay un punto, en las explicaciones que vinieron a dar los dirigentes para echar al entrenador, que es el del clamor popular. Tal explicación movería a chiste si no fuera por lo serio que se traen entre mano que es el Betis mismo. A Re lo ha echado el clamor popular por su propia incompetencia. El mismo clamor popular que no puede echar a quien echa, porque no quiere irse, por más que tenga demostrada la incompetencia hasta el punto de ficharle y después cesar a un incompetente.